Capítulo 12

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Capítulo 12. Mente sana in corpore sano.

Creo que lo más estúpido por mi parte fue dejarme besar. Pero había algo de él que me impedía alejarme, aparte de sus manos; claro esta. No era mi primer beso, pero si el primero que le daba a un completo y total desconocido psicópata-manipulador, que encima se había convertido en mi enemigo. Lo más raro fue que bebí de ese beso, que le deje hacer. Quería apartarme, pero mi cuerpo no me dejaba. Tenía algo que me atraía irrevocablemente, porque si no, no entendía la causa de mi aceptación.

Su mano izquierda subía y bajaba por mi cuerpo. Joder, era una masoquista. Pero me proporcionaba una sensación muy diferente a todas las que pudiera haber vivido antes. Posó la mano izquierda sobre mi cuello, y movió la derecha por mi espalda, hasta alcanzar una posición baja. Demasiado baja. Le aparté de mí.

-¿Qué pasa?

No sabía cómo responder, ni cómo reaccionar. Todo había pasado muy rápido. Él, ¿me había besado? Sí, mis labios doloridos lo demostraban, y sus ojos, ahora con un tono ligeramente amargo, también. ¿Pero por qué? No entendía nada.

-Eres injusto.

Quizás sonase ridículo, pero era la única palabra que quería salir de mi boca. No tenía la culpa de que todo se hubiese vuelto... tan confuso.

Me miró de manera intensa, entoncando sus ojos color rayo de sol, en mi cara. Más precisamente en mi boca. ¡Cerdo! ¿Por qué me había hecho eso? Tenía constancia de que le odiaba por manipularme, o eso creía.

-¿Injusto? Oh, vale, bien.

No sabía si lo había dicho de manera descarada, o de verdad no tenía ni la más remota idea de por qué le había separado de mí. Idiota, esa sería una palabra perfecta para definirme. Por dejarme caer en un beso con Carlos.

Me seguía mirando de manera prenetrante, tanto que me infundía un tanto de miedo.

-Mira, Carlos. No... Esto... No.

Rápidamente, hice un gesto brusco, y me puse de espaldas a él, pero me volvió a retener. Esto no podía ser bueno... no, definitivamente no podía serlo. Pero mi cabeza estaba conmovida y completamente llena de dudas, por lo que había pasado. Nadie tenía derecho a hacerme sentir así, tan... tan fuera de mí misma.

-¿Por qué no?

¿Qué por qué no? Primero, porque te odio. Segundo, porque eres un manipulador. Pero antes de pronunciar estas palabras, que iban a salir seguro de mi boca, pensé en lo que me habían dicho mis amigas el curso anterior, "un beso es solo un beso, solo tiene la importancia que tú quieras darle".

Era seguro que me había gustado besarle, porque bebí de ese beso cómo si fuera a ser el último. Pero solo era... si, que besaba bien. Solo era eso. Pero no podía repetirse.

Me alejé de allí tan rápido como pude, en dirección a los jardines. Me dió igual que estuviese ya oscuro... necesitaba pensar. No era mi primer beso, pero, aunque fuera jodido decirlo... sí fue el mejor de todos.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora