Capítulo 42.

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Capítulo 42. Getting nowhere.

Le miré lentamente a los ojos. No le reconocía. No era ni de lejos la persona a la que antes había besado. Ese no era mi amigo. No era nada de nada. Aún así, me sentía culpable por ocultarle mi relación con Carlos, después de todo lo que había ocurrido en el cuarto. Después de la pelea.

-Daniel, estoy saliendo con él. De verdad, no sabes cuánto lo siento. Solo... mira, no sé cómo explicarlo. Joder, es que no puedo simplemente ignorarlo, y besarte. Te lo he dicho, eres mi amigo. Y eso para mí es importante.

Daniel me empujó fuertemente hacia atras, y perdí estabilidad. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué la empujaba? Comprendía que pudiese cabrearse, pero no hubiera esperado más lejos de eso. Estaba comportandose violentamente. Mi espalda chocó contra la pared de detrás, y se acercó rápido a mí.

-Oh. No me lo puedo creer. Eso sí que no me lo esperaba. ¿La chica buena, con el rebelde gilipollas? Típico. Demasiado. Pero entonces no te importara... besarme a mí una última vez, ¿no? Venga, solo es para despedirnos. Eres igual que todas. Crees que contigo será diferente. Que hará más que liarse contigo mientras se enrolla con otras. Crees que serás única. Pequeña estúpida. Bien, pues bésame. Bésame, y te dejaré en paz con tu cuento patético de hadas.

Empecé a llorar. Tenía la espalda dolorida por el golpe. Pero eso no lo provocaba, sino sus putas palabras. Desde que había llegado, casi todos habían parecido engañarme, reirse de mí. Daniel no era una excepción, aunque me hubiera hecho creer que así era. Daniel no era para nada tímido, sino violento. Tanto se había cuestionado si era él quién verdaderamente merecía la pena, y ahora hacía esto. Me trataba como a una cualquiera.

Le pegué una bofetada, y salí corriendo como pude de allí. No quería estar más tiempo con él. Nunca. No iba a seguir persiguiendole para pedirle perdó. Para mí estaba ya todo más que aclarado. Y mis lágrimas lo demostraban. No volvería a hacerme daño.

Corrí tanto por los pasillos que no me dí cuenta de que pasé frente a Carlos, que parecía esperarme fuera de la puerta que daba al vestíbulo. Me tropecé con él, pero fue lo bastante rápido como oara sostenerme antes de que me cayera. Oh. Yo seguía llorando, y Carlos me miró con algo de tristeza.

-¿Qué coño ha pasado ahí dentro?

Me abrazó lentamente, lo que me proporcionó una sensación reconfortante. Si no hubiera pegado a Daniel, nada de esto se hubiera desencadenado. Pero tampoco estaría con Carlos... sino con él. Y yo no querría estarlo, por encima de todo.

No pretendía que Carloa se enterase de nada, porque no quería que volvieran a pelearse. No querí dañar a Daniel, sino únicamente ignorarle.

-Nada.

Me abrazó más fuerte, y me apretó a él. Después de lo que había pasado, eso era capaz de hacer que me tranquilizara un poco. Carlos... no sabía, pero creía que nunca tenía que haber dudado de él. Al fin y al cabo, él no me había mentido. Hasta entonces, al menos.

-¿Qué dices? ¿Qué esas lágrimas son porque te ha entrado algo en el ojo, estando aquí dentro? Venga, Bianca, no me mientas.

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