Capítulo 94. And the trumpets they go.
No sabía cuántos minutos habían pasado desde que me besó, o siquiera si se había hecho de noche. Pero no era algo que me importase demasiado.
Mantenía los ojos cerrados, y respiraba pesadamente ya. Realmente no estaba muy segura de lo que estaba haciendo. De si era bueno o malo, o de si debería parar, aunque no pareciese que quisiera. Si no sentía lo mismo que con Carlos, muy cerca se quedaba. Era díficil de describir.
A estas alturas, decir que no me gustaba Axel sería una gilipollez. Porque lo hacía; incluso si minutos antes había pensado lo contrario. Pero era algo extraño, porque de verdad le seguía queriendo como amigo, como antes.
Se separó un instante de mí al ver que paraba de corresponderle el beso.
-¿Qué pasa?
Abrió los ojos, tan solo estando a centímetros de mí, sorprendido. Yo también lo estaba, la verdad.
Axel sonreía, pero yo no podía hacerlo. ¿Por qué? Debería haber podido hacerlo, o al menos pestañear, no quedarme estática cómo había hecho.
¿Ahora? ¿Todo se quedaba aquí? ¿Qué era lo que acababa de pasar? Nos habíamos besado... Pero, ¿qué ocurría ahora? ¿Haríamos que no había pasado nada? ¿Saldríamos juntos? No. Yo no quería salir con nadie de momento, y seguía firme en eso. Pero no era como si no le hubiera besado también, lo que me convertía en una especie de...
-¿Qué estamos haciendo, Axel?
Respiré pesadamente al oírme a mí misma contestar de esa manera. Parecía que le estuviese rechazando, pero no era así. No sabía lo qué quería exactamente.
Él solo se limitó a mirar el suelo, y a mí alternativamente. Luego puso los ojos en blanco, y los cerró fuertemente.
-Me gustas... Y creo que tú sientes algo parecido. ¿Necesitas más explicaciones?
¿Qué quería insinuar con eso? No me había contestado a la pregunta, sino que me había respondido con otra, que para mi gusto, no tenía nada que ver.
Me miró seriamente al darse cuenta de que yo lo estaba haciendo. Había cometido un error... Todo había sido un error, porque no debí besarle. No es que no me apeteciese; sin embargo, no debí hacerlo. Se dio cuenta de mi gesto, y puso sus brazos en jarras, como pidiendo disculpas.
-Eh, ¡qué no te he pedido que seas mi novia ni nada todavía! La verdad es que no me van esas cosas de las etiquetas... Solo dejarse llevar, y divertirse.
¿Otra vez? Ya estaba metida en el mismo lío que con Carlos. Dejarse llevar, y divertirse. Pero al menos él y yo habíamos salido antes... Sí... Como medio día.
-No lo entiendo.
Parecía subnormal, pero era la verdad. Muchas cosas no estaban en mi pensamiento, y esa era una de esas. ¿Qué clase de relación se basaba en dejarse llevar y divertirse, sin ser realmente nada?
-Mira, es como si fuésemos amigos. ¿Te gusto?
¿Qué clase de pregunta era esa? Bueno, le había besado, ¿no? Entonces... ¿Me gustaba? Era una tontería por su parte preguntarlo. Aún así, mi voz tembló cuando le respondí.
-Sí... Creo.
Cerré los ojos fuertemente, muerta por la vergüenza. No tenía ningún sentido que me pusiese así ahora, pero no pude evitarlo. Los colores habían ascendido hasta mis carrillos.
-Pues eso es lo único que importa.
E intento besarme de nuevo, y yo cerré los ojos de manera inconsciente. Pero volví a abrirlos tan pronto como escuché un golpe seco a mi derecha. Y todo se volvió negro de repente.
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Solo un paso.
Romansa¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...