Continuó besándola por otros extensos minutos en contra la pared al costado de las butacas. Sentir su calor mezclado con su respiración agitada y aumentar el fuego besando los puntos clave del cuello del profesor eran su asignatura favorita antes de regresar a casa.
Antes de que el profesor Lenner ascendiera más allá de su cuello el miedo de ser descubiertos pudo más.
–David, aquí no –le susurró.
El profesor hizo esfuerzos sobre humanos para volver a la calma. Aunque no pudo controlar su respiración de inmediato ni otros efectos biológicos de los besos poco éticos, dejó que Morgan se pusiera de pie arreglando su blusa y cabello.
–Odio pensar que hoy no podre recogerte.
Lena se sonrojó. Sabia claramente que el profesor hablaba con dobles intenciones y no lamentaba la palabra completa ni el irla a dejar a casa. David se dio por satisfecho cuando Lilith le bajó la mirada casi avergonzada y plantó un beso en su mejilla.
–Te dejaré lo más cerca antes de ir al aeropuerto.
–¿Sabes que Piero parece tu esposa y yo tu amante, verdad?-bromeó.
David rió, la pequeña de las Morgan parecía iniciar una pequeña escena de celos con su mejor amigo y aunque un acto así de cualquier otra mujer provocarían que girara buscando la salida, esta vez sólo la observó como a una niña pequeña reclamando su golosina favorita.
–Estará en mi piso sólo el sábado, más que nada porque de seguro otra vez lo despidieron por irse asi como así, pero el domingo puedes ir a visitarme.
Lilith se asomó entre la Lena avergonzada y acercándolo por el cuello acercó sus labios a el lóbulo de Lenner.
–¿Clases especiales?
Lenner asintió buscando otra vez sus labios en la oscuridad. Los brillantes ojos de Lena lo miraban unos cuantos centímetros mas abajo con ternura y deseo, quizás ella era la única persona que en su ambivalencia lo admirase y odiase al mismo tiempo.
–Eres realmente jodido por no decirme que tan largo sería el examen, idiota–dijo antes de explotar en risas y empujar despacio al profesor por el abdomen.
–Sabes que jamás seré sincero contigo cuando se trate de mis clases, Lena–contestó acomodando su cabello detrás de la oreja.
Ella asintió.
–Es mi último año Lenner, ¿Ni siquiera por eso tengo derecho a un regalo?
Lenner dejó de sonreír, entre la seriedad y desgano que le daba la idea de pensar que su Lilith fuese el pecado de otro hombre le puso incómodo. Soltó sus mejillas esforzando una sonrisa simulando muy mal la indiferencia. Lena no logró entender, pero fue ella entonces la que acomodó los botones de su camisa.
–¿Cocinas tu o yo el domingo?
Él volvió a sonreír despejando su mente de esos pensamiento y jalándola de la cintura le tomó por sorpresa otra vez los mofletes. Ella sacó la lengua y arrugo la nariz.
–¿Estás probando si te doy puntos adicionales? La última vez quemaste mi único sartén, Lena.
Y aunque no mentía y ella explotó de la risa casi olvidando por completo que no debían estar allí, Lenner apresurado la besó para hacerla callar.
Caminaron por la salida trasera hasta el auto de Lenner. Lena casi paranoica ocultaba su cabellera bajo la capucha de su abrigo para no levantar mayores sospechas.
Cuando subía a su trono, volvía a buscar a los Cigarettes en la radio.
Casi ya a Lenner le parecían eran la banda sonora de su aventura, los escuchaban haciendo el amor, tomando un café o en una escapada nocturna a conversar un rato. Sin importar que no eran sus favoritos, lo que si era su momento favorito de la semana era cuando ya iban lejos del instituto, Lena soltaba su cabello de la capucha y abría la ventana balbuceando alguna canción de ellos mientras el viento le chocaba en la cara.
Pero de pronto la sintió bastante callada para ser su Lilith luego de una semana de clases. Cuando volteó a mirarla se la encontró inhibida en el asiento, había dejado de cantar hace rato y ocultaba sus manos entre sus piernas.
–¿Qué tienes, Lena?
Ella negó con su cabeza y le dio una sonrisa forzada. Por un momento, pensó el profesor, pudo invadirla la culpa de salir con él y en cualquier momento decirle que parase el auto y marcharse, pero sabía ella no era así.
Aunque siguió conduciendo unos metros volvió a observarla, esta vez la observó aun mas inhibida, su pelo hizo una cortina entre él y sus ojos y encorvó tanto como pudo la espalda para que Lenner no pudiese ver su cara. Parecía cada vez adoptar más una posición fetal.
–Lena, ¿Qué pasa?
–Sólo sigue conduciendo, por favor– respondió fuerte soltando un sollozo rabioso.
–¿Qué pasa Lena? Por Dios, me preocupas.
–David por favor, llévame a casa.

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Estimado Señor
Mystery / ThrillerMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.