–Profesor– espetó en la sonora de lápices escribiendo y suspiros resignados su voz felina favorita. Volteó rompiendo su maquina de recuerdos para volver al presente. Morgan ya había terminado.
–Señorita Morgan–espetó dirigiéndose a ella. Cogió el certamen entre sus manos y lo hojeó hasta el final –¿No respondiste la última hoja?
–Aprobaría con que sólo revisara la primera página–contra atacó de brazos encogidos en aires de niña, se acercó a él aprovechando la concentración de sus compañeros acariciando la madera del escritorio – Quisiera saber si puede devolverme mi ensayo de la semana pasada.
Jamás existieron tales ensayos, era otro de los mensajes secretos de Lena para pedirle al profesor unos minutos antes de abandonarla por todo el fin de semana.
–Sabes donde está mi oficina, te espero.
Para desventaja del resto, las ganas del profesor de aprovechar sin culpa a su Lilith costaba que el último examen terminara para algunos diez minutos antes de lo agendado. Salió detrás de los reclamos de cinco alumnos casi repitentes y a la sombra de ellos retiró la fila de papeleo antes de cruzar el pasillo hacia el gimnasio.
Allí se veían a veces, cuando la ultima clase de gimnasia de primer año terminaban, el profesor Wilson dejaba las luces apagadas y sólo la entrada que daba con los baños abierta. El merito del descubrimiento de este territorio era propio de Lena.
Cerca del cuarto de balones que no contaba con seguro, Lilith esperaba al profesor entre semanas para darle las buenas noches o despertarle a un nuevo día.
El profesor caminó a la sala de maestros para no levantar sospechas. El panorama jamás variaba al terminar la semana, hombres cincuentones bebiendo café y corrigiendo exámenes en un salón de tres por tres, maestras con faldas hasta el tobillo sin importar estaciones. Debra siendo deseada por el viejo profesor de Química, Lenner siendo deseado por Debra.
La colorina alzó su mano para llamar su atención, siempre lo hacia, y no del buen sentido. Lenner simulo no entender que quería que se acercase llenando su portafolio de mas papeleo académico
–Lenner–susurraron tocando su hombro– ¿Eres muy malo recibiendo señales, no?
Que equivocada estas cariño, pensó.
–Soy algo torpe con esas cosas Debra –mintió sin mirarla.
Debra no se dio por vencida, se posó frente a él apoyando su cuerpo escultural en el librero para que no le esquivase la mirada. David casi sin paciencia le concedió unos minutos, Lilith estaba en "su oficina" hace ya bastante rato.
–¿Tienes planes para el fin de semana?
Lenner negó desinteresado volviendo a coger al hombro la correa de su portafolios
–Me preguntaba si...
–Cariño, Debra –sonrió con estrategia tomándola por los brazos para alejarse– Estaría encantado de acompañarte donde quisieras, pero ahora no tengo tiempo, mi madre está de visitas.
Nunca un truco resultó tan mal. Por experiencia sabía que las relaciones estrechas con la madre eran el principal protector para tener una vida sexual nula pasado los treinta. Esto no paso con Debra, le pareció ver una sonrisa en la voluptuosa colorina al nombrar a su madre. Antes de empeorar la situación besó su mejilla prometiendo llamarla esa noche, no lo haría, pero gozaba el saber que el objeto del deseo de la sala de profesores sólo tenía ojos para él.
Se ocultó en los pasillos vacíos tanto como pudo. Ya a esas horas, sólo los limpiadores se despedían de él. Pensando que Lilith se iría apuró el paso tanto como pudo para no levantar sospechas.
Antes de entrar miró a los costados, podía ingresar tranquilo a su encuentro.
A oscuras y con la luz del ocaso entrando por el atrapa luz a penas pudo distinguir que un silueta femenina le esperaba con un balón en la mano al final de camino.
–Me volví una profesional mientras llegabas –bromeó bateando el balón con la mano– ¿Debora Hombres de nuevo?
David rió, se desordenó el cabello y desbotonó los primeros tres botones de su camisa caminando hacia ella. Lena abrazó el balón contra su vientre y alzaba las cejas a la espera de que el cazador viniese por ella.
–Querida, tuve un día horrible en un salón con críos que me hacen la vida imposible–dijo con pseudo melodrama tomando la pequeña cabeza de Lena entre sus manos.
–Oh cariño, ¿Sigue esa cría de casi veinte haciéndote la vida imposible? –dijo ella, siguiendo el juego del profesor.
Lenner asintió y en cuando dirigió todo su cuerpo y su deseo hacia ella Lena dejó rebotar el balón contra el piso una y otra vez. Extrañaba sus besos los fines de semana cuando David trabajaba aun más, a ella tampoco le era posible encontrar excusas todos los días para verlo y la condición de salud de Alma tampoco acompañaba la idea de pasar con él todo el tiempo que quisiera.
Sus labios estaban mitad secos a final del día, el olor a café y tabaco en conjunto de la colonia masculina del profesor eran la receta exacta para luego dormir bien. Dejó caer sus brazos en los anchos hombros del profesor y se dejó cargar abrazando su cintura con las piernas.
–Lena...
–Profesor...
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Estimado Señor
Misteri / ThrillerMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.