Dumbledore

966 106 27
                                    

-¡Protego!

-¡Crucio!

Dos rayos de luz salieron de dos direcciones diferentes. El hechizo escudo fue un poco más rápido que la maldición y el rayo de luz roja rebotó contra una luz plateada que había sido creada entre Lily y el Señor Tenebroso. Varios de los amigos de Lord Voldemort palidecieron e incluso uno de ellos desapareció, soltando a Remus, quien cayó en el suelo por la sorpresa de su libertad repentina.

El Señor Tenebroso miró en todas las direcciones con pánico en los ojos al reconocer la voz, al igual que los de primer año.

-Buenas noches, Tom –dijo una cálida voz, animada al principio y al final pero dura en el intermedio. Era Dumbledore, revelándose de entre los árboles, su túnica magenta moviéndose silenciosamente alrededor de sus pies. Detrás de él, a una distancia de unos cuantos pasos, estaba el profesor Moody, cuyo ojo bueno viajaba alrededor del círculo. Otro de los amigos de Voldemort desapareció cuando Moody lo miró- Debo decir que estoy bastante sorprendido de verte aquí –continuó Dumbledore- ¿A qué debemos esta visita?

Sirius sintió un chorro de alivio correr por su cuerpo. A pesar del agarre en su codo, sabía que estarían bien ahora. Tenían que estarlo. Dumbledore había llegado y, por la expresión en su rostro, era bastante evidente que venía a tomar cartas en el asunto.

Voldemort sonrió.

-Supongo que se lo debes a estos maravillosos pequeños de primer año –respondió, agitando su mano alrededor del círculo- ellos me convocaron, verás. Incluso requirieron mi presencia. ¿Desde cuándo permites a los estudiantes salir a los terrenos a mitad de la noche? –Dijo con desdén- ¿No recuerdas lo peligroso que era? ¿En cuántos problemas se metían los estudiantes en la oscuridad del bosque?

-Oh, sí –respondió Dumbledore- Lo recuerdo bastante bien –asintió con la cabeza- Pero similar a los tiempos cuando tú eras un estudiante aquí, Tom, me temo que estos estudiantes estaban actuando en voluntad propia también. Me perdonarás, claro, por no saber que ellos te disturbarían. Verás, ellos nunca me contaron de sus planes.

Moody se había arrodillado a un lado de James y conjuró un hechizo que le devolverá un poco de fuerzas, aunque aún estaba temblando en las rodillas por el dolor que Voldemort había provocado en él. Se mantuvo de pie incómodamente a un lado del auror e intentó recomponer su respiración. Moody posó una mano en su hombro para calmarlo.

-Ciertamente vi algo de rebelión en ellos –dijo Voldemort sin gracia.

-Pequeños desafiantes imbéciles –siseó Bellatrix en la oreja de Lily.

Dumbledore sonrió.

-Bueno, es lo que es. Ahora, Tom, si por favor pudieras soltar a mis estudiantes y para que podamos volver al castillo, realmente lo apreciaría.

-Deja de llamarme así –dijo Voldemort con desprecio.

La sonrisa de Dumbledore nunca vaciló.

-Pero ese es tu nombre.

Voldemort alzó su varita amenazadoramente, y en el momento en que lo hizo, la de Dumbledore y Moody ya estaban en el aire. La risa de Bellatrix se desvaneció al instante, el silencio reinó en el bosque tan notoriamente que era casi palpable.

-Vamos, Tom –dijo Dumbledore con frialdad- No vine aquí a pelear contigo, vine a buscar a mis estudiantes. Libéralos.

Voldemort pareció considerar la situación, estudiando a Moody y Dumbledore y sus ojos viajaron alrededor del círculo. A pesar de que claramente sobrepasaba a Dumbledore por número, incluso si se incluían los niños, no estaba seguro de que pudieran vencerlo tan fácilmente. Él conocía muy bien los poderes de Dumbledore, conocía muy bien lo vulnerable que era al estar tan cerca de Hogwarts, de donde seguro iban en camino otros al rescate. Como para enfatizar su punto, hubo un sonido de gritos y pasos en los arboles y contra su voluntad, Voldemort hizo seña a los Mortífagos para que soltara a los niños.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora