Estimado Señor 27

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Tenia dos horas hasta su próxima clase gracias a la insalubridad del restaurant de mariscos donde almorzaba todo los días el profesor de historia universal. Con un sol a penas visible y para nada abrigador, tomo su termo con café y se sentó en los pastos de la entrada. Greco había faltado otra vez a clases, y no es que fuese novedad cuando se trataba del inicio de los voluntariados de junio en que la solidaridad de Lena y su mejor amigo se alejaban en polos. No es que no le gustase ayudar, lo que no le gustaba era la gente que lo acompañaba, y la que de seguro no tardaría en subir mil publicaciones a redes sociales agradeciéndole al cielo por cosas que no sabían que tenían.

Mas amargo de lo normal, se lamió los labios disgustada cuando descubrió que Alma no había echado ni media cucharadita de azúcar al café. Y es que aun en la mañana estaba enojada. No entendía, no comprendía ni quería hacerlo. En su cabeza, la idea de un hombre de treinta y una mujer de diecinueve años, compartiendo bajo cuatro paredes de noche no tenía mas solución que un encuentro sexual, por cierto, forzado.

Si tan solo supiese que en el más humilde de los votos, Lenner dejó en su bolsa un libro antiguo. Llevaba la mitad, más ahora, mas de setenta paginas bien leídas de un romance que esperó décadas por una segunda oportunidad. Un hombre en la espera en un muelle a orillas de un lago, un inmenso lago que separaba la mansión de su amada con el castillo de los sueños que construyó para ella con la esperanza de que algún dia el destello de sus ventanas y las orquetas en sus fiestas llamaran su atención.

–¿Podría sugerir que Daicy era una mujer bastante egoísta? ¿O crees que arruinaría tu final?

Su voz le rompió la calma. Lenner de manos en los bolsillos, cabellera con gel fijador hacia atrás, corbata y camisa de cuadros azules con caquis claros.Un bolso de cuerina marron le atravesaba el abdomen. Como demonios podría parecer otra persona bajo ese rol que los mantenía en jerarquía. Le sonrió y con la mirada le cedió un lugar junto a ella,.

–Es mejor así, podrían pensar mal –musitó mirando hacia los lados.

–Ya conozco el final –soltó Lena.

Lenner arqueó las cejas.

–Pense que...

–Profesor, le aseguro disfrutarlo el doble en este minuto.

Lenner asintió. Aunque las ventiscas y el horario los empujaban a volver, algo así como una fuerza superior al tiempo dejo quietos los pies de Lenner frente a ella y los muslos de Lenna pegados a la hierba.

–Es una muy bonita versión, señor. Muchas gracias.

–No hay de que, estará mejor en tus manos.

Lenner disimuló su estado policial aunque no lo suficiente como para que Lenna no lo advirtiese. Le causó un poco de lastima y risa ver como el Lenner profesor tomaba el poder sobre el David que conoció en más de una ocasión. Estaba claro que aquí ella podría tener aun mas control y por un momento la idea maliciosa de besarlo para destruir al vigilante de su moral cruzo por su cabeza.

–Puede relajarse señor, dudo que los de primaria piensen mal de nosotros.

–Lena –rió Lenner– eres eterna amante de tentar al diablo.

Lena se puso de pie, sacudió de su vestido los rastros de césped y hierbas secas que agarró el algodón y con bolso en mano miró al profesor.

–Yo soy el diablo, Lenner.

Pisadas leves quedaron a la sombra de la silueta de Lilith apareciendo cuando menos David lo esperaba. Se reprocho medio en broma decidir venir a hablarle cuando bajo de su auto y de lejos la portada del Gran Gatsby le dijo "ven, puedes hablarme"

Lilith jugaba con su mente hace un par de semanas. Por ejemplo, la semana de entregas de literatura francesa en medio de un apasionante ensayo sobre Los Miserables encontró un cambio de fuente luego de la bibliografía de Victor Hugo en el final de sus páginas

"Hice este informe a medias, ¿podría ser Gatsby un hombre simplemente narcisista?"

Recordó morder su labio y sentir infinitas ganas de llamarla para defender a uno de sus personajes favoritos de la obra de Fitzgerald, pero se limitó a contestar en formato comentario: 

"Pensemos si Nick estaba obsesionado con Gatsby".

El formato de mensajes a pie de paginas en informes se había repetido mas de dos veces, aunque hablar de un encuentro mas allá del salón de clases, era un imposible imaginable para ambos.

Se rehusaría a admitir que desde entonces, el uso del ensayo como método de evaluación se repitió exageradamente. Claramente no para tener una via de contacto con Lena, si no porque de pronto, sintió curiosidad por el escrito de todos sus estudiantes, sin excepción.

Lena no podía evitar comparar a Lenner maestro con Lenner hombre soltero fan de las cervezas amargas y con paredes repletas de paginas amarillentas. Casi con leve vergüenza en mitad de su lectura silenciosa dejaba de poner atención a las treinta y cinco paginas faltantes y prefería observarlo frente a su computadora. Tecleaba como un demonio y no dejaba tocarse el labio con el índice y de rascarse la barbilla antes de teclear. Un par de veces la pilló en el acto, y apretando los labios alzaba la cabeza en señal de que Morgan debía continuar la lectura dada por el profesor, aunque una confirmación de la demanda luego de ese gesto, le confirmaba a Lena que dos margaritas se asomaban en sus mejillas, podría llamarse complicidad.

Luego de cada lectura, los alumnos debían firmar la lista de asistencia y retirarse, eran días con pocos alumnos pues fingir leer en quince minutos e irse a casa no era una mala opción, le doliese a quien le doliese. Lena se quedó casi al final, le acompañaban Isaac, extendido en la mesa y roncando descaradamente, Norma y Olivia inmersas en sus teléfonos y Louis dibujando a carbón.

Su teléfono vibro, era Dereck. Su ritmo cardiaco aumento tres veces mas rápido antes de incluso ver su comentario, tendría dudas si seria una amenaza de muerte o un mensaje de buenos días, o ambas en uno.

"Lo siento"

Sin mas detalles. Cerró el mensaje y apagó su teléfono. La mayoría de los hombres que conocía acostumbraban a enviar un mensaje de texto con un "lo siento" esperando con una pincelada ocultar el mural desastroso que dejaron por un ataque de celos. No habían excepciones.

–Diez minutos y pueden retirarse sin culpa–interrumpió Lenner sin despegarse de la pantalla.

Lenner jamás le había escrito ¿Tendría incluso su número? No se trataba de un niñato o un universitario desesperado por encontrar novia, tampoco era un solteron abierto a cualquier mujer. Sin embargo, al recordar la noche en su cuarto, jamás le faltarían visitas. Un extraño apretón en su barriga le vino cuando pensó en ello, tampoco es que le interesara saber con cuantas mujeres se acostara su profesor, ni mucho menos ser una de ellas. Él era uno más para ella.

Se levantó evitando hacer ruido y se acercó a su escritorio. Lenner captó su esencia acercarse de manera peligrosa, se enderezó en el asiento enfrentando a Lilith con indiferencia casi.

–¿Pudiese entregar el ensayo ahora?

–Tienes hasta el martes, Morgan.

Se congelaron en un desafío breve de no pestañar.

–No vendré el martes, señor.

Dejó sobre su escritorio dos páginas medio arrugadas y firmó la lista de asistencia.

–Me interesaría mucho recibir una crítica antes de continuar, con su permiso señor.

Al eco de caminar, no esperó a leer entrelineas algo ya tan declarado entre ellos. Buscó entremedio de los párrafos centrales su mensaje secreto.

"El jueves expongo mis fotos en Richards, está invitado señor, ya tiene mi correo"

Palabra por palabra sacó la síntesis de ideas. Primero, Lena lo invitaba cordialmente una exposición de fotos personales a él ¿pensaría que él era un fanático por las fotografías en su cuarto? ¿Usaría la fotografía por los mismos fines que él? Segundo, estaba ofreciendo su contacto, claro que tenía su correo institucional pero no con fines de invitaciones inoportunas. Dejó su pseudo-ensayo guardado al final de su bolso, sin mucho cuidado. La idea era alejar las tentaciones de su mente y abrir barreras cada vez mas difíciles de levantar al contacto de Lena Morgan.

Estimado SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora