Atendió sus últimas labores corrigiendo al azar las alternativas y sin mirar nombres para no verse tentado por su amor y compasión de maestro a tener favoritismos. Sólo una hora le separaban de una cerveza fría y los mimos de Lena en el sofá. La doctora Russell había anunciado que era la primera junta de maestro en la que se evaluaría la dinámica de docentes según la evaluación voluntaria–a excepción de Tessa– de los doctores de la universidad de Turkheim. Adelantó el conteo de puntajes para no llevar trabajo a casa pero de pronto el salón había comenzado a llenarse de colegas con tazas de café y con sus portafolios listos al timbre de libertad a las cátedras del director.
–¿Está ocupado?–ronronearon los rizos cobre de Debra ya sentada a su lado.
–Adelante, Debra.
Entre conversaciones mezcladas y siseos al aire los maestros se acomodaban alrededor del mesón de reuniones que incluiría –por lo menos ese era el objetivo– la opinión de todos ellos.
–David, quería preguntarte sobre algo.
Ante el jadeo curioso del busto exagerado el corazón del profesor ascendió a su garganta lentamente, una mujer como ella con información tan polémica como sus gustos por sus alumnas caobas y rebeldes no eran buena combinación.
–Hay un rumor sobre ti en los pasillos...ya sabes, las malas lenguas....
Se declaró muerto ante la insistencia Debra que jugueteando con su lápiz jugaba también con su calma. Se aflojó la corbata y en su mente pasaron las respuestas más naturales que podría decir si lo encaraba delante de todos los maestros presentes.
–¿Es cierto que la doctora Thomas y tú estuvieron juntos?
Jamás pensó que hablar de Tessa fuese la salvación al suicidio moral que lo sometió Debra por unos minutos, aun así, verse en boca de todos como el ex de la famosa doctora Thomas encargada de la evaluación docente le hizo sentir como si él fuese el que saliese con una maestra.
–Debra, es una historia demasiado vieja como para siquiera recordarla ¿Quién te contó?
–Pues, el señor Martin me dijo que René, de limpieza te escuchó gritarle a la doctora Thomas y que entre eso escuchó que le decías era una mujer despreciable.
–Oh.
–Pero ya sabes, René es mitad sordo y nadie sabia si era verdad y pues...
–Debra –interrumpió David tomando su muñeca llena de pulseras doradas mientras observó por oídos curiosos a los lados– sólo procura no...ya sabes, hablar del tema.
Debra, ilusionada como quinceañera aceptó sin parpadear ante ver los tiernos ojos de David suplicar su complicidad. De pronto, todos hicieron silencio a la llegada de los doctores de Turkheim y el director sentarse a la cabecilla de la mesa.
Establecieron que el tema en cuestión serían los egresados anuales y sobre quienes habían mayores expectativas con ingresos a Harvard o a Jale, dentro de ellos, jamás a un alumno de David conociera. Por su parte, le parecía estúpido cuantificar a cada uno de sus alumnos según que tan alto podrían dejar el nombre de un instituto poco conocido en un ranking nacional. El profesor contuvo su intervención con el fin de que el reloj marcara las seis mas rápido, pero ni siquiera su pierna inquieta le ayudó
La doctora Thomas entonces se puso de pie, y demostrando con estadísticas que sólo Dios sabía de donde sacó, demostró que evaluar a los docentes llevó al incremento de un mejor desempeño en clases. David calló, pero se sintió observado pensando en un principio que otro episodio de paranoia le invadia, pero no era así, el profesor Martin, un enemigo ya biológico le miraba a traves de sus lentes gruesos del otro lado de la mesa. Cuando David lo descubrió el hombre alzó la mano.

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Estimado Señor
Misterio / SuspensoMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.