Bastaba solo mirarla a los ojos para reconocer en ella el temor y la angustia en la que se ahogaba dentro de una burbuja alucinógena barata. Una mala noche, un mal recuerdo o un trago de parte de un extraño eran suficientes para sucumbirse en ella por unas cinco horas, atrapada en el baúl de los peores recuerdos de su vida.
Vamos, sus efectos no eran sólo masoquistas, la primera hora era de felicidad y alivio. Tomarla en cápsulas a los pocos minutos causaba risas, risas burdas y sin razón dejadas atrás por un pequeño lapsus de tiempo de tranquilidad y quietud mental, los problema, hasta el mas mínimo se esfumaba del cuerpo, o mejor aun, del alma.
Y eso parecía perseguir Lena Morgan, con la cabellera apagada y la frente estampada en el vidrio de la ventana permanecía quieta, aterrizando y descansando poco a poco.
Observarla en ese estado conmocionaría a cualquiera, aseguraba David.
No recordaba llevar ni siquiera a sus amigas ebrias a casa después de las fiestas universitarias por simple pereza, por parecerle una estupidez beber para tener las agallas de conseguir a un chico que las llevase a casa o por cualquier excusa que se le ocurriera para no llevarlas con él, pero Morgan, Morgan era como una flor de espinas que se rompería con una simple brisa, eso parecía esta noche.
Se atrevió a mirarla cada vez que la escuchaba lanzar un suspiro, en cada alumbrada rápida que les daba los focos de la carretera a pausas, o quizá cuando el semáforo paraba en rojo, atento a sus mohines somnolientos.
Pero dejarse de cuestionar, el motivo de tal estado aun no le dejaba tranquilo, la había salvado, sí, pero sólo esta noche ¿Qué pasaría con el resto de las noches que le restaban? Recordaba que consumió tal droga dos veces después de cada final en la universidad, primero, al reprobar el examen de latín y la segunda vez, pues la segunda vez la mantenía en secreto. Recopilando su experiencia personal el estrés lo llevó a eso, pero vamos, estaba en el año final de su carrera como profesor de literatura, cualquiera que no quisiera seguir viviendo con una madre esotérica y un padre pocas pulgas se esforzaría hasta los poros por salir de ese hogar, ¿Acaso Morgan se estresaba al solo llevar la primera parte del semestre con un examen que otro? Oh no, ella no estudiaba si no quería, claro le quedó cuando dejó uno de sus exámenes en blancos por parecerle el libro una cochinada machista o alguno de sus personajes iba en contra de sus ideales. Sonrió ladeando la cabeza, ella no conocía el estrés.
Volvió a mirarle, se había enrollado en el asiento del copiloto y parecía a gusto, o por lo menos, segura.
Estacionó sin hacer mucho escandalo frente de su edificio. Al apagar el motor y lanzando un suspiro se dio cuenta de una cosa. Carajos que mal se veía que un profesor trasladara a una de sus alumnas de ultimo año a su piso. Metidas de pata.
Maldijo a regañadientes ser tan intuitivo al actuar. Tomo una bocanada de aire aflojándose la corbata acercándose cauteloso.
-Hey...Morgan...
Pero parecía inamovible, sólo un vahó cansado aparecía y desaparecía del vidrio cercano al compas de su respiración. Probo en tonos mas altos, pero parecía ida. Donde quiera que la BBC hubiese mandando a Morgan, la voz de Lenner no llegaba. Joder.
Salió del auto y abriendo despacio la de puerta de su inesperada acompañante dejó que la brisa de la noche le helara las mejillas.
-Vamos, sólo despierta.
¿Por qué siempre se metía en líos de faldas? De cuclillas ante la bella durmiente miró sobre sus hombros por si algún vecino le observaba con crucifijo en mano, mas ninguno de ellos, ni siquiera la señora Ferrer paseando a su obeso salchicha a tales horas se hizo presente.

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Estimado Señor
Mystery / ThrillerMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.