Capítulo 22.

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Capítulo 22. ¿Sí, o no?

¿Qué? Me había quedado atónita. ¿Por qué no se canasaba nunca? No entendía que era lo que había hecho para obtener tanta atención por su parte. Pero mi respuesta estaba un poco dudosa, y eso me cabreó aún más que después de hablar con Eve.

Reflexioné sobre lo que me había dicho. No, no le echaba de menos. Si bien era cierto que había pensado en él, en lo relativo a lo que me había contado, también lo era que no había deseado volver a verle... al menos, no tan pronto. Era un puñetero creído. Se tenía que dar cuenta de que no todo el mundo giraba a su alrededor.

-¿Qué? ¿Has hablado ya con tu amiguita?

Me pilló por sorpresa completamente, no me esperaba esa pregunta. Sí, claro que había hablado con ella, y claro que tú me habías mentido. Pero tenías una excusa, los celos son una buena excusa. Cambian nuestra percepción de la realidad.

-Sí... me ha dicho que ella no tuvo nada con ese tal Nate... y que tú la dejaste por creer que estaba con él...

Acercó su rostro al mío. No, por favor. Tanta proximidad no era buena, tras lo que había pasado las dos veces anteriores que la habíamos tenido. No quería que se acercara más, porque no podía pensar con claridad. El recuerdo aún estaba demasiado visible en mi cabeza.

-¿La creíste?

Su voz adquirió un tono más amargo y más serio, como si estuviese realmente enfadado. No conmigo, sino con Eve. Pero aún así, no se despegó ni un solo centrímetro de mí.

-Bianca, te ha mentido. ¿La crees a ella?

Afrimé con la cabeza, lentamente. Él retrocedió unos pasos. Bien, así estaba mejor. Ya podía empezar a pensar de manera coherente otra vez.

-Ah. Da igual.

Me apartó de la fila, cogiéndome del brazo de maera muy violenta. No podía hacer nada, era más fuerte que yo. Genial, había perdido mi puesto en la cola, por un psicótico manipulador.

-Para, me haces daño.

Pero no hizo el más mínimo caso. Me ignoró, y, por la expresión de su rostro, pensé que sería mejor no quejarme. Miré al frente, caminabamos hacia los jardines, pero se paró al llegar a la primera pared, junto a unos baños. No quería saber el por qué me llevaba allí.

-Entra.

Caminé por mi propio paso, antes de que él me metiera por la fuerza. Cerró detrás de mí, y se colocó en la puerta. Le miré. Sonreía de la manera en que lo hacía siempre.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora