Estimado Señor 45

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El profesor cogió la ultima taza limpia de la alacena. Nadie desde hace meses respetaba al propietario de las tazas, era un fondo común de restos de comida y un café barato que aseguraba ser colombiano de la sala de maestros. No hacia falta que nadie mas le preguntase si estaba enfermo, las ojeras hundieron sus ojos azules con venas pronunciadas, estaba despeinado pero aun así se preocupaba de estar presentable, sólo tuvo malos sueños.

Antes de terminar de revolver el azúcar de su café el señor Martin se le presentó de frente, casi sin animo de saludarle alzo su cabeza y le sonrió a mala gana.

–Llevas menos de un año y ya te has ausentado una semana–insinuó el cincuenton.

No le sorprendía su poca cordialidad, desde el dia en que llegó, el profesor Martin le declaró una guerra fría al profesor Lenner por ocupar el lugar de un viejo colega suyo. Si tan sólo ese día tuviese tiempo para una pelea de egos se hubiese detenido medio minuto mas junto a él antes de caminar a su próxima clase ignorándolo por completo.

No había visto a Lilith en toda la semana y al parecer ella tampoco quiso saber de él. Así lo prefirieron. Dudó si darle explicaciones o acercarse a ella ese día. Después de todo las fotografías si daban espacio a malos entendidos.

Ocho personas en su clase, ninguno de ellos era la caoba. Arrugó el ceño y deshaciéndose de su portafolio miró al pizarrón. Sólo habrían veinte minutos ese día de clases pues se anunciaba una reunión de maestros programadas para las cuatro y treinta. Clases voluntarias.

–¿Alguno de ustedes tenía idea de esta suspensión?–dijo a su poco alumnado aun más irritable de lo que había despertado ese dia.

Un brazo en los huesos y moreno se alzó al final. Miller quizás era su apellido

–Hace unos días se nos informó por correo, profesor–contestó el que pensaba era Nick Miller.

Correo que por supuesto no había visto luego de que su computadora yaciera destruida después de ese día. Intentó repararla en vano hasta que en el arranque de poca paciencia la arrojó a la basura después de que un técnico que le costó un tercio de su salario sólo pudiese recuperar algunos documentos sin posibilidad de reparación.

–La clase de hoy no estaba programada para veinte minutos, lectura silenciosa de Nabokov, luego pueden retirarse–ordenó el profesor antes de dejarse caer en su silla

Sacó su teléfono del bolsillo y se aseguró de abrir su email docente antes de ir a una reunión de la que se había enterado hace unos minutos. El centro de estudiantes y el equipo de gestión escolar  le solicitaba su presencia ante los cambios del cuerpo directivo del próximo año. Se solicitaba asistencia obligatoria y llegar cinco antes del comienzo, eso le daba veinte minutos para ir al baño a intentar lucir mas fresco y menos deteriorado de lo que llegó luego de una falsa licencia que plagio de las antiguas dadas por el Dr.Michell.

Su teléfono empezó a vibrar sin parar. Tenia mensajes de texto recientes y no eran de cobranza.

­­"¿Estás enamorado de ella?"

"¿Es enserio?"

"No era lo que decías...realmente no lo era"

Apenas conectando palabras desbloqueó el teléfono para ver el destinatario de los mensajes, no tenia entre sus contactos ese numero. Trató de buscar en su memoria de con quien recientemente había intercambiado números, pero la ultima persona con la que lo hizo fue un técnico en informática, y dudaba que estuviese interesado en él.

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