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Lo primero que se le venía a la mente al despertar era la situación entre TaeHyun y él.

El alfa no había aparecido esos dos días en el club tal y como le había dicho, pero no dudaba en que iría si tardaba mucho en llamarlo para su encuentro.

¿Debería drogarme? Pensó mientras fumaba en la mesa de su cocina, sin haber desayunado aún.

Luego de casi morir por una sobredosis, había entrado en total abstinencia, había tomado la suficiente fuerza de voluntad para no aceptar más tragos que le regalaran los clientes y tampoco para aceptar la droga que corría entre los clientes, tanto como entre los mismos empleados. Lo único que encontró para calmar su ansiedad, sin perder la consciencia, era el cigarro.

Había empezado con dos cajetillas completas al día, sintiendo la garganta seca y la necesidad de que algo lo "relajara" tal como un droga.

Recordaba como su nariz se hacía agua cuando veía el polvo volando regado en las mesas de los camerinos.

Cocaína.

Pero también recordaba lo irritaba que tenía la nariz de tanto rascarse.

Tenía dos años sin consumir más que cigarrillos, no ingeria siquiera cerveza, nada de alcohol y nada de drogas así las tuviera a mano tal cual un caramelo.

Actualmente tenía veintiséis años, desde los veinte años empezó a joderse la vida.

A los veinte años se hizo novio de Mark, y no fue hasta los veintidós que quedó libre de él, dándole fin a su relación y a la vida de Mark, pero cargando con una deuda que no era suya, y con una vida que debía mantener.

Sus veintitrés y veinticuatro años fueron los peores años de su vida, todos los días con una botella de alcohol en la mano, con la nariz irritada de tanto oler, los ojos enrojecidos y con poca conciencia se sus acciones.

Cuanso cumplió los veinticinco fue su primer año sin consumir nada, a pesar de todas las tentaciones que había en su entorno de trabajo, no cedió, y ahora con veintiséis años podía sentirse orgulloso de que llevaba dos años limpio.

Pero ahora, le resultaba un problema.

Si se drogaba o bebía para estar con el alfa, sentía que recaería, además los dos años que se esforzó para mantenerse limpio se irían por la borda por un imbécil.

¿Podría hacerlo conciente?

Apagó el cigarrillo en la mesa, dejando otra marca en la madera, se encaminó a su habitación para arrojarse en su cama y pensar.

Solo era placer, era contacto físico, simplemente tener sexo sin pensarlo mucho.

Sólo conocía el nombre del alfa, conocía que su familia era adinerada, sólo eso.

¿Qué tantos requisitos había que tener para tener sexo con un desconocido?

Una vez no hace daño. Pensó, sabiendo el peso que tenía esa frase en su vida, era la frase con la que empezó todo y aún no dejaba de recordarla.

—Hola —saludó con cariño y una prqueña sonrisa al peluche en su cama, se acostó de nuevo, abrazando al peluche en su pecho, oliendo en medio de las orejas del pequeño osito, un suave aroma a talco de bebé.

Lo abrazó con más fuerza, apretando el botón que tenía el osito en la panza, reproduciendo un sonido que siempre le dejaba un nudo en la garganta y cristalizaba sus ojos.

Eran los latidos de un corazón.

Un corazón que latió a la par de él por nueve meses, pero que sólo duró un mes en este mundo.

Twisted Strawberry || TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora