Hace mucho no sentía las ganas de golpear a alguien, se lo tenía prohibido una vez que se puso la corbata y escribió una nueva vida después de la universidad ¿Ameritaba acaso una alumna que lo odiaba a que él la defendiera?.
-Al tercer insulto me meto –susurró despacio de puntillas a la sombra del auto.
-...siempre se te conocía por ser zo...
Uno.
- - Eres una mojigata Lenna, una maldita mojigata conmigo...
Dos.
-Responde por la mierda....
No aguantaba, la vio tan frágil en ese momento, no podía estar en su estado normal a menos de que actuara diariamente, día a día aparetándo ser una chica incorregible en su clase o quizás, sólo quizás este chico le importase en demasía. No quería creerlo
Caminó alzando el pecho hasta la pareja y sorpresivamente, aun sintiendo sus pasos Lena no levantó los ojos, estaba drogada.
-Disculpa, yo creo que no....–interrumpió simulando no interesarsez
-¿Quién eres tu? –bramó el chico.
Cuando subió la vista hacía él, se llenó de desprecio. Un punk, los odiados de Lenner. Su caballería se iría dentro de poco si el cresta azul no le bajaba el tono de voz o no se iba de allí.
-Creo conocerla...es mi...–insistió manteniendo la calma.
-Vete de acá ahora.
Pretendió aguantar, procuró a sus ancestros mantener la calma y a todos los santos en los que no creía les pidió darle el valor de abandonar a Morgan y largarse de ahí. "Esos locos siempre tienen armas Daveer" recordó decir a Piero.
Entonces la miró, estaba llorando en silencio hace un rato, o quizás desde siempre y él no lo había notado. La extraña sensación de necesidad por apretarla contra su pecho y llevarla a casa le hizo un nudo en la garganta, era como si toda su coraza la hubiesen arrancado cruelmente de su ser y la despojaran al mundo desnuda. No lo permitiría. Miró al punk y con desprecio antes analizó donde no golpearlo para no pincharse con los aretes que le recorrían el rosto, cerca de los ojos.
-¿No te dije hijo de puta que te fueras?–le dijo desafiante acercándose a él.
-Oh si, pero antes tu madre me dejó un mensaje para ti después de acostarme con ella–bramó el profesor arremangándose las mangas de su suéter.
Enterró el puño en su cara, su cara se fundió en los nudillos de Lenner, su piel rebotó en su rostro. Sea como sea que lo definiesen, David Lenner golpeó con algo más que protección la cara del chico de pelo azul. Escuchó quebrarse en el acto algo que creía fue un cartílago, un diente, o lo que fuese que fuera oseo en una cara decorada de tatuajes y aretes. Tiro al blanco.
La adrenalina recorrió su cuerpo, se miró los nudillos sangrantes y de impulso pescó a Lena de un brazo aprovechando que el punk aún no podía ponerse de pie y la tiró a la fuerza hasta el auto.
No objetó, pero continuaba llorando. No respondía ¿Confirmó su teoría?
Conociendo los efectos de melancolía que tenía "La BBC" en mentes menores sabía cual era la causa. También los había sentido, melancolía y desconcierto y siendo sinceros, él también había ahorrado todos los domingos por un sobre azul metálico exclusivos de ese lugar. Pobre Lena y su mente rota, no quería imaginar que recuerdos horribles le mostró la BBC a Lena en el viaje.
Abrochó el cinturón de Lena y como un maniquí francés la acomodó apresurado, observó al chico que comenzaba a ponerse de pie, no se quedaría quieto ahí por mucho tiempo.
-¿Morgan? ¿Lena Morgan?
Pero no respondía, miraba por la ventana como una niña decepcionada y herida. Apenas respiraba y se limitaba a mirarlo a veces, claramente no le reconocía.
-¿Lena me escuchas? –dijo exaltado. Observó de reojo al chico detrás de ellos, habían llegado otros dos a pararlo. Mierda.
Encendió el auto por precaución y arrancó pidiéndole perdón a Piero cuando se diera cuenta de que lo dejó varado o pensara que fue robado su juguete más preciado. Hace mucho no golpeaba a alguien y no sabía como se las vería con más de un rebelde sin causa de veinte. Crios.
Arrancó maldiciéndose por meterse en lios como este sin que nadie lo llamara, si él no se hubiese parado de su asiento seguiría allí, disfrutando de su whisky hasta que Piero volviese con dos chicas para llevar a casa y liberar tensiones. Pero no, golpeó el manurio, tenía que ser un superhéroe anónimo. Un super héroe.
Suspiró, Lena le daba lástima, no lástima de la mala, si no de aquello que requiere protección, como un animal herido en la carretera destinado a morir. Lena aun no volvía y no quería imaginarse que pasaba por su mente. Tenía que mantenerla segura.
-¿Lena? –decía mirándola de reojo al volante- ¿Lena sabes quien soy?
No respondía.
Suspiró.
-Te pondré a salvo ¿Sí? ¿Sabes cual es tu dirección?
Se sorbió la nariz..
Suspiró Lenner.
-Tranquila, iremos a mi casa por ahora.
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Estimado Señor
Misterio / SuspensoMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.