Hogwarts estaba particularmente desierto. La sala común de Gryffindor estaba en silencio y los pasillos estaban casi vacíos. Remus se sintió como prácticamente la única persona en el castillo. Se sentó en el Gran Salón para el desayuno, en la incómodamente sola mesa de la casa de Gyffindor, con una pila de libros en los puestos a su lado donde usualmente se sentaban James, Sirius o Peter, y observó al grupo de Slytherin del otro lado del Comedor mientras ellos se inclunaban para estar más cerca, hablando en murmullos. La mayoría de los estudiantes se habían ido a sus hogares durante las vacaciones, dejando a sólo trece (de los cuales siete eran de Slytherin). La única persona en Gryffindor a parte de Remus era una chica de cuarto año que tenía un novio en el quinto año en Ravenclaw, con el cual pasaba todo el tiempo en la bibioteca o en la mesa de Ravenclaw, haciéndose amiga de ellos, dejando a Remus completamente solo.
Remus odiaba estar solo, le recordaba al tiempo que tenía que durar en la Casa de los Gritos, extrañando a sus amigos.
-Vaya, vaya –dijo una voz- ¿Qué no somos estudiosos?
Remus levantó la vista para encontrar al profesor Tutman de pie frente a él, mirando a la pila de libros que lo cubrían.
-Oh sí, bueno, todos mis amigos se fueron a casa –explicó Remus encogiéndose de hombros- Así que pensé que esto me mantendría distraído, señor.
-Muy bien –dijo Tutman con una sonrisa.
Alguien aclaró su garganta desde el marco de la puerta del Gran Comedor y ambos voltearon a mirar de que se trataba, y vieron a Lucius Malfoy en el marco de la gran puerta del Comedor, mirando en su dirección antes de caminar rápidamente por todo el Comedor hasta la mesa de Slytherin, donde se sentó, hablando en el oído de Severus Snape.
-Raro –comentó Remus- Ese tipo, Malfoy, es extraño. Me sorprende que ninguno de sus detectores se haya encendido por él. Apuesto que está lleno de muy malas intenciones –frunció el ceño, pensando en algunas de las cosas que Sirius había dicho sobre Lucius.
Tutman pareció nervioso. –Bueno... Yo supongo... Muchas variables... -murmuró. Luego: -Te veo en clases, Remus. Sigue estudiando duro. Debo ir a hablar con el profesor Slughron sobre... algo. Buen día –y así se alejó, rápidamente, su túnica ondeando alrededor de sus tobillos.
-Raro –murmuró él por segunda vez.
Remus volvió a mirar a sus libros pero sólo por un momento, porque antes de que si quiera encontrara la parte que había estado leyendo, no otro que Horace Slughron entró a la habitación, casi chocando de frente con el profesor Tutman, quien cruzó el vestíbulo de entrada, y desapareció a través de la puerta que llevaba a las mazmorras, mirando hacia atrás por encima de su hombro mientras caminaba.
Las sospechas de Remus incrementaron.
Tutman no dejó de caminar cuando pasó a Slughorn. Le había mentido a Remus sobre a donde iría.
Pero, ¿por qué?
Remus se puso de pies, nervioso, y lanzó sus libros en su mochila y se apresuró a seguir a Tutman por el corredor que llevaba a las mazmorras, tratando de moverse ligeramente para evitar que sus zapados hicieran sonido al caminar. Sólo pudo ver la túnica del profesor Tutman desapareciendo en la esquina al mismo tiempo que pasaba por la oficina del profesor Slughorn y al depósito de pociones. Remus acercó más su mochila a su cadera, pausándose en las escaleras que llevaban al depósito para normalizar su respiración. Tutman se detuvo en frente de la puerta, miró a ambos lados (por suerte, Remus se escondió tras la pared justo a tiempo antes de ser atrapado) y se adentró al depósito.
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Los Merodeadores: Primer Año
AcakLunático. Colagusano. Canuto. Cornamenta. Sus aventuras fueron leyenda en Hogwarts. Pero también hay historias no contadas, historias que sólo ellos conocen. Acompáñalos y descubre la verdadera historia de Los Merodeadores de Hogwarts. ...