Capítulo 10. Un largo camino.
No le dediqué ni un segundo a pensar en lo que había pasado instantes antes. Después de ojear un rato la carpeta que me había dado el director acerca del internado, fui al armario, y miré de nuevo la ropa que había metido. El uniforme seguía siendo horrible, pero me atraía cada vez más la idea de llevarlo.
De momento había conocido a Eve, a Denise, a Carlos y a Daniel. Las dos chicas que estaban conmigo en el despacho, carecían de importancia. Sobre todo por su comportamiento con Carlos. Bah. Prefería no conocerlas nunca, por miedo a que fueran copias exactas de él en femenino.
-Señorita Laurence.
¿De verdad? ¿No podía estar ni un segundo tranquila? Reconocí que una voz masculina llamaba a la puerta, con una paciencia infinita. Aunque trate de no hacer ruido, debía de saber que estaba dentro. Al final, abrí.
-Tengo que hablar con usted.
El director del internado se encontraba ante mí, ataviado con la misma bata de cuando fuí a verle. Portaba una cara demasiado virtuosa, aunque también era capaz de distinguir una ligera sonrisa.
-Quiero pedirle disculpas. Mi sobrino estuvo fuera de lugar. No quiero que se haya llevado una impresión equivocada del centro. Es un chico conflictivo, ¿sabe? Pero en el fondo, es buen chaval. De verdad.
La forma en que hablaba era mucho más amena que antes. Ahora parecía tener nuestra misma jerga. Estaba muy convencido de cada palabra que decía.
-Mi sobrino mismo irá a disculparse con todos vostros despues de la cena. Espero no haberle causado ninguna molestia. Hasta luego.
No había hablado ni una sola palabra. Permanecía callada asimilando lo que acababa de oir. ¿Venía a disculparse, por su sobrino? ¿Y nos iba a pedir perdón a todos? No es que me cayera bien Carlos, porque cada vez tenía más claro que le odiaba por su personalidad, pero, aunque hubiese sido inoportuna, y de maleducado la frase que había dicho, tampoco era para pedir perdón. Además, que yo prefería no volverle a ver. Nunca, si era posible. No quería que me volviera a acorralar, ni nada por el estilo. Y menos dejarme sin palabras. No quería hablar con el que ahora consideraba mi enemigo.
Cerré la puerta del cuarto, y me tumbé en la cama. Comencé a ordenar mis prioridades. Uno; escabullirme de Carlos después de la cena, para lo que me debería de esconder en un lugar seguro. Dos; mantener una conversación prudente y sin altibajos con Denise. Tres; conocer a más gente, aunque no era prioritario.
Mis ojos se desviaron hacía la pared de la ventana. No es que tuvieramos demasiadas vistas, pero al menor, podíamos obtener algo de luz natural. Era algo que agradecer.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...