Capítulo 26. Idiota, que me gustas.
Las situaciones en las que me había metido en tan solo dos días no eran normales. Carlos, estaba en cada una de ellas. Era el protagonista, junto conmigo. Mi vida estaba ya completamente descolocada. Todo había sido culpa mía, por no saber decir 'basta'.
Carlos, que había sido tan sumamente manipulador conmigo, y que tenía una personalidad cínica y pícara para con las situaciones... Me atraía. Innegablemente. Y me atevería a decir que no se limitaba solo a eso. Podría pasárseme por la cabeza que incluso me podría llegar a gustar. O que, es más, ya lo hacía.
Me paré un momento, aún con él a su lado. Si no hubiera llegado el director, no sabía que hubiera pasado. Los besos habían llegado hasta un punto... En el que ya no me importaba nada. Nada excepto tenerle junto a mis labios. Sabía las consecuencias de lo que estaba haciendo, pero eso no me impedía querer continuar. Hasta el final. Y ahora tenía miedo de que esa situación se volviera a repetir.
-¿Estás bien, Bianca?
Me había apoyado en una de las paredes, con la respiración muy acelerada para mi gusto. Él me miraba seriamente, pero eso no me tranquilizó. Mi imaginación no paraba de enviarme información e imágenes sobre lo que había pasado instantes antes.
-Bianca. Mírame. Ahora.
Las lágrimas seguían corriendo por mi rostro, sin parar ni por un momento. Por muchas palabras que me dedicase, iba a seguir llorando. Me había pasado varias ocasiones, simplemente cuando todo pasaba tan rápido, porque los recuerdos se iban acumulando en mi memoría. Tenía que relajarme, lo sabía.
-Venga, tranquila. Vamos a comer.
¿Quién era capaz de ser así? Me acompañó hacia el comedor, que ya no estaba tan lleno como antes. De hecho, solo había unos chicos sentados en una mesa. Mi respiración se fue calmando poco a poco, aunque aún seguía muy agitada. Carlos me rodeó la cintura, a ojos de todo el Mundo que estaba en la sala, que parecía haberse detenido a mirarnos. Esos gestos despertaban mis terminaciones nerviosas. Recordé lo que había pasado en el baño, y me ruboricé un tanto. Él pareció no darse cuenta.
-¿Ves? Ya está. Qué pena que nos hayan interrumpido. Me lo estaba pasando bien.
Puso su cabeza en mi hombro, y sopló cerca de mi oreja. Sus dedos se mantenían quietos en mi cintura, ayudándome a avanzar. No quería que la gente nos viese así, pero no tenía fuerzas siquiera para responderle.
-Estás... realmente guapa. Aunque creo haberte mostrado mi opinión antes. No te olvides de que aún nos queda terminar lo que mi tío... interrumpió.
Sonrió. Depositó un suave beso en mi cuello, y yo me sobresalté. ¿Delante de todo el internado? ¿De verdad? No, yo no iba a ceder. Tendía que empezar a encontrar el dominio de mi cuerpo... por muy atractivo que fuese Carlos. Y por muchas sensaciones que me produjeran sus besos. Me aparté de él, pero sus brazos me volvieron a atraer suavemente. ¿Qué estaba haciendo?
Cogí un plato, y me servi una especie de sopa, que había en la mesa. No tenía ganas de comer nada más, pero no podía despreciar esa comida. Carlos, a mi lado, solo cogió una manzana. Como si hubiera comido antes. Solo me soltó una mano para hacerlo.
-Hola, parejita. ¿Qué tal? Ya veo que me has hecho caso, bonita.
Me giré de golpe, cuando sentí esas palabras a mi espalda. Lo que vi me dejo anonadada. Era ella, pero no sonreía, tenía una cara indescifrable. Parecía... una persona diferente.
-¿Qué pasa, Eve?
Carlos no se sorprendió, de ninguna manera. La miraba con desprecio, y seguía agarrándome como antes, incluso más fuerte. Ahora mismo, parecían ser más iguales que nunca. Se miraban a los ojos.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...