Capítulo 54.

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Capítulo 54. You'll always be mine.

Me senté en el suelo del pasillo, pensando en lo que había ocurrido. Parecia incongruente, y completamente irreal. Seguía sin entender qué era lo que había pasado... para que me dejara de esa manera. Mi vida era mía, y quería estar con Carlos. Eve podría insultarme todo lo que quisiera, yo solo me limitaría a defenderme. Aunque antes me había pasado, en ese tenía razón.

¿Iba a clase de Biología? No me apetecía nada, después de todo. Pero tendría que ir, porque había venido a eso, ¿no? Es que todo me salía mal. No dejaba de repetirme que no tendría que haber dejado mi Mundo atras, que no debería haber venido al internado.

-Ey.

Miré hacia atras. ¿En serio era él el que me hablaba? Creía que ya lo había dejado todo el claro el día anterior. Que solo era una cualquiera, que eso era lo que pensaba de mí. No quería hablar con él entonces, no quería que me hiciese otra vez llorar, no si no tenía a Carlos ya para consolarme.

-Déjame en paz, Daniel.

No me había gustado solo el mero hecho de haberlo tenido en mi clase de Historia, como para encima hablar con él ahora. Ese estúpido me había hecho mucho daño, simulando ser una persona que no era. Me voltee para no tener que verle, porque no se había movido ni un centímetro de mi lado. Así no se pararía a pensar en la rojez que habían provocado las lágrimas en mi cara.

-Bianca, de verdad... siento lo que pasó ayer. Es solo que me pone realmente furioso que prefieras a Carlos... antes que a mí. Joder, Bianca, me gustas, ¿no te has dado cuenta todavía? Ayer, cuando te bese en tu cuarto... pensé, pensé que podía considerar que estábamos juntos... y luego, cuando te vi en aquella sala, estaba destrozado por la pelea, y me enfureci porque me dijiste que estabas saliendo con él, por lo que deduci que el beso no significo nada para tí. Creéme, no quería exigirte nada, ni hacerte daño. No soy así, pero es que contigo...

No sé en que parte dejé de escuchar. No tenía ni idea de si lo que me decía era verdad o mentira, o de si podía creerle. Lo que me hizo... no tenía perdón. Pero tampoco lo que yo le hice; que fue besar a Carlos y empezar a salir con él, justo después de que le pegara una paliza. No sabía que hacer, pero no me apetecía hablar más con él.

-Vete, por favor. Solo... mira, no quiero más problemas. Lo único que pido son unos putos amigos normales, pero nadie parece serlo. Todos... me engañais, ¡joder!

Me levanté despacio, y caminé hasta la clase de Biología. La puerta estaba abierta, aunque no había absolutamente nadie. Mejor, así nadie vería mi cara enrojecida por las lágrimas de momento. Miré la clase, era completamente diferente al resto. Tenía siete mesas de laboratorio, al final del aula; y unas catorce sillas apiladas en un rincón. También había una mesa para el profesor, con dos microoscopios ópticos y frascos de diferentes colores encima de ella. En cada lado de la clase, había una vitrina con libros y instrumentos de laboratio. No parecia que hubiese habido clase aún.

Escogí una mesa de última fila, y una silla del montón, y me senté en ella. No quería pasarme allí todo el año, pero hoy no quería que nadie se fijase en mí. No quería llamar la atención de nadie.

Un sonido procedente de la puerta me despertó de mis pensamientos. Una chica menuda, con gafas de pesta y pelirroja entró, y me sorprendió cogiéndose una silla y sentándose a mí lado.

-Hola, me llamo Stacy.

Se colocó sus gafas, y se apresuró a mirar la mesa, un tanto aturdida. Era tímida, eso se podía deducir. Pero yo no tenía ganas de hablar con nadie. Aún así, la respondí por cortesia.

-Bianca. Encantada.

Realmente sabía disimular muy bien, aunque pensaba que mi sonrisa falsa en aquellos momentos se notaba demasiado como para ignorarla. La miré, su pelo me impresionaba un tanto, porque parecía natural.

-Igualmente.

Se apresuró a darme dos besos, y yo me quede quieta, correspondiendola. Quizás esta fuera la buena, alguna debía de haber en el internado, ¿no? Me llamaba mucho la atención. De todas formas, tampoco pasaba nada por tener una decepción más, porque yo ya no confiaba en nadie.

-Soy nueva aquí, la verdad. Y no conozco mucha gente.

Me sorprendió que esas palabras vinieran de ella. Pero mira, ya eramos dos. Y la verdad, hablar con ella me iba animando un tanto. No parecía ser del tipo Eve, ni Rachel, ni siquiera Daniel.

-¿Eres nueva? ¡Yo también! ¿De dónde vienes?

Sonrió por debajo de las gafas, y me miró fijamente, sonriendo. No de podía comparar a la sonrisa de Eve, pero era una sonrisa bonita al fin y al cabo.

-Vengo de Queens.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora