-No consumo drogas Lenner, esa noche me drogaron-declaró devolviendo el café a la mesa. Dejó caer su cabeza entre sus manos, se apoyo en sus rodillas y esperó a que el profesor fuese paciente para escuchar la tan larga historia entre las gemelas Morgan, los punks locos y las amistades complicadas de su hermana.
-¿Tienes unas horas para explicar todo?
Lenner miró su reloj.
-No tengo nada que hacer hasta el miércoles Morgan, puedes confiar en mi.
Lena levantó la cabeza, se echo en la espalda de su sofá y volvió a desafiarlo levantando exageradamente la ceja derecha.
-¿Esto no es como un consejero estudiantil verdad? Espero esto no sea una responsabilidad laboral, sólo hablamos, como adultos.
Una niña para él, pensó el profesor.
-Ni por dinero extra trabajaría fuera de clases Morgan, esto es simple curiosidad.
-¿Puedo confiar en ti?
Lenner se echó hacia atrás, a su altura, pero lo bastante lejos como para evitar besarla.
-Si contase que estuviste a estas horas en mi piso, un despido sería lo mínimo que recibiría y créeme Morgan, no me interesa la cesantía.
Entonces Lilith ordenó a los guardianes del infierno abrir el portón de entrada a un audaz profesor Lenner, de treinta años, que sin más pecado que un pasado tormentoso dejaba atrás una vida de profesor cualquiera, con encanto inevitable casi testarudo pero no por eso menos apolíneo. La observó otra vez impaciente, pero los estamentos en los que se movía Morgan declaraban que sería casi inasequible el permiso a su vida privada a un hombre al que de lunes a viernes, en ciertos módulos de literatura, hacía imposible su vida. Buscó solución examinando el techo de Lenner que en algún momento fue blanco pero ahora lucia casi grisáceo por la vejez o la humedad. ¿Merecía su confianza? Quizás su admiración literata no, pero no tocarle un pelo esa noche y arriesgarse con el maniático de Dereck le daba un gran tapabocas al recordarlo. No era necesario nombrar su encuentro hace meses, sólo un escape de bestias en duelo de cuatro perillas, nada más.
Observó algo más de su casa antes de separar sus labios, no encontró fotos familiares, ni títulos colgados en su pared, siquiera alguna excelente fotografía de unas vacaciones de soltero que no le sorprendería encontrar. Nada, solo paredes color vino, persianas, muebles viejos y su compañía.
Cedió a su comprensión, la historia era imposible de resumir en breves minutos, ni ella la lograba entender, pero procuró hacer su mayor esfuerzo, por miedo a que pudiese hacer él con esa información, o quizás, a que se alejase.
La historia empezaba con la información que todos conocían: Lena tenia una hermana gemela, Aranna, tan calcadas como si Dios hubiese hecho de una la sombra de la otra, quizás eso había pasado. Aranna siempre recibió más atención, era prodigio en inglés y matemáticas y aunque estéticamente eran idénticas, por alguna extraña razón, Aranna atraía a esa clase de chicos que Lena solía desear. De las dos, Aranna era la mejor mentirosa o sus dotes en la actuación también eran fantásticos, pues a los ojos de Alma, la mayor de las Morgan jamás fue culpable de las peores travesuras que cometían las hermanas ni mucho menos la incitadora a que Lena se escabullese por la ventana junto a ella para irse de fiesta con apenas quince años.
-Era impresionante, pero Ara era tan astuta como un gato, Alma jamás pudo hacerla responsable de nada, sólo recuerdo una vez, quizás a los cinco o seis años, cuando de verdad la regañó.
-Una Morgan mas tozuda que la misma Lenna Morgan, es casi ficticio, pero continua.
Lena sólo negó con su cabeza en respuesta a la liviandad con que Lenner aun tomaba el asunto. Cogió otra vez el café para entibiar sus manos y continuó. A los once años Lena y Arana conocieron a Dereck y a Leo, en esos entonces no eran más que vestigios de alguno que otro vello facial y chaquetas de The Smith que no concordaban con el infantilismo que aun les pesaban en los ojos marrones. Se conocieron por Ara, explicó, uno frecuentaba Ben & Jerry's y el otro ayudaba en la limpieza del Romano por las tardes. Pero Leo fue quien más llamó su atención, desde mas niños era el más tranquilo, prefería no entrometerse en la vida del resto lo que lo hacía ver casi antisocial y frio, pero amante de la literatura. Añadió que fue él quien le enseñó de Poe y porque entonces las historietas de misterio que repartían en la escuela le parecían tan estúpidas. Pasaron largo tiempo juntos hasta que volvieron por un tiempo a Alaska.

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Estimado Señor
Mistério / SuspenseMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.