Capítulo 55.

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Capítulo 55. All of come back.

No sabía exactamente por qué, pero me alegraba que fuera de Queens, estaba muy cerca de Brooklyn. Y bueno, no me quería arriesgar demasiado, pero hubiera sido capaz de decir que me estaba cayendo bastante bien hasta el momento.

La gente empezó a entrar en el aula, más probablemente del número de sillas que había. Tres chicas, dos chicos, una chica, dos chicos, trrs chicos, dos chicas, y... ¿él? ¿Era una broma? Joder, miré para otro lado.

-¿Qué te pasa?

Stacy me miraba con expresión preocupada. Lo había notado. ¿Y ahora qué se suponía que debía de decirle? Tenía miedo de que si la decía algo, me traicionara. Y no quería que eso pasara. De todas formas, ¿cómo podría responderle? "Si, bueno, ¿ves a ese chico de ahí? Bueno, pues ahora hacen diez o quince minutos desde que cortamos tan solo llevando un día juntos. No, espera, menos". Seguro que se reiría, hasta yo lo haría, si no fuese la persona que deseaba llorar por él todavía.

-Nada, es solo que... buff, no me encuentro muy bien.

Me levanté del asiento, y estuve a punto de irme. No podía aguantar más allí, pero la profesora me detuvo nada más avancé unos pasos, así que volvi a sentarme. Carlos escogió un sitio y se sentó, sin fijarse en mí. Oh. Ni siquiera me había mirado, ¿esto era real? Me sentía como una mierda.

-Buenos días a todos, soy Bridget. No os daré mi apellido, porque no lo necesitais. Y como sois inteligentes, ya que os habeis metido en mi clase, podreís deducir que me gusta que me llamen por mi nombre. Bueno, este año seré profesora de Biología, y espero que si alguien tiene alguna duda me la digais.

Alguien llamó a la puerta, y pensé que era otro alumno que llegaba tarde. Eramos ya tantos que algunos se habían colocado al final de la sala, apoyados en la pared; pero Carlos no, había podido pillar sitio junto con un chico rubio, y parecia que se conocían, porque hablaban ánimadamente. Pero no era un alumno, más bien un profesor o un secretario, con un montón de cuadernos iguales en sus brazos.

-Esto es para vosotros.

La profesora no habló, y él dejó los cuadernos encima de su mesa. Yo me sorprendí de lo rápido que los habían traído, ¿no se suponía que nos daban el material mañana? Bueno, que más daba. Él se retiró, y ella nos miró de manera general.

-Venga, ¿quién los reparte?

Nadie levantó la mano, y nadie dijo nada. Todos quedamos callados, dando a entender que preferiamos que lo eligiera ella, y eso fue lo peor. Porque se cruzó de brazos, y puso una sonrisa forzada. Se estaba enfadando.

-Alguien. Ya. No pienso elegir yo por vosotros.

Vaya, daba verdadero miedo. De repente el chico de al lado de Carlos le dió un empujón, obligandole a balancearse sobre la silla.Este gesto no paso desapercibido para Bridget, que lo señaló con el dedo. No quería estar ahí, no quería verlo otra vez.

-Tú, el listillo de la segunda fila.

Yo no pude evitar reírme. Desde luego, no conocía a Carlos. Pero pronto se me quitó la sonrisa, en cuanto supe que me tendría que enfrentar cara a cara a él. Las lágrimas amenazaron con salir de nuevo, pero me resistí un poco. Solo verle... quería volver a la clase de Filosofía.

Carlos pegó una colleja a su compañero, riéndose, y fue a coger los cuadernos. Joder, ¿se estaba riendo? ¿Y yo estaba aquí destrozada? ¿Pero qué mierda era esa? ¿Ya me había olvidado? Yo no podía hacerlo, era injusto.

-Oh. Mierda. Mierda.

Mi compañera de mesa no notó lo que decía, y lo cierto era que lo agradecí un tanto. No quería que se enterara. No era mi amiga, no era nada. Y no pensaba ir tan rápido como fui con Eve, por el mismo problema que tuve después.

Me escondó entre los brazos cuando me doy cuenta de que Carlos ha empezado a repartir... por delante, pero pronto llegará a donde estoy yo. Me gustaría que no me viera, pero sería imposible. ¿Por qué no le mentía y decía que iba a ignorar todo lo que me dijesen? Era fácil, pero algo me impedía hacerlo.

-Bianca, levanta la cabeza, vamos. No te va a dejar el libro sobre los hombros.

Levanté la cabeza, sabiendo que tenía razón. Joder, quería que me volviera a besar. Como en la hora de antes. Como en Filosofía. ¿Por qué habían cambiado tanto las cosas? Seguía sin entender su decisión.

Carlos iba ya por la tercera fila, y la mía era la cuarta. La única mesa de la cuarta fila. Dios, no quería volver a verle. No quería volver a recordarle, a echarle de menos. Esta media hora que habíamos estado separados había sido insoportable para mí.

-Madre mía, que guapo es. ¿Has visto qué ojos tienes?

Mi compañera me golpeaba el brazo encima de la mesa, para que la atendiera. Pero era imposible ni hacerlo, después de lo que había dicho. Sí, y yo le había tenido; y por gilipollas le perdí. Un golpe de celos sacudió toda mi columna vertebral. No era quién para decir eso, no, porque él era mío. Aunque ya no estuvieramos juntos, seguía siendo mío. No había dejado de gustarle, eso me lo había dejado claro antes. Solo... habíamos dejado de salir.

Se acercó a mi compañera de mesa, y le dejo su libro en la mano. Sin fijarse en ella, pero tampoco se había dado cuenta de que yo estaba allí. Hasta que llegó a mí, por supuesto. Entonces se puso mucho más serio, y me dejó el libro con cuidado de no rozarme. ¡Joder! Eso eral cruel.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora