Estimado Señor 29

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Ante ellos un pequeño rubio tropezó al piso dejando escapar un carrito de juguete. Las baldosas estaban demasiado resbalosas para dos pequeñas converses desatadas. Lena de reflejo se inclinó a recogerlo procurando con muecas que el niño no llorase, ante el mínimo puchero, compró su silencio con un zumó de manzana y dos galletas saladas.

–Dale las gracias a Lena, hijo–dijo de lejos una voz ronca que se colaba al rescate del pequeño.

–Gracias.

El padre del soldado caído de cuatro años se acercó a recoger al pequeño entre sus brazos. Levantó las cejas saludando a Lena y al hombre que pensó era un padre más cuyo rostro le parecía algo familiar. Se puso bien sus anteojos y acorto en dos pasos la distancia entre ellos. Ahora podía reconocerlo. David Lenner, el ex prometido de su prima Tessa, había sido padre de un niño de primaria. David aun no lograba posicionar el rostro de Christian dentro de su memoria. O quizás una parte de él no quería hacerlo.

El hombre no fue discreto al esperar delante de las narices de ambos un reconocimiento especial. Lena fue entonces la que en su inocencia, imaginó que la educación y modales del padre de Martin eran más fuertes que su tino social.

–Señor Lenner, le presento al Señor Thomas, el padre de Martin.

No fue necesario que Lena continuase mas allá la presentación luego de pronunciar el apellido Thomas, claro estaba que cuando David desapareció del circulo social Thomas, el pequeño Martin apenas se acobijaba en los brazos de su madre. Pudo en su memoria escuchar la voz de Tessa insistir a David cuanto ella quería un pequeño como él, por supuesto, eso jamás sucedió

–Es una ciudad muy pequeña ¿No, David?

En ese momento Lena ya no tenía lugar en la conversación. Apostó por conocidos y nada más, pues tenía claro que el sueldo del señor Thomas no concordaba con un sueldo de maestro al estilo Lenner. Sin embargo, para el profesor este encuentro resultaba evidentemente incomodo.

–Chris, han pasado años–respondió con cuanta dignidad pudo.

–Hace un par de días con Tessa nos acordábamos de ti.

Su paciencia no pudo para tanto, sólo asintió esperando que el piso de mármol se abriese y se llevara a Christian con él, sin olvidar sus grandes dotes de empatía.

–Pues dale mis saludos Chris, si me disculpas, iré por mi hija.

El profesor se puso de pié dejando sólo una palmada de consuelo en la espalda de Christian. Adelantó su paso entre niños y padres hasta el pasillo en dirección al baño. Dejó a Lena a sus espaldas, sin entender por qué de pronto el profesor se convertía en el padre ficticio de una niña ficticia perteneciente a su clase. Prefirió no ir detrás de él e incluso ligeros aires de culpa la desconcentraron de todas las preguntas que hacía el desafortunado hombre.

–Señor Thomas ¿Es usted colega del profesor Lenner?

Claro que sabía que aquellos hombres jamás compartirían una oficina o un café a las afueras del trabajo. Sus propias esencias ya eran totalmente distintas, se forzó a recordar si este hombre estaba en las fotos de David frente a su cama, pero a simple esfuerzo eran demasiados rostros para distinguirlos en ese momento.

–Claro que no–confirmó Christian– David es el ex prometido de mi prima Tessa, me sorprendió encontrarlo en tan buen estado, pensé aun seguía deshecho.

No necesitaba saber mucho más. Entendió que encontrarse a este hombre fue una apuñalada a su ego y su bienestar mental, era hora de despedirse y buscar respuestas del profesor, pues no le calzaba que casi metro noventa de testosterona pura alguna vez sufriera por una mujer y peor aun, quisiera casarse con una.

–¿Cuál es la niña de David, Lenna? –preguntó con malicioso interés.

 Lena sólo señaló a un gran grupo de niños que corría cerca del rincón de juegos dejando a Christian en la misión de encontrar alguno que otro rasgo Lenner en un grupo de críos que no compartía ni una célula en común con el profesor. Antes de que la misión le resultase demasiado difícil y abriese la boca por datos mas precisos, Lena ya no estaba a su lado.

De tacones siguiendo su rastro, el profesor no estaba en el baño. Tampoco le costó mucho encontrarlo, apoyado en el capó de su auto dejando escapar de su boca una humarada de tabaco.Se acercó como gatito asustado a su lado, no esperaba ni en sus más fantasiosas historias que uno de sus apoderados era tan desagradable para el profesor ¿Pensaría lo hizo apropósito?

–Yo...

–Lena, no debí venir–soltó interrumpiéndola en seco–...me dijiste que sería una exposición tuya e imaginé querías un buen público, con tu permiso.

Aplastó la colilla del cigarrillo con la punta de su zapato y sin esperar a ver o escuchar respuestas de Lena, se subió a su auto en menos de cinco segundos. Lilith no lo dejaría ir así, mucho menos ahora que todo se había distorsionado. Abrió la puerta del copiloto y se sentó a su lado, esta vez lúcida e indignada, al menos eso parecía.

David frunció el ceño y levantó sus manos del volante, sin mucha paciencia y resoplando miró a Lena.

–No necesito que te sientas culpable Morgan, malas coincidencias.

–¿Ibas a casarte?

–¿Enserio crees que no tengo nada mas que hacer que contarle mi patética boda fallida a una alumna? Por favor, bájate.

–No.

Lena se cruzó de brazos y David dejó caer su nuca en el asiento. No en ese momento Lilith, no cuando sentía como la sangre subía a su cabeza, su temperatura aumentaba con ira y en unos pocos minutos perdería el filtro moral con ella. 

Juró por Dios que intento reprimirse, pero el simple hecho de recordar todo su pasado y tener a una de sus alumnas insistiendo en que lo recordase, lo hizo salirse de sus casillas. La miró casi proyectando la cara de Tessa en el pálido rostro de Lena.

–No me interesan los jueguitos de crías inseguras que necesitan revolcarse con un hombre mayor para ser mas interesantes, ahora por favor, bájate de mi coche–bramó.

Dos segundos para pensar Lena necesito. Jamás un hombre la había con sus palabras arrojado a la acera enfrentándola a una hipótesis ligeramente cierta sobre sus encuentros sexuales. Lena levantó la ceja derecha. Dos linces a la espera de atacar al enemigo.

De pronto la rabia de ser humillada pudo mas que su control de impulsos y alzó su mano con intenciones de tumbar una cachetada en la mejilla de Lenner. Apretando los dientes antes de responder, el pulgar y el índice de Lenner detuvieron la velocidad de su muñeca. Respiraron rápido odiándose en un silencio tenso de vidrios empañados y él la acercó a su pecho.

–No quieres verme así, Lilith–susurró rabioso el profesor.

Declaró el sobrenombre que su imaginación le otorgó a los demonios de Lena. Al principio no entendió la referencia, al entender el contexto si lo hizo. Lilith era la diosa de la oscuridad pagana, un demonio femenino. Desafiante de Dios y en su reencarnación, Lena Morgan.

Lena lo empujó sin cuidado, se soltó de la presión en su muñeca y no le soltó la vista a David.

–No vuelvas a...

Pero David abrazo sus labios con los de ella. Pescó su nuca y enredando sus dedos en la caoba la empujó hacia él sin espacios a un respiro. Chocó la rodilla de Lena en el freno de manos cuando intento acortar la distancia entre sus muslos y las piernas del profesor y con agilidad recupero aun más  dominio arrancando  y arrojando el corbatín oscuro a los asientos traseros. A segundos de separar sus lenguas Lenner le detuvo a respirar.

–Lo siento –susurró jadeante.

Estimado SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora