Me desperté en una habitación que ya me empezaba a resultar familiar, y no pude evitar mirar debajo de las sábanas. Se me subieron los colores al recordar la noche anterior, y al recordar el por qué estaba apenas vestida con la ropa interior. Debería haber estado ya acostumbrada, pero no era así, y no lo iba a ser en mucho tiempo.
Me tapé rápidamente, miré hacia mi lado, y me sorprendí al no encontrar a Carlos durmiendo. Me encantaba verle dormir. Parecia un verdadero ángel. Tanta pose de chico de duro de día, que se iba completamente al traste durante la noche. ¿Por qué no estaba?
Me levanté lentamente, y recogí mis prendas una por una. Por el suelo, otra vez. Pero es que anoche había estado demasiado ocupada como para pensar en dónde las dejaba colocadas. Carlos, sin embargo, las había dejado apiladas en una silla... en la que al mirar en ese momento, ya no estaban. De seguro, se había ido a algún sitio, y pronto volvería.
Desde la ventana de la habitación, no parecía que fuese aún de día, por lo que me volví a acostar otro rato. Podría ser que Carlos se enfadase al ver que me había ido sin decirle nada, y para qué mentir; su cama era muchísimo más cómoda que la mía.
Cerré los ojos, pero no logré conciliar el sueño. ¿Por qué tardaba tanto? Yo también podría reclamarle por no estar allí cuando me había despertado. ¿Era mejor que fuese a buscarle? No, por su bien que reresase rápido. La cama solitaria se veía algo fría para mi gusto, y una parte de mí se moría porque volviera a abrazarme por detrás, como solía hacer. Con gesto protector, totalmente con la cabeza recostada en su pecho.
Unos minutos más allí, y decidí regresar a mi cuarto. Si Carlos no volvía, era mejor dormir en mi cama, que al menos tenía al lado a Marion, que podía reconfortarme con su presencia. Me vestí, y abrí la puerta de su cuarto con sigilo. Sin embargo, algo me hizo pararme en seco. Al lado de la puerta, en el escritorio, había un pequeño folio escrito que anoche no me pareció que estuviese ahí.
A lo mejor era demasiado cotilla, pero la curiosidad me comió tanto por dentro que no tuve otro remedio que cerrar la puerta de nuevo, y sentarme en la silla a leer lo que ponía.
"Puedes quedarte el tiempo que quieras en mi cuarto, aunque ya te veo recogiendo tus cosas como una posesa, y poniéndotelas encima para que no te vea desnuda. Como ya te he dicho, tienes un cuerpo que llevaría al mismisimo Dios al infierno.
Te conozco, y sé que ahora mismo se te estarán cayendo las lágrimas. No quiero que llores por mí, porque no me lo merezco. Ahora mismo, solo me puedo considerar un canalla que no se atrevió ayer a decirte algo demasiado importante. Y sé que ahora no es el momento, pero prefiero que te enteres antes de que huyas de la habitación.
Soy un cretino, un egocéntrico, un idiota, un ególatra, y un psicópata manipulador. Pero al fin y al cabo, un subnormal con suerte. Y lo digo porque solamente yo he sido capaz de tenerte, tal y como estabas hace unos minutos en mi cama. En mi vida.
Una parte de ti, y no te mientas, sabe por qué escribo esto. Solo puede haber una razón que me impida estar contigo en estos momentos, y está bastante clara. Me voy, Bianca, pero por una razón congruente. Mi padre me necesita en estos momentos, no sé en que anda metido, pero me llamó hace dos días, borracho y pidiendo ayuda desde un hotel de Nevada. Mi tío quiere que esté con él al menos hasta que se recupere. No pertenezco a una buena familia, y lo sabes. Pero no puedo abandonarle sin más, por mucho que él lo hubiese hecho conmigo antes, mandándome al internado.
No me esperes, aunque pronto cumpliré los dieciocho años, y tú también. Entonces, te juro que volveré a por ti. Nada más salgas del internado, y te llevaré conmigo. No quiero estar separado ni un minuto más de ti. Juro que lo primero que haré cuando te vea será intentar reconquistarte, aunque tenga que emplear todos los medios que existan. Porque eres una de las dos únicas chicas a las que le he dicho "te quiero", y la única que sé que me ha querido también.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...