Capítulo 80. Don't stop now, just be the champion.
¿Qué él no sabía que decir? Já. Pues a mí me había dejado sin palabras. Sí, se había comportado como un subnormal de cuidado, pero yo tampoco es que hubiese sido una santa. Lo único que verdaderamente me había molestado fue que me llamase de aquella manera. Se estaba disculpando... conmigo, y por segunda vez. Y una parte de mí quería perdonarle. Pero la otra parte me gritaba que me alejarar de él cuanto antes, porque me volvería a hacer daño.
Claro que no podía compararse con Carlos... nadie podía hacerlo, lo había dicho muchas veces. Pero tampoco es que fuera patético... A su modo, era también especial.
-Daniel, estoy con Carlos. O no... bueno, no lo sé. Pero tienes que respetarlo.
Y otra vez ganó la parte buena. Era tonta, pero no podía estar enfadada por siempre. Eso era la madurez, ¿no? Había que saber perdonar, aunque me costara mucho... muchísimo. Menos a Eve, porque ella si que no tenía perdón.
Di otro trago a mi bebida, mientras Daniel cogía también otra de la mesa. Baileys puro y duro.
-Esta bien, pero tú piénsalo, ¿si?
Dió un paso hacia mí, me dió un beso en la frente, y se alejó despacio. No hacía falta que me lo pensase más. Sabía que tenía que perdonarle... solo por el hecho de haberme pedido perdón. Tanto como sabía que no iba a poder olvidar lo que había sucedido tan fácilmente.
Miré a mi alrededor, dando sorbos pequeños a mi vaso, hasta que pude distinguir a Marion a un lado; con una chica rubia, señalándome. Me dirigí hacia ellas despacio. No podía quedarme pasmada más tiempo.
-¡Bianca! Mira, esta es Isa.
Marion se acercó con la chica a mí, corriendo. Sin importarle si llevaba vestido o no. Solo gritando como una loca.
Cuando llegaron a mi lado, la que parecía ser Isabella, se acercó a mí para darme dos besos. Muchísimo más lanzada que yo, por supuesto. Luego se separó, y me miró sonriendo. Vendita simpatía la de todo el Mundo en el internado. Tuve que decir algo para romper el silencio.
-Encantada.
Marion nos miró alternativamente, y con ilusión. Esta vez sí que la debía una. Por peinarme, por dejarme su ropa, y por supuesto, por haberme llevado a esa fiesta, y haberme presentado a la anfitriona. Había pensado y se había preocupado por mí, y era de las pocas personas que lo había hecho.
-También. ¿Por qué no te vienes con nosotras allí?
Isabella señaló un lugar a lo lejos, que no pude distinguir. Yo intenté negar con la cabeza, por vergüenza, pero Marion me retuvo, empezando a hablar como tan solo ella sabía hacerlo.
-¡Eso! ¡Eso! ¡Vente! ¡Jugaremos a la botella!
¿A la botella? ¿Qué eramos...? ¿Unos malditos críos? Abrí los ojos momentaneamente, e inspire hondo. Marion no me iba a dejar en paz hasta que accediera. De eso estaba segura, además, quizás... y solo quizás... era bueno que me relacionase. Para eso había venido aquí, ¿verdad? Pero es que eso de la botella... Nunca me había gustado ese juego, simplemente por el hecho de que no tenías mucho entre lo que elegir si te tocaba. O verdad, o reto. Y una vez que agotases una, ibas a por la otra.
No me dió tiempo a responder antes de que me diera cuenta de que Marion me llevaba a rastras del brazo a través del jardín. Hasta un sitio recogido, al fondo; en el que había formado un circulo de personas, hablando entre ellas.
Marion carraspeó, llamando la atención de todos; y me señaló con el dedo. Yo me moría de vergüenza. No me parecía conocer a nadie. O bueno... a casi nadie, porque mi atención cayó permanente en un chico que estaba justo enfrente de donde estábamos nosotros, mirándome sonriente. Vale, definitivamente no quería estar en este juego.

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Solo un paso.
Romance¿Es cierto que solo hay un paso del amor al odio? Si es así, a Bianca no le resulta tan sencillo. Carlos es el chico popular, cínico, psicópata manipulador, maleducado; aunque tiene dos grandes virtudes bajo esa fachada: es leal, y tiene un coraz...