Estimado Señor 85

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Se quedó congelado viendo la escena. ¿De verdad sonó como si aun amase a Tessa? O peor aun ¿Lena sentía que él no la amaba? No tuvo el valor para seguirla, tampoco ya tenía a quien pedirle un consejo, no correría tras ella mientras el doctor Dallas se creaba aun una peor imagen de él. Su mano quedó suspendida en las intenciones de disculparse, la ida de Lena sonó mas rápido.

La caoba  corrió por el pasillo, lastimosamente Dallas la encontró y la siguió hasta el auto sin ningún interés de despedirse ni cerrar la puerta. Tendrían que hablar, pero no ahí. Para la mala suerte de David en el mismo instante que él y Lena discutían, el doctor Dallas resignado a que las paredes del profesor no le permitirían escarbar en la intimidad, se limitó a un recorrido más minucioso por la carpeta que el profesor traía bajo el brazo al llegar. Sin mucha delicadeza e intentando no perder la atención de un posible llamado de auxilio de la caoba, se encontró sobre la isla de mármol de la cocina la alta médica del profesor.

–Drogas y alcohol, por Dios Lena –susurró el doctor al deslizar su índice por las hojas.

Lena apresuró el paso hacia el auto del doctor Dallas, no quería ser interrogada por ahora, tampoco llorar delante de él para darle mas razones del por qué David no era el indicado para ella, sólo quería olvidar al hombre que vio esa mañana y quiso quedarse con el que, la última noche, la hizo sentir amada profundamente.

El doctor Dallas respetó su silencio hasta doblar a la primera esquina, no resistió más.

–Lena, es un hombre demasiado mayor para ti –dijo seco mirándola de reojo.

–Alma es menor que tu y siempre la has amado –refutó sin mirarlo, prefería hablar de cualquier otra persona menos de David en ese momento. Y aunque tenía razón, llegar a comparaciones no daba al caso.

–David no es...un tipo muy sano–concluyó el doctor aumentando la velocidad.

–Tuvo una mala noche –contestó seca.

–Una mala noche –repitió Dallas– llena de BBC y ron –concluyó sarcástico.

Se volteó hasta Dallas, quiso defender a David pero en ese momento, no pudo. No encontraba otras excusas para eximirlo de todas las barbaridades que esa mañana había dicho y hecho. Abrió la ventana para tomar una bocanada de aire.

–Lena, sólo intento cuidarte –continuó el doctor Dallas intentando relajarla– pero cuando hay tanta diferencia de edad, ambas personas tienen planes completamente distintos –continuó, Lena desearía que no tuviese razón, odiaba sentir que si la tenía– él piensa en casarse y en hijos quizás, tu ni siquiera aun inicias la universidad, tienes tanto que conocer.

Lena quiso decir que no quería conocer a nadie más, en algún otro momento, menos enojada y dolida con David, lo hubiese dicho con total seguridad. Pero ¿Por qué ahora no se sentía así? Pensó que, quizás era injusto para ella ver a David como el hombre indicado cuando sólo este año lo había conocido pero...cuanto lo había amado hasta ese minuto.

La balanza de las posibilidades nunca estuvo tan dispar, por el resto del día Dallas llevó a casa a Lena para que tomase sus pertenencias mas importantes y se mudara con él. Por supuesto, no habían ánimos de nada esa tarde. Lena simplemente se sentó en la cama, estaba desgastada emocionalmente, completamente en cero. Su vida se había revuelto por completo en menos de veinticuatro horas y aunque todo por ahora sonase extremadamente confuso y con mas interrogantes que respuestas, no le sorprendía que esto algún día pasara. Alma no estaba, David tampoco, sólo ella haciendo maletas mientras Dallas indicaba a cinco hombres de mudanzas guardar el resto de sus recuerdos  dentro de grandes cajas marrones. Miró su cuarto a medio vaciar, en sus paredes solo colgaban unas cuantas fotografías y en su armario un par de prendas a las que no les tenía mucho aprecio, pero aun así parecían lo bastante pesadas para poder con ellas.

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