Capítulo 49. The feme fatale.
Pensé en ir a desayunar, pero al ver que solo faltaba media hora para empezar las clases, supuse que no me daría tiempo. Y que debía de ir bajando ya. Me arrepentí un tanto de no haberme duchado y arreglado más rápido, o de no haberme levantado más pronto. Las clases normales empezaban a las nueve, pero al ser el primer día, hoy empezábamos a las once.
Miré rápidamente la carpeta que nos habían entregado el primer día, para saber los horarios. Bien, Historia, Filosofía, Biología, Física, Matemáticas e Inglés. En ese orden. Mi clase era la 12A, por ser de ciencias.
Me metí las llaves en el bolsillo derecho de la falda, y cerré la puerta tras de mí. Recorde lo que me habían dicho cuando vine a hacer la entrevista con mis padres. No hacia falta mochila; porque por lo que tenía entendido; los libros te los daban al entrar en clase, y solo te llevabas a tu cuarto los que necesitabas para estudiar. Tenía descansos de diez minutos entre clases, lo suficiente para dejar los libros o hacer algún trabajo. Hoy solo tendría clase hasta la una, de presentación; pero los demás días, serían de nueve a dos, y de tres y media a seis y media. Me podía saltar las clases siempre que los profesores me lo permitieran, o estuviera enferma. El comedor cerraría a las tres y cuarto, y abriría otra vez de noche hasta las diez y media. Y por último, a las once cada uno debería estar en su habitación, quedaban completamente prohibidos los pasillos.
Caminé rápidamente, temiendo haberme entretenido mucho repasando las normas. Bajé los escalones de dos en dos, ante la gente extrañada de los pasillos. ¿Estaba contenta? No lo sabía, aunque no encontrama motivo para estarlo. Bueno, quizás la ocurrencia del chico de esta mañana, lo que paso con Bonnie, o mismamente Carlos. Esperaba que hoy, por una vez, fuera un buen día.
La primera planta estaba atestada de gente. Yo debía ir a el aula 12A. El primer día, cuando mire las clases, no me pare a observar que número llevaban. Pero como había muchas aulas sueltas, como laboratorio, supuse que nos llevarían de unas a otras dependiendo de la materia que nos tocase.
Divisé una hoja suelta en la pared con el número de clases, y busqué la mía. Perfecto. Segundo pasillo a la derecha. Lo busqué con la mirada, y abrí la puerta para meterme dentro. No pude reconocer el pasillo, de cuando vine el primer día. Había muchas aulas, o por lo menos muchos carteles. 2A, 4A, 6A, 8A, 10A. Todas cerradas. Ahí estaba, la 12A, pero también con la puerta cerrada. ¿Había llegado tarde? No lo creía, porque la gente aún seguía en los pasillos. ¿Me atrevía a abrir la puerta? Bueno, era lo correcto. Así que llame dos veces, y espere hasta que me abrieron.
Un hombre con barba de más ds tres días, alto, con gafas, y con cara de pocos amigos, me hizo un gesto con la mano para que pasara. Me sonroje un poco por la situación, pero acabé pasando.
-Buenas tardes, señorita... ¿Laurence? ¿Me equivoco?
Oh. Genial. Ya le caía mal al profesor de historia, y aún no habían empezado las clases. Sí, por supuesto que había llegado tarde. Al menos para él. Aunque había un montón de sitios libres en el aula, todos me miraban extrañados.
La sala constaba de cuatro filas de unos cinco o seis pupitres, de dos personas cada uno. Solo ocho o nueve ocupados, pero ninguno de ellos era Carlos. Suspiré profundamete, y me senté en uno que quedaba libre en segunda fila. Lo suficiente alejada de la mirada indiscreta de la gente.
-Sí. Bianca Laurence.
Un grupo de chicos vitoreó. ¿Pero qué coño pasaba en ese internado? El profesor se limitó a levantar la mano, y señalar con ella la pizarra. Había escrito un nombre. McArtheny. Se me hacía un poco díficil pronunciarlo, pero afirmé con la cabeza, en señal de aprovación. Y ense momento se abrió la puerta.
Pensé que me moría. ¿Él? No, él no. Pero no venía solo. También estaba Bonnie a su lado. Y después de lo que había pasado ayer, no me apetecía nada estar a su lado. Aún así, era mejor que su acompañante. Era mejor que Daniel.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...