Capítulo 13. En un mar de dudas.
Seguía lloviendo, pero me daba igual. Yo continuaba corriendo sin rumbo fijo, evadiendome de la realidad como lo llevaba haciendo tantos y tantos años atras. Se suponía que estaba confundida, pero en mi interior, estaba más segura que nunca. Solo dos palabras cruzaban mi cabeza en aquellos instantes; odio, y amor. La diferencia era que yo no amaba a Carlos, pero por alguna razón que no llegaba a entender, tampoco era capaz de odiarle del todo. No después de que me besara. No después de que se me nublara todo.
Había hechado por tierra mis ideales, me había convertido en lo que llevaba tanto tiempo temiendo; una fulana barata. Había respondido al beso de Carlos, cerrando los ojos, y dejandome llevar. Llevaba tanto tiempo sin hacerlo que ya no sabía lo que se sentía, esa sensación de libertad. Pero no era bueno, únicamente me había convertido en una cualquiera. Había besado a alguien a quién no quería, ni con quién matenía una relación. ¡Cuántas veces había rechazado lo que acaba de aceptar por ese mismo motivo! Para mí, nunca habían existido los besos sin sentimientos, y yo por Carlos... no sentía... sentía... no sabía exactamente que decir al respecto.
Tenía miedo. Miedo de que me hubiese atraído la personalidad de Carlos, del prototipo de chico que o era, o llegaría a ser popular, el que le gustaba a todas. Porque yo solía haber sido siempre la excepción, la que no se incluía en ese "todas". Pero eso era hasta entonces. Estaba segura de que él, solo había jugado conmigo. Fui su diversión.
-¡Bianca!
Me giré. Tras de mi tenía a la chica rubia, de ojos azules, que había conocido esta misma tarde. Eve, que corría hacia mí, casi con movimientos desesperados. Tenía el pelo empapado, como si me hubiera estado siguiendo desde que empecé a deaumbular por los jardines del internado.
-¿Eve? ¿Qué haces aquí?
Me sonrió con una de esas sonrisas cálidas que la caracterizaban, y me dió un abrazo. Fue un tanto, aunque no mucho, reconfortante.
-¿Acaso no es obvio? Has empezado a correr como una loca, y yo, simplemente me he limitado a seguirte. ¿Tú sabes cómo me he puesto por seguirte? ¡Mira mi ropa, y mi pelo! ¡Parece que voy dejando charcos en el suelo, por donde paso!
Me cogió del brazo, y empezamos a caminar en dirección al internado. Era muy simpática, y había conocido pocas personas así. Merecía la pena estar con ella, con sus cálidos abrazos, y sus bonitas sonrisas.
-Bueno, ¿qué? ¿Me vas a contar ya por qué corrías antes como una posesa?
No me imaginaba que me duera a hacer esa pregunta. ¿Cómo le contestaba? ¿Le decía la verdad, o le mentía, y le decía cualquier cosa? Era mi amiga, aunque solo la hubiese conocido hacía escasas tres o cuatro horas. Pero me transimitía una extraña sensación de seguridad. Confianza. Y esa confianza era lo mismo que me obligaba a decirselo.
-¿Conoces al sobrino del director?
Ella me sonrió de manera pícara, y hizo un gesto con la cabeza de asentimiento. Bien, eso me ahorraba una descripción más precisa.
-Pues verás, se ha pasado las horas acorralándome; antes de que llegaras tú, después de salir del despacho del director, antes de venir aquí... Me trataba de una manera compulsiva. Es un puto manipulador psicótico. Y antes... antes... antes me ha besado.
La cara de Eve cambió por completo. Ahora parecía de todo, menos simpática, algo parecido a como la había visto cuando me acompañaba para que entrara por primera vez. Sombría, con gesto apacible, y cabizbaja. Pero pronto recuperó su forma normal.
-¿Carlos? ¿Te ha besado? Oh, Dios, cielo. Esto no puede ser bueno. Eso significa que eres su objetivo. ¿Sabes? Ese chico es un completo estúpido. Colecciona chicas, porque se supone que está buscando alguien muy concreto. Juega con vosotras, Bianca. Juega, y luego os tira a la basura.
¿Alguien muy concreto? Era un cerdo, pero de eso ya tenía conocimiento. No. No era eso lo que le había llamado la atención de lo que había dicho Eve. Era lo de jugar con todas las chicas, lo que confirmaba todas y cada una de sus sospechas. Solo era una muñeca para él. Pensaba que se podía simplemente divertir con ella, porque había aceptado besarle, pero en eso se equivocaba. No volvería a pasar nunca más. Le odiaba. Cada vez más.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...