Capítulo 68.

3.3K 35 5
                                    

Capítulo 68. Desmontando a Carlos.

Carlos cogió mi cara con ambas manos, pero evitó mirarme a los ojos esta vez. ¡Joder! ¡Ni siquiera podía verle bien! Aún así, juraría que estaba bastante molesto conmigo... Vale, yo sabía que podía hacer lo que quisiera con mi vida, pero me había pasado. Y era capaz de reconocerlo hasta en aquellas condiciones. Estaba totalmente ebria, yo, que había dejado de beber hacia ya bastante tiempo. Y para colmo, en un día de diario.

-Tengo que ir a por agua. Tienes que beber agua, Bianca.

Se levantó de mi lado, pero intenté agarrarle como pude con la mano. No quería que se fuera. En mi estado, era mejor que no me dejasen sola. ¿Coma etílico? Dios, eso era mucho. Pero es que había bebido más que nunca, sin darme cuenta; puro alcohol, de golpe, y batacazo.

Me miró a los ojos, esta vez. Y la forma en la que me miró me hizo sentirme una verdadera idiota. Porque en sus ojos... había algo muy parecido a la pena. Y estaba molesto, muy molesto. Aunque no sabía si llegaba al límite de "enfadado".

-No te puedo dejar sola, Bianca. ¿Qué cojones ha pasado?

Me tumbó lentamente en la cama, y me mantuvo quieta; poniéndome una mano a cada lado de mi cuerpo. Oh, no. En esa posición. No podía estar tumbada, solo me hacia querer vomitar.

Intenté apartar la mirada de su lado, pero no me dejó. Tuve que arreglármelas como pude para cerrar al menos los ojos. Me daba muchísima vergüenza que me viera así, aunque ya me hubiera visto lo suficiente. Intente pronunciar algunas palabras, pero creó que solo salieron de mi boca balbuceos sin ningún sentido.

-Hump... Alex... ander.

Carlos hizo una mueca de sorpresa, e imaginé que no tenía ni idea de lo que pasaba. Ni siquiera de quién era Alexander. Y era lo normal. Pero aún así, esperé a que él me preguntará. Porque obviamente, y por su expresión, no tardaría mucho en hacerlo.

-¿Quién es ese?

Oh, no debería hablar tanto. mI cabeza retumbaba de tanta charla. ¿Por qué no se limitaba a callarse, o a besarme? Era lo que mejor se le daba. Bueno, lo mejor lo segundo. Lo primero... solo era un daño colateral. Aunque era lo que necesitaba. Que se sentara a mi lado, que me abrazara, o que simplemente dejara de hablar.

-Es... fue... fue mi primer novio.

Carlos se quedo literalmente en shock. ¿Qué pasaba? ¿Es qué no podía haber tenido un novio o algo antes qué él? Hipócrita. Aunque no hubiese sido... realmente eso, nada. Aunque hubiese sido el mayor error de mi jodida vida.

-¿Qué?

Intenté sonar calmada, y hablar más tranquila. Lo primero no hizo efecto, pero lo segundo puede que sí. El efecto del alcohol... bueno, seguía martilleando mi cabeza. Pero también me había dado cuenta de que cada vez podía hablar mejor que antes. Articular mejor las palabras. Quizás eso de tumbarme había resultado ser bueno al fin y al cabo. ¡Jodido psicópata manipulador!

-Bueno, en verdad... no fuimos nada... Porque él solo... se rió en mi... en mi cara. Fue una apuesta.

Y otra vez las lágrimas. Maldito. No debía darle el placer de originarme las lágrimas. No debía recordarme a mí misma cuánto tiempo se había estado riendo de mí, ni cuanto le había llegado a... bueno, a eso, a querer. Porque fue la primera persona que me hizo daño. Y a la primera que empecé a odiar de verdad.

-Ah. ¿Y qué pasa con él?

De verdad, es que no era capaz de unir las cosas. O era yo, que se las explicaba como el culo. Pero vamos, que optaba más por la segunda opción, debido a que solo le había contado la mitad de la historia. Y lo que había dicho no justificaba mi estado, la verdad.

-Que... está aquí. Ha vuelto.

Abrió la boca, y la cerró de golpe, como pensando. Dios, que dijera algo ya. Es que su cara me daba... verdadero miedo. Parecía como si cada vez que yo decía algo, su enfado se incrementara. Porque era eso, ya estaba enfadado. Y podía notarlo.

-¿Y qué pasa? Es que de verdad de que no lo pillo, Bianca. No llego a captar el por qué estás así. Por qué has decidido sin más ponerte como una puñetera cuba.

Se levantó, y estampó su puño contra la pared. Y me asusté mucho, por qué no decirlo. Es más, me tapé un poco con la almohada, destrozando la cama en el proceso. Estaba actuando de manera... Dios, muy violenta. Nunca le había visto así. Me miró de nuevo.

-Él... me odia. Yo... yo también.

Estaba escondida tras la almohada. Y las lágrimas no paraban de salir de mis ojos. Me pasaba el día llorando. Era... sin duda, muy débil. Pero había algo que me decía que debía ignorar sus actos. Que, a su forma, me estaba defendiendo. Intentando comprenderme. O algo así.

-¿Y?

Me destapé, y lo atraje hacia mí. Como pude. Es decir, agarrándolo apenas con fuerza por las piernas. Pero no se lo esperaba, y cayó tumbado junto a mí. Un poco encima mía, si cabe. Porque notaba algo de su peso sobre mi pierna derecha.

-Dios Carlos, que ha venido a mi cuarto... Y me ha hecho... recordar.

Se calmó, y depositó un beso en mis labios. ¿Y no podía hacer simplemente eso y dejar de preguntar? Pero su cara parecía de seguir confundido. Muy confundido. Y no era posible que se lo explicara mejor.

-¿El qué?

Sonreí, y le empujé, de manera que volvió a caer al suelo. Desde luego, lo de la deducción no era su fuerte. Y no me apetecía seguir hablando. Y como no me iba a besar más hasta que no le contestara, decidí que ya podía quedarme sola. Que estaba lo suficiente mente bien después de haber hablado con él, aunque el alcohol siguiera quemando mi garganta. Al menos ahora podía hablar, y moverme un poco. Dormiría, y ya estaba.

-Nada. Tráeme... el vaso de... de agua.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora