David tensó su cuerpo. Su respiración se aceleró al asociar la Universidad de Turkheim a su ex prometida. Sin embargo, la doctora Thomas jamás gastaría de su tiempo ante casi obras sociales cuando ya era un centro de atención en el mundo de la literatura por ser una de las doctoras mas jóvenes de esa facultad. Nadie presentó a los supervisores, nadie por su puesto tendría que verlos, de ser asi la evaluación no tendría sentido.
Pronto logró conectarlo, los mensajes en la mañana ¿Estaba Tessa en ese lugar? Luego de ver a Chris tan cerca de él y Lena, no podría extrañarle volver a reencontrarse con ella. Trato de echar una mirada casi paranoica alrededor, intentó a poca luz reconocer el rostro de Tessa entre todas las mujeres presentes, no la encontró ¿Podría tranquilizarse? La angustia lo invadió y apenas pudiendo alejar a Debra de su hombro se levantó entre la gente en mitad del discurso del nuevo director.
–¿Qué pasa?–murmuro Debra casi molesta.
–Es mi madre, está aquí–mintió.
Y ante miradas de reprobación del mismo director y el publico presente viéndolo irse en silenció salió del salón de reuniones. Observó por los pasillos, el simple hecho de pensar en la minima posibilidad de tener a esa mujer a metros de él lo descomponía, no como antes, ahora sentía asco. Se aflojó por completo la corbata al decidir tomar un poco de aire fuera del edificio, apresuró el paso hacia la salida y bajando las escaleras hacia el estacionamiento se alejó a pasos agigantados de las aulas buscando en su portafolios su cajetilla de cigarrillos y un encendedor antes de subir a su auto
–¿Necesitas fuego?
Supo que no alucinaba ni confundía su voz con la de cualquier otra mujer, dudo si tener el valor y el coraje para dar media vuelta y darle paso al momento que mas había esperado desde que ella se había marchado. Teressa Thomas, un poco cercana a los treinta, con un vestido ceñido a su cuerpo en azul marino, aretes plateados y tacones aguja negros cerca de un lujoso R8 del mismo color. Se había cortado a melena la larga cabellera que a él le gustaba hace años. Se paralizó un momento fue tanta la impresión que sintió el fluir de su sangre mas rápido hacia su cabeza, le dio la ventaja de acercarse en modo víctima hacia él,el mismo hombre que dejó hace años luego de destrozar uno de los mayores deseos del viejo David Lener. La observó activando todos sus sensores de peligro y de ira en el límite antes de salirse de control. Jamás espero que el momento en que volviese a enfrentar a la mujer que más odiaba en el mundo fuese ese mismo día y en un lugar ordinario.
–¿Qué diablos haces acá, Tessa?–espetó seco. El profesor comenzaba a ruborizarse de ira. Tessa sintió leve temor, se cruzó de brazos y entendiendo que lo que menos deseaba el profesor en el mundo era tenerla cerca, conservó la distancia.
–David, ya ha pasado tiempo...
–Por su puesto que ha pasado tiempo ¿Esperas que te invite un café? –le interrumpió sin paciencia. Guardó en sus bolsillos el cigarrillo haciéndolo añicos y apenas aguantando las ganas de gritarle le dio el pase a avanzar luego al climax de su conversación pendiente.
Tessa suspiró y dejando caer la colilla de su cigarrilo al piso lo miro con compasión.
–Nunca me has dejado pedir perdón, David.
David soltó una carcajada maniaca en su rostro, se rascó la cabeza desordenando toda su cabellera y se acercó inviadiendo a Tessa. Le hizo sentir miedo, David podria ser un hombre impulsivo en ocasiones pero jamás le haría daño, esta vez lo dudo.
–Hablemos de perdón, ¿Sabes que podría demandarte?–le bufó lleno de ira.
–No quería hacerte daño, David.
David trató de respirar. La ira había ahogado su garganta y todo el discurso que pensó soltaría la próxima vez que la viera se había ido a rojo. Miró hacia los alrededores buscando quien pudiese detenerlo en caso de no aguantar mas estar cerca de ella.
–Eres una arpía Teressa, una maldita arpía que me vió destruido por perder una hija a la que amaba, una maldita que no tuvo compasión al verme morir por dentro cuando supimos que Zoe no sobreviviría...–dijo ahogado por un trago espeso de dolor sus palabras–...eres despreciable Teressa...
–David, no fue culpa nuestra –murmuró a sollozos la rubia. Intentó acercarse pero David alzo su palma en barrera ante ella. David se esforzó por controlar su respiración.
–Zoe no merecía una madre como tu, y yo no merecía enterarme el día de la muerte de mi hija que yo no era su padre...eres una asquerosa persona Tessa–espetó agotado.
La mujer supo que destruyó al hombre mas fuerte que había conocido ese día. No existían entonces las palabras precisas, los adjetivos para describir su dolor ni las frases correctas para consolarlo. Tampoco existía el perdón en David hacia ella.
–Jamás podrás entender que sentí el día que no pude ver ni por un segundo...–David quebró en ojos cristalizados y manos temblando– ¡Ni por un segundo, maldita sea! la cara de Zoe porque su verdadero padre estaba contigo en ese parto...
Tessa había agachado su mirada ante David, estaba seguro que la escuchaba sollozar aunque no se atreviese a mirarlo a los ojos. David estaba agitado, se limpió los ojos con rabia con el puño de su camisa. La observó con desprecio.
–No te bastó con destruirme Teressa, huiste con él y no asististe al funeral de tu propia hija....ni siquiera conoció el mundo por Dios...
–David, lo lamento tanto...
Se dieron un minuto de miradas. Tessa parecía mas frágil detrás de la mascara de hierro que ocultaba la culpa que empezaba a brotar cada vez que pensaba en David. Él la odiaba y el desprecio de su rostro era prueba suficiente para aceptar que nunca la perdonaría. David dio media vuelta sobándose la frente, tratando de no mirarla. Ella tampoco insistió
–Vete a la mierda, Tessa –murmuró casi sin energía en su cuerpo mientras retomó el camino hacia su auto.
Tessa calló y lo vio alejarse sin sentir derecho a detenerlo.
–Y una cosa más...doctora Thomas–gritó David a lo lejos deteniéndose en seco a mirarla– no quiero verte cerca de mi ni de Lena, estás lo suficientemente madura para mensajes patéticos en anónimo.
Pero Tessa no respondió a su reclamo, no tenia derecho a responderle.
Él subió a su auto a punto de arrancar la puerta al cerrarla y pujando el acelerador a máxima velocidad posible, se alejo tanto como lo permitiera el mundo de esa mujer.

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Estimado Señor
Mystère / ThrillerMe sumergí en tus infiernos y no conseguí volver, Lena.