Capítulo 44.

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Capítulo 44. Awesome.

Carlos me acompaño al comedor. Otra vez ante la mirada de unos cuantos, por no decir muchos, alumnos que estaban enfrente de nosotros esperando. No me importaba. Únicamente estaba nerviosa, no podía parar de pensar en Daniel, y en su comportamiento de antes. En verdad no tenía que haber ido a verle.

-Carlos...

Me agarró fuerte de la cintura, y pude distinguir algún que otro silbido de unos chicos del principio de la cola. Yo suspiré cuando puso su cabeza en mi hombro.

-Dime, preciosa.

Me giró y me miró a los ojos. Quería contarle la verdad. Que Daniel, de una manera o de otra, me había llamado prostituta. Pero sabía que si lo hacia Carlos se metería en problemas. Y tras comprobar que era la única persona que de verdad no había jugado conmigo, no me apetecía que los tuviera.

-Nada. Solo es que... me gustas mucho.

Las palabras salieron a vocanadas de mi boca. Yo no pretendía haberle dicho eso, aunque fuera verdad. Pero daba igual, ya estaba dicho. Y no me imporfaba mucho que lo supiera, solo estaba un poco sorprendida de haber podido hacerlo.

Me sonrió, y me abrazó muy fuerte, apretándome junto a él. Me dio un pequeño beso, y junto su boca con mi oído. ¡Joder! ¿Cómo podía tener unos ojos tan preciosos?

-Eh. Pequeña. Tú a mí me encantas. Lo de gustar... bueno, prefiero otras dos palabras, y ocho letras. Pero me lo terminarás diciendo.

Oh. Madre mía. ¿Se refería a...? No, no podía ser... Mis ojos se abrieron en un gesto autonomo, y no pude hacer más que esbozar una gran sonrisa. El 'te quiero' era demasiado grande aún, y él lo sabía. Al fin y al cabo, tenía que agradecer a Daniel haber estado conmigo antes, porque quién sabe si si no hubiera ocurrido, hubiera entrado Carlos y me hubiera propuesto empezar a salir con él.

Avanzamos con la cola, y entramos por fin en el comedor. Carlos se sirvió la última ración de patatas fritas con pollo que quedaba sobre la mesa, y una manzana. Pero no era paea él, porque al terminar con su bandeja, me la tendió a mí. Él se cogió una ensalada, y otra manzana en una nueva.

-¿Qué? Espera, ¿qué? ¿Por qué?

Me miró, poniendo los ojos en balnco, y me dió un beso en el cuello, muy cortito. Luego me acompaño hasta una mesa que había libre en el fondo.

-¿Te crees que no sé que no has comido en todo el día? Oh. Venga. ¿Qué clase de novio sería si no lo supiera?

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora