Estimado Señor 79

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No tardaría en hacerlo, ni mas faltaba la espera y las visitas inoportunas. Pero por alguna razón extraña el profesor Lenner sintió esa noche una extraña nostalgia, sintió extrañarla y aun cuando sus labios no terminaban de besar el costado derecho de la cintura de Lilith apaciguó su éxtasis para observarla un par de minutos antes de continuar. Lena a las esperas de ser suya contuvo la respiración en un jadeo entrecortado, le pescó en el mismo instante en que las ideas de David le bloquearon sus manos.

–¿Qué sucede?–jadeó Lena. El profesor sonrió, en arco reluciendo una espalda felina acorraló con sus brazos a Lena.

–Sólo quiero disfrutarte–susurró– de todas las maneras que sean posibles antes de que partas. Ella ya había pensado en los cambios que venían, más de una vez en su sofá quiso iniciar la conversación, pero ese mal habito de ser feliz se le daba fatal cuando enfrentaba un problema al que sabia, no le encontraría solución. Como si pidiese disculpas por arruinar la velada el profesor intentó remediar las cosas besándole un poco mas intensamente el cuello, pero no resultó.

–David...detente.

Lenner calló, se reprochó ahogarse en un futuro incierto arruinando –según él- por segunda vez una noche que exclusivamente, le pertenecía a Lena y no a su melancolía. Ella recogió su pelo en una coleta y se hizo a un lado de la espalda desnuda del profesor.

–Este año ha sido complicado y....no quería atormentarte con mis solicitudes–declaró con una culpa casi infantil para su edad. Miró hacia el suelo y como si esperase algo de él se dejó estar inmóvil a su lado. El profesor acomodó su pantalón y le acompañó en el silencio. Por su puesto que le hacia feliz que Lena saliese de la ciudad, que escapase de todo lo que le atormentaba pero, era simplemente jodido pensar en no volver a verla, o peor aun, verla con alguien más.

Sólo tomó su mano, besó su frio torno blanquecino por la mala calefacción que un sofá de cuerina y un cuerpo maduro pudieron darle en algunos segundos desnuda.

–Lena, seré inmensamente feliz hagas lo que hagas–espetó sincero– incluso si tienes que marcharte.

Lena asintió con la cabeza, no procesaba nada de lo que decía, ni siquiera ella sabía realmente que quería. Pero por sólo ese minuto, tenía claro que amaba a David, y esa era la única verdad que por ahora conocía.

–¿Sabes que te amo verdad?–susurró despacito acercándose al pecho de David como si fuese a marcharse luego.

Él la acercó mas a su cuerpo, levantó las piernas desnudas de Lilith hacia las suyas y la contuvo en su lugar seguro por unos minutos mas.

–Sólo lo dudé el primer día en que te conocí –contestó David – el segundo ya comprendí que tu odio no era más que una defensa hacia lo mucho que te atraía.

Lena soltó una risa por fin, el profesor la besó.

–Pase lo que pase, siempre me tendrás Lena.

Se quitó los tacones antes de entrar. Esa noche su abuela tendría que dormir con la tranquilidad de pensar que Lena disfrutaba en una fiesta cualquiera con chicos de su edad bebiendo un ponche de mala muerte con alcohol barato y no, en brazos de su ex profesor de Literatura, en un sofá viejo, mirándolo a los ojos orgasmo tras orgasmo.

Crujieron maderas al entrar, por suerte no mas que las llaves al abrir la puerta. Avanzó arrastrando su vestido por el pasillo deteniéndose unos instantes frente al espejo. Se veía cansada, como si no hubiese dormido nada, tal cual hizo. El gato de su abuela dormía en el sofá, la televisión aun estaba encendida. Lena se asustó, imaginar a Alma esperándola toda la noche le partía la conciencia en culpa, pero no, sólo su manta estaba ahí.

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