Estimado Señor 25

2.1K 110 1
                                        



Aún en su cuarto y ya a treinta minutos lejos de los dominios del profesor de literatura con extremados dotes de solidaridad y protección a sus estudiantes, Lena podría sentir su olor. Quizás, pensó, arrojó perfume en sus sábanas sin que ella se diese cuenta o tal vez, sin intenciones, su esencia no era fácil de olvidar.

En el taxi había analizado que su bolso estaba demasiado pesado para un teléfono móvil que jamás tenia carga, un brillo labial y su billetera. Antes de bajar, descubrió el regalo exportado desde la biblioteca Lenner que se le había otorgado por cumplir diecinueve años el día anterior en su piso. Medio por instinto y mitad mala costumbre lo olfateo. Una edición antigua.

Se sorprendió de que este no tuviese un mensaje, ni una tarjeta obvia de cumpleaños. Sólo era un libro escondido en un bolso ¿Pensaría David Lenner que un mensaje así pudiese algún día perjudicarlo? O peor aun ¿Qué ella lo usara en su contra?

–¿Tiene cambio de $10?–preguntó al taxista cuando se detuvo.

–Tranquila, David ha pagado.

De mala ganas y hasta regañadientes aceptó, que además de un libro, que por cierto no pensaba devolver, Lenner hubiese pagado su taxi como si fuese una niña sin dinero de camino a casa.

–Pues, le dices que no hacia falta, guarda el cambio–respondió dejando un billete de diez en su asiento.

Lilith no evitó salir, aunque después de una larga charla de Alma del por qué odiaba tanto que Lena se desapareciera en sus cumpleaños sin dar rastros de vida, y que recompensara su angustia con un abrazo y un beso en la frente, fue a su cuarto a encontrar detalles interesantes en su regalo de cumpleaños.

Portada rasgada de tela, hojas amarillentas y una cinta roja marcadora. Aun Lena se preguntaba por qué David había decidido hacerle un regalo. Antes de irse a la cama y aun cuando recorría su piso, el lomo dorado había llamado su atención. A su juicio, demasiado antiguo para ser una adquisición misma del profesor pero demasiado cuidado como para ser un ejemplar mas en su colección. El gran Gatsby fue el centro de conversación  de una clase entera de Lenner hace un par de semanas, y aunque en esa clase sólo tuvo cabeza para pensar en quien era el hombre con el que su abuela había conversado fuera de casa, rescató sus palabras.

–...casi con ironía, con burla y con leve lástima, la vida había arrojado a Jay en su peor pesadilla, un ataúd y un salón vacío.

Había leído el libro alguna vez, recordó que había pasado una noche entera en el  cuando para obtener un poco más de dinero, se ofrecía a realizar ensayos a los de quinto por un poco mas de diez dólares, en ese momento, no lo disfrutó. Ahora en sus manos como un valioso obsequio, se dieron una oportunidad.

Los cubanos del padre de Piero camino a su piso eran incluso mejores que un whiskey en Colorado junto a los otro cinco ex compañeros de facultad del 96'. Apenas llegando y divisando a José, el taxista que solía llevarlo a casa cuando él ya no podía manejar por las copas demás, esbozó una sonrisa, esperaba escuchar que tal Lena había recibido un gesto caballero proveniente de él.

–Señores–saludó inclinando José su cabeza ante ambos.

–¿Qué tal ha llegado?–preguntó David fingiendo desinterés.

José se acercó a ambos con la mano en los bolsillos y hundiendo el cuello.

–Bajó y dijo que no era necesario, creo se molestó un poco.

David se lamió el labio saboreando fastidiar a Lena aunque fuese con un acto bondadoso, en cambio Piero solo alzó las cejas.

–Me pregunto que cara pondría Tessa si se enterara de que le pagas ahora el taxi a las chicas–bufó sin pensar.

Estimado SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora