Estimado Señor 28

1.6K 114 5
                                        



Tardó media hora de dialogo imaginario con su whiskey el aceptar la propuesta de la hija del diablo a los aposentos de su arte. Si aceptaba, sería parte de una dinámica excitante y a la vez infantil a su gusto. Jugar con su rol para fomentar y apoyar el talento de su alumna más inoportuna. Imaginaba entonces.

Llegaría con algún traje no utilizado para dictar sus clases, algo más formal, quizá ese traje de pequeños rombos grises, una camisa negra y una corbata oscura. Pasearía por ahí hasta esperar ver a la caoba en medio de todo el gentío universitario que asistiría.

A pesar de que el contexto le resultaba pesado, el imaginar ver a través de Lena gracias a su muestra fotográfica, podría ser una oportunidad única para resolver las preguntas que inundaban su cabeza cada vez que la caoba se iba por las puertas de su salón tan indiferente a veces, tan amante en otras.

Acaricio el borde del vaso medio vacío y miró al reloj. Las manecillas estaban muy lejos de las siete aun y la noche tampoco le propuso mejores planes para un día jueves de soltero con todos sus amigos esperando un fin de semana largo junto a sus molestos hijos pequeños.

Miró su teléfono. En toda la semana no le confirmó a la caoba ser parte de su público. Más de una vez abrió un ventana de correo confirmando o rechazando su presencia según encontraba mejores argumentos para las dos opciones dicotómicas.

– Ok, esto ya me está asustando–soltó Piero cuando David en medio de una cena para microondas le mostró el mensaje secreto de Lena.

David cerró la nevera y de ella sacó dos cervezas heladas. Se sentó frente al rubio ceniza riendo sin importancia.

–¿Irás?

–No lo sé–respondió con medio ravioli en la boca– quizás haga buenas fotografías.

–O quizás es de las tuyas.

David alzó las cejas sin dejar de masticar.

–Sólo bromas.

–Lena es de ese tipo de chicas que les gusta convertir todo lo que hacen en una especie de misterio sin mucho argumento.

Ahora Piero rió.

–David, no pensé que llegaría a querer preguntar esto pero...¿Que pretendes con la Morgan?

–¿La Morgan? ¿Es así como la llamarás?

Piero hizo silencio, no daría pie a que David desviara sus dudas ni siquiera con la cena entre sus dientes.

–Piero, es una cría que me cae bien, digamos que a veces le sigo el juego.

–O quizás ella a ti.

–¿A qué te refieres?

Piero se levantó por el abre botellas de su llavero de mano. Manteniendo la atención de su mejor amigo en todos sus paso hasta destapar su cerveza bebió un sorbo.

–Lo que he aprendido de ser un patán profesional es que, las mujeres no son mas astutas por su edad, si no por el hecho de ser mujeres.

–¿Quién eres ahora? ¿Bon Jovi?

–Un experto catador de féminas Dabeer, un gusto.

Pensar que Lena fuese quien lo tuviese donde ella quisiera le ponía los pelos de punta. Una chica de diecinueve años versus un maduro de treinta no tenían competencias pares. Se arregló el corbatín antes de bajar, usaba ese traje en ocasiones formales donde sabía asistirían profesoras jóvenes entre los diez a seis puntos. Acomodó sus últimos cabellos con algo de gel y aparcó el auto en la entrada.

Lena le pescó el rastro en cuanto abrió la puerta de cristal. Dos cosas en particular. Primero, el señor Lenner dejaba tras su paso a más de una mujer mirándolo fijamente con su Martini en la boca. Segundo, no se perdería por nada del mundo su cara de sorpresa cuando descubriera que jamás hubo exposición fotográfica Morgan en ese lugar. Era una galería repleta de pequeñas obras de arte realizadas por niños de cinco a seis años. Pinturas con los dedos, apenas en colores primarios expuestas en marcos blancos uno tras otro, alguna que otra escultura de papel y pegamento con algunos macarrones y otros restos desconocidos. Tal como imagino. Lenner acercó a mirar la primera pintura a dedos firmada por una "Leyl" que aun no sabía escribir su nombre completo ¿Estaba equivocado?

Evitando reír observó como el profesor recién tomaba en cuenta que en la exposición sólo habían padres alabando los inicios en la pintura de sus pequeños críos. Aun así, estaba seguro que la dirección era la correcta como así la hora ¿Una mala broma de Lena?

El profesor decidió que retirarse a segundos de llegar dejaría en evidencia que no era precisamente un padre orgulloso buscando cual de todas las manchas coloridas eran de un pequeño David.

Lena esperó cerca del final de la exposición. Con copa en mano observó los movimientos de hasta ese momento, el acto más jocoso protagonizado por el profesor. De pronto, y casi de casualidad volteó a verla. La captó en el acto. A una risa maliciosa y piernas cruzadas descubiertas por un vestido borgoña a los muslos.

Se acercó aceptando que había caído en otra trampa de Lilith y no sólo una, lucía un vestido que la hacía parecer una universitaria a punto de graduarse, no por lo agotada claro estaba, si no por un exquisito aspecto intelectual.

–Curiosa técnica señorita Morgan, mis respetos.

–Profesor Lenner, no esperábamos contar con su presencia–respondió afirmándose en la barra– ¿Champagne sin alcohol o zumo de manzana?

Lenner se acercó sin cuidar de la distancia hacia ella.

–¿Esperábamos?–musitó cerca de su oreja. Volteó hacia los padres con las manos en los bolsillos– ¿Es una convención de pintores de kínder garden?

–Es mi trabajo Lenner, soy asistente de la madre de Greco, es maestra de artes de la primaria local.

Lenner asintió y dio una vista alrededor. Estiró su brazo alcanzando una copa de espumante que rosaba el brazo de Lena. Bebió un sorbo sin soltarle la mirada.

–Esto si tiene alcohol–afirmó David lamiendo sus labios.

Lena estiró su dorso hacia el de Lenner y cubrió el contenido de sus palabras con la palma de su mano cubriendo la oreja del profesor.

–Sólo no le digas a los niños.

Lenner bebió de un segundo sorbo lo que quedaba en su copa. Aflojó su corbatín y se invitó a si mismo a sentarse a lado de Lena.

–¿Tu rol aquí es decirle a estos padres que sus hijos si tienen talento?

–¿No es eso lo que pretendes cada vez que hay reunión de padres?

Lenner chocó su copa con la de Lena.

–Bienvenido al mundo docente, Morgan.

Estimado SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora