Capítulo 17. Nunca más.
Estaba apoyada en la pared de mi cuarto, con los labios de Carlos aún pegados a los míos. No sabía por qué estaba haciendo eso, pero lo hacía igualemente. Mi cuerpo se negaba a apartarse de él, aunque yo se lo suplicaba. No quería seguir así, no sin saber qué era lo que realmente sentía por él.
El frío de la pared se traspaso a mi espalda, pero solo fueron unos instantes. Él estaba quieto, pero sus manos se movían desenfrenadamente por todo mi cuerpo, proporcionandome una extraña sensación calurosa allá por donde pasaban. Me recorrían toda la columna vertebral, hasta llegar a las caderas.
Cambió de posición, y aproveche para separarme un tanto, aunque no demasiado, porque mis pies no querían obedecerme.
-¿Qué?
Me miró extrañado nuevamente, como si no supiera por qué actuaba de aquella manera. Yo le dirigí una mirada de reproche.
-Un trato es un trato. Te dije un beso, me lo contabas y te ibas, ¿recuerdas?
Él intentó atraparme de nuevo, pero yo sonreí. Ya no lo conseguiría. Había retomado el control consciente de mi cuerpo. Volvía a tener total control sobre él.
-Oh, vamos. ¿Justo ahora?
Sacudí la cabeza, y esboce una mueca de alivio, como para dar a entender que ya había pasado todo, y que me sentía mucho mejor de haberme separado de él. Él me observo silenciosamente.
-En la parte de la historia que te mencionó tu amiga, le faltó incluir un nombre. Nate. ¿Y ahora, podemos...?
Me cogió de la cadera, pero yo no hice caso de él. No quería que me engañara, como a las otras. Quería saber más cosas sobre lo que me acaba de contar. Él pareció entender cómo me sentía.
-El año pasado. Principios de curso. Chico conoce a chica, y chica se enamora de chico. Comienzan a salir, hasta que un gilipollas cualquiera, jugador de rugby, se entromete entre los dos. Se lleva a la chica. Todo muy típico.
¿Cómo? No me lo podía creer. No podía creerme que Eve se hubiera saltado esa parte, que hubiera mentido con respecto a Carlos. Si fuese como él decía, no debería haberlo juzgado tan mal. Pero tenía que saber la verdad, para poder decidir correctamente si merecía o no la pena seguir pensando de esa manera de Carlos. Aunque fuera un manipulador psicótico compulsivo, a lo mejor tenía un lado bueno, y aún no lo había descubierto. Dede luego, porque no me era indeferente. Para bien o para mal, era algo que debía de admitir cuanto antes.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...