Capítulo 72.

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Capítulo 72. Well that's no fair.

Sali del baño deprisa, pretendiendo que nadie me viera, y me dirigi hacia el comedor. Carlos salió detrás de mí, aunque él más despacio y un tanto más tranquilo. Como si no le importara llegar o no a desayunar. O mejor, como si hubiese desayunado antes. ¡Por Dios! ¡Claro que lo había hecho! Yo era la única que había bajado tarde.

Cuando entré en la sala, apenas quedaban una o dos personas, que además ya estaban terminando. Fui a por un cruasan, y a por una manzana. Aunque sabía que no me daría tiempo a comérmelo todo. Una de las causas por las que había eliminado la leche de mi desayuno.

-Date prisa, chica. Faltan diez minutos.

Miré a la cocinera, y sonreí en gesto de agradecimiento. Cogi las cosas, y fui a sentarme en el asiento más alejado que había, seguida de Carlos; que me arrebató la manzana de la mano, y sonrió. ¡Será...! Pues nada, otro día sin apenas desayunar.

-Eh, ¿por qué me quitas mi manzana?

Hice un puchero, y comencé a comerme el cruasán, evitando mirarle directamente a los ojos. Sabía que ya estaba con su típica sonrisa de arrogante pegada en la cara; y la verdad era que no quería verla. Porque sabía que esa era una de las partes que más me gustaba de él, y que no podría evitar volver a besarle. Bueno, directamente era que no habría parado en los baños, si no estuviese el aguafiestas de él para recordarme que la clase empezaba en nada.

-Es que... bueno, ¿desde cuándo tengo que darte explicaciones?

Negué con la cabeza, y pensé que no tenía remedio. ¿En serio era capaz de discutir solo por eso? Pero es que era demasiado provocador para que no respondiera... así que me acerqué a su oído despacio, y dejé un beso ahí.

-Ajá... desde que SALES conmigo.

Parpadeó un par de veces, y volví a morderle el lóbulo. Dios, esto me estaba gustando más a mí que probablemente a él. Era una sensación nueva... e inigualable. El dejarme llevar, el ser yo misma. Bueno, al menos la "yo" de ahora.

-¿Qué... qué salgo con quién?

Se hizo el tonto, y volví a sonreirle; acercándome a sus labios; pero sin llegar a rozarlos. Como él había hecho conmigo en tantas ocasiones. Era realmente estímulante el saber que podía ponerle nervioso. Y eso que era la primera vez que lo probaba.

-Conmigo.

Cambió de repente su cara, e intentó alejarse de mí unos milimetros. ¿Es que acaso...? Mierda, ¿qué estaba pasando? Juraría que me había oído perfectamente, y que se había quedado así por escuchar mi respuesta.

-Bianca...

Yo miré hacia el suelo, y por un momento lo comprendí todo. No, tenía razón, ya no estabamos juntos. Por su jodida manía de que no podíamos estarlo. Porque según él, lo único que buscaba era protegerme Pero eso, esa mañana, me tenía hasta las narices. ¿Por qué no podía simplemente cambiar de opinión respecto a nosotros?

-Perdona por haber olvidado tu rollo de "es mejor que no estemos juntos".

Me levanté de la mesa, y empecé a caminar rápido hacia la clase. Por un momento, había pensado en lo que verdaderamente me dolía tenerle, y no poder tenerle a la vez. Lo que dolía que le hubiera dicho que le quería, y él todavía no me hubiese contestado.

Empecé a correr por los pasillos, como una verdadera posesa, con la finalidad de encontrar la dichosa clase de Física. Era bastante tarde, y no quería que encima de ayer no haber ido, hoy no me dejasen entrar. Por suerte, la alcancé poco después, cerca del aula de matemáticas.

Entré rápidamente en clase, y me senté en una de las sillas. Suerte que aún no había llegado nadie, pero pronto comenzaron a venir. Fui mirándolos uno a uno con el fin de conseguir al menos alguien conocido... Yo qué sabía, Axel, por ejemplo. Sí, porque prefería no estar con Eve o con Daniel.

No pareció que conociera a la mayoría, aunque quizás si de vista por el comedor, o mi planta. La profesora entró por la puerta, con cara de muy pocos amigos. Dejó su maletín en la mesa, y comenzó a pasar lista. Yo, por ser Laurence, era una de las últimas; pero eso no me impidió oir la lista., para ver si era capaz de reconocer algún nombre. Pero la verdad es que solo escuché uno.

-¡Alejandro Humprey!

Levanté mi cabeza, y busqué a mi alrededor. Eso debía ser una broma. Sí, seguro que era una broma. Esa lista estaría equivocada. ¿Era verdad que me había tocado física con Humprey? No, por favor. Al menos, no parecia estar por la clase. Solté un suspiro, y puse la cabeza entre mis brazos encima de la mesa, en señal de aburrimiento.

-¡Marion Cabaldi!

Volví a levantar la cabeza, y me topé con sus ojos sonriendome, a mi lado. Agitaba el brazo con inseguridad. ¿Cómo había entrado? No la había visto pasar, y me había fijado bastante bien. Además, no me había dado cuenta de que había nadie sentado a mi lado. Y menos ella.

Me dio un abrazó, y se tiró literalmente en la silla. Vale, he de reconocer que me encantaba esa chica. Y el hecho de que me hubiese regalado la botella... no sabía, era raro, pero significaba mucho para mí. Independientemente de la discusión sobre lo debida o indebidamente que la había utilizado. Y en este caso, era demasiado indebidamente. Levanté la mano lentamente cuando oí mi nombre.

-Bianca... ¡ayer vi a un chico saliendo de nuestra habitación! ¿Sabes quién puede... ser?

Se rió por lo bajo, y supuse que lo había averiguado. Solo esperaba que ahora no me dijera que era guapísimo, o algo por el estilo. Como todas. Porque vale que me hubiera medio-enfadado con Carlos, pero era lo único que tenía aquí. Y lo había asumido. Además, que por mí estaba perfecto.

Me sonrojé un tanto, y miré disimuladamente al suelo. Dios, solo esperaba que no supiera nada del 'incidente'. No quería que se echara toda la culpa de haberme dado el alcohol.

-Se llama Carlos... Es mi... mi... Lo cierto es que no somos nada.

Me expresaba como una mierda. Pero es que no sabía ni yo como decirle qué éramos exactamente. ¿Amigos? Mierda, no. ¿Con derechos? Pues más o menos. Es decir... Nos besábamos... Y no estábamos juntos porque él no quería, básicamente. Joder, era todo tan difícil... Simplemente mi cabeza se negaba a pensar que me estuviera utilizando, aunque después de todo lo anterior era lo más concluyente.

Marion me miró, más seria, para luego esbozar una sonrisa torcida. Vale, era de suponer que no se lo creería... Porque sonaba patético.

-Venga, Bianca. ¿Crees que me chupo el dedo?

Hizo un gesto con la mano, y yo agaché aún más la cabeza. ¿¡Qué debía decir ahora!? Cerré los ojos con fuerza, y pensé que lo mejor hubiera sido mentirla. Decirla que solo éramos amigos, y punto. Aunque me hubiera dolido decirlo. ¿Pero me iba a sincerar así... Simplemente? ¿Iba a confiar en ella? Ya no me quedaba otro remedio.

-No... Es que es verdad, Marion. No somos nada. Ni siquiera yo entiendo el punto de que es lo que tenemos.

Recalqué el 'tenemos' con las manos, dando a entender que sí teníamos algo. Pero era algo que ni yo entendía. Y no iba a decirle: 'si, bueno, estuvimos saliendo unas cuantas horas, después simplemente se volvió paranoico porque me había peleado con su ex, y me dejo. Pero no me importa, porque en realidad, seguimos pasando ratos juntos a escondidas'. Já, entonces se reiría en mi cara.

Marion puso cara pícara, y rodó los ojos. Luego asintió con la cabeza, interrogante. Yo empecé a dar golpecitos en el suelo con los pies.

-¿Te gusta?

¿Qué? Me sonrojé por su pregunta. Sí que era directa. Cerré los ojos con fuerza, y pataleé el suelo cada vez más rápido, histérica.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora