Una Mágica Sorpresa de Navidad

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-¡Despierta, Tuney! ¡Despierta! –La voz de Lily estaba llena de emoción mientas que sacudía los hombros de su hermana gemela- ¡Oh, despiértate Tuney! ¡Espera a que lo veas! -gateó fuera de la cama, emocionada, incapaz de quedarse quita lo suficiente para que Petunia se despertara por su cuenta.

Cuando Petunia hizo a un lado las cortinas de la cama que rodeaban su cama con dosel, encontró una escena interesante:

-¿Qué...? ¿Qué es todo esto? –tartamudeó, mirando alrededor. La habitación de las chicas se había convertido en una maravilla de invierno en miniatura, con copos de nieve cayendo levemente desde una pequeña nube que flotaba en el ventilador del techo. Lily estaba trabajando animadamente en construir un muñeco de nieve.

Era navidad y el clima estaba siendo extrañamente cálido para el invierno, ni un solo copo de nueve había caído aún. La cosa favorita de Petunia sobre la navidad era la nieve. Le había dicho a Lily ni siquiera una semana antes lo triste que se sentía sin la nieve cayendo como usualmente lo hacía en invierno, y ahora ahí estaba: Su nevada personal. Fuera de la ventana, el pasto estaba aún muerto y pudriéndose en el suelo, pero dentro de la casa el más fino polvo, perfecto para las peleas de nieve y para construir fuertes, estaba cayendo. Como magia.

Lily le sonrió felizmente a su hermana:

-¡Sorpresa!- exclamó Lily, luego cubrió su boca con sus dedos, soltando una risita para sí misma con miradas nervosas a la puerta del pasillo. No quería despertar a sus padres, con temor de que pudieran molestarse por la nieve dentro de la casa. Sin embargo, los ojos de Lily bailaban con entusiasmo- ¡Es mi regalo de navidad para ti, Tuney! –Susurró- ¡Feliz navidad!

Petunia estaba sentada en la punta de su cama. Miró a la nieve cayendo a su alrededor.

-Pero... ¿pero cómo? –preguntó.

-Magia –susurró Lily.

Petunia frunció el ceño.

-Deja de mentir, Lily, y dime como.

-No estoy mintiendo y lo sabes, Tuney –respondió Lily- Le dije a Sev cuánto querías la nieve para navidad y él me enseñó un hechizo para hacerla. Yo misma hice la nieve, sólo para ti, Tuney –sonrió, bastante orgullosa de sí misma. Luego agitó un brazo con impaciencia- Vamos. Ven y ayúdame con este muñeco de nieve. Lo haremos ver muy cool y se lo mostraremos a mami y papá. Vamos. No está frio, en realidad.

Petunia titubeó, dudando entre acusar a Lily o unirse a ella. Finalmente, cayó en la tentación. Salió de su cama en su camisón y caminó con cuidado hacia donde Lily estaba arrodillada al final de sus camas. Lily tenía razón; la nieve no estaba fría, sólo lucía como si lo estuviese. En realidad, estaba caída y blanda en los pies de Petunia como lo estaría la arena. Era la experiencia más increíble. Sus ojos se ampliaron con sorpresa y sus manos temblaron con emoción cuando se unió a Lily para construir una gigante bola de nieve alrededor del cuarto, formando la base de su muñeco de nieve. Trabajaron juntas, acariciando y moldeando la nieve hasta que formaron el más guapo muñeco de nieve que alguna de ellas hubiera visto antes. Lily utilizó un lápiz de la escuela como nariz y un par de botones de su abrigo de lana para los ojos. Las dos hermanas se pararon retrocedieron y miraron su creación, soltando risitas felizmente. Cayeron sobre su espalda en el suelo e hicieron ángeles de nieve antes de yacer quietas, una al lado de la otra, mirando hacia el techo sin respiración.

-Sev estará muy orgulloso –comentó Lily- No puedo esperar para decirle que el hechizo funcionó –sonrió y rodó a un lado para mirar a Petunia.

Con eso, Petunia frunció el seño:

-¿Sev?- dijo irritada- ¿No ese chico de Spinner's End?

Lily se sentó.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora