Spend hours looking in the mirror.
La última hora ni siquiera me había dirigido a clase, sino que me la había pasado en mi cuarto reflexionando sobre lo que había hablado con Carlos. Y había llegado a una conclusión. Haría cualquier cosa, cualquiera, para que volviesemos a estar juntos. Sí, en tres días me había dado cuenta de que era muy importante para mí. Su cínismo, su forma de hablar, y esa sonrisa encantadora de los mil demonios.
Caminé por la habitación, sin poder parar de moverme. Esta relación... era lo mejor que me podía haber pasado en mucho tiempo, aunque no me diera cuenta al principio. Y por supuesto, lo mejor que me podía haber pasado en el internado. Por muchos Eve, o Daniel que hubiese.
Oí la campana, y me miré al espejo. Era la hora de comer, y sí que tenía un poco de hambre, a diferencia de otros días. Mierda. Mañana tendría bronca con el profesor por no haber asistido hoy a su clase.
Me hice un moño frances rápido, dejando que algunos mechones cayeran sobre mi espalda, desenfadados; y síntoma de que no me preocupaba mucho mi aspecto. Bueno, sí, pero prefería no pensarlo.
Abrí la puerta, y la cerré de un golpe. Me coloqué bien el uniforme, y miré un segundo al suelo, descrubiendo que había una carta. ¿La abría, o no? Podía ser que fuese para mi compañera de cuarto, no para mí. Pero la curiosidad siempre había podido conmigo.
Abrí el sobre, y me dí cuenta que había dos papelitos dentro. Uno con mi nombre, y otro con el suyo. Miré el mío, y deje la carta en el mismo lugar con el suyo dentro.
"Bianca Laurence. Queda invitado/a oficialmente al acto de presentación que tendrá lugar en la planta baja del Internado, el viernes 11. Se ruega acudir con ropa formal. Agradecermos su presencia."
Vale, bien. Pues yo no iba a ir. No me gustaban esos rollos. Aunque, si lo miraba por otro lado... Y si iba Carlos y me pedía que fuera por él... Temrinaría accediendo, es más, empezaría accediendo. Pero no me lo pediría, porque según él, "ya no estabamos juntos". Y no bajaría para verle con otras, por supuesto.
Tiré la carta en la papelera de mi planta, y bajé las escaleras rápidamente. Posiblemente me había entretenido demasiado tiempo leyendo la nota, y todos ya habrían empezado a comer. Solo rezaba para que aún estuviese abierta la cola del comedor.
Me tropecé, pero seguí andando. Hasta que entreví algo de cola al final del pasillo de la primera planta; y me dirigí silenciosamente hasta ella. El día anterior... Dios, ayer ni siquiera estaba saliendo con Carlos cuando estaba allí. Ayer ni siquiera estaba segura de que no le odiase, y hoy... Hoy estaba segura de que quería estar con él.
-Eh, bonita. Mira por dónde andas, ¿si?
Oh, no, reconocería esa voz en cualquier parte, y con tan solo haberla escuchado unos días. La puñetera manipuladora de Eve. La chica que hizo daño a Carlos, y luego a mí. Por la que corté con él. ¡Maldita fuera!
Me giré, y ví que me había chocado con ella. ¿En serio me la tenía que encontrar en todas partes? Y encima y para colmo, con Daniel a su lado. Si es que no podía tener mejor suerte.
-Eh, venga ya, Eve. No se ha dado ni cuenta.
Y ahí estaba, sosteniéndome de los hombros. Siempre aparecía cuando lo necesitaba, o bueno, cuando no sabía que decir. ¿Por qué no podía ser así? Por favor, estaba desesperada porque estuviera conmigo.
Me giró, y me dió un suave beso en los labios. Despues, se separó rápidamente, en un gesto apenas perceptible por mi parte. ¿No había dicho que no haríamos nada en público? Dios mío, me estaba volviendo loca.
-Que asco, Dios.
Y entonces, fui yo la que le besé de nuevo.
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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...