Capitulo 19 Nubes Negras

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-¿Qué fué eso Diamante? - preguntó Berryl.

Berryl se acercaba al balcón y veía qué Diamante seguía mirando hacía una dirección.

-Buenas noches mí lady, tal parece qué la enviada de los Dioses ya está entre nosotros - contestó Diamante.

-¿La enviada de los Dioses? Entonces ¿La magia qué se sintió hace un momento es de...? - interrumpió Diamante.

-Así es, su magia hizo retumbar la tierra, tal parece qué ahora está en mano del país de Redian - comentó Diamante.

-¡No puede ser! Sí es cierto debemos actuar cuándo antes - dijo Berryl.

-¿Y qué sugiere? ¿Decirle al rey de Nínive qué la enviada de los Dioses, acaba de avisarle el mundo qué ya está entre nosotros? - preguntó Diamante.

-¡Por supuesto! Sí ella está en manos del rey de Redian, debemos matarla - sugirió Berryl.

-Primero nuestro rey de Nínive no cree en la historia de la enviada de los Dioses, y segundo pidió no ser interrumpido, por qué ahora está con una concubina - dijo Diamante.

¿Qué? - preguntó Berryl.

-¿No me creés? Sí deseas puede ir y verlo por su cuenta, pero eso hará qué se moleste - dijo Diamante.

-¡No le importaba con cuántas concubinas se acueste, yo seré su esposa ligitima - Exclamó Berryl.

-Tenga cuidado con lo qué desees mí lady - aconsejó Diamante.

-¿A qué te refieres? - preguntó Berryl.

-Nada, sólo me preguntaba, qué pasó por su cabeza para abandonar su país, y al hombre más poderoso de Redian - dijo Diamante.

-Eso no te importa - replicó Berryl y regresó a su residencia molesta.

Diamante par su parte siguió mirando hacía el horizonte en dirección de Redian, desde el cielo una paloma se acercaba hacía él, Diamante la tomó y sacó un pequeño papel con un mensaje qué traía consigo.

-¿Así qué eso ocurrió? Creó qué el país de Redian se ha quedado indefenso, está podría ser una excelente oportunidad para someterlo, sín los cuatro magos ese país no es nada.

-Diamante...

-Su majestad - apenas Diamante lo noto se arrodilló ante él.

-¿Qué fué ese estruendo en el cielo y ese movimiento de la tierra? - preguntó el rey de Ninive.

-La enviada de los Dioses su alteza, la magia qué sintió fué de esa mujer - respondió Diamante.

-¿Qué? A pesar qué estamos lejos de la capital de Redian ¿Cómo es posible? - cuestionó el rey de Nínive.

-No estoy seguro pero sín duda su magia es abrumadora, sí deciden atacarnos ahora perderíamos - dijo Diamante.

-No, no puedo permitir eso ¿Qué hacemos ahora? Ellos tienen en sus manos a esa mujer ahora - exclamó el rey de Nínive.

-Sí, pero no tiene qué preocuparse majestad, al parecer ella aún no tiene dominio de su magia - comentó Diamante.

-¿Y cómo sabés eso? - preguntó el rey de Nínive.

-Tengo espías en el país de Redian qué me dan información, además también me informaron qué ella no se encuentra en el país ahora, sí no cerca de nuestra frontera en compañía de los cuatro magos - respondió Diamante.

-Excelente, no esperaba menos de tí - dijo el rey de Nínive.

El rey de Ninive se acercó más al borde del balcón, y mirando en dirección a Diamante dijo:

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