Lily ya estaba sentada en la sección de Oclumancia cuando Severus llegó. Se había escapado de clases y llegó a la biblioteca minutos después de lo que ellos habían acordado originalmente, así que estuvo aliviado de que ella lo hubiese esperado. Ella tenía un libro enorme llamado El Cerebro Es Un Libro Abierto y estaba pasando las paginas con una mirada nerviosa en su cara mientras lo hacía. No lo había escuchado llegar.
Severus posó su mochila al lado de la suya y se sentó en el suelo.
-Hola –la saludó. Se inclinó más cerca para ver las páginas del libro- ¿Qué es esto?
-Uno de los libros sobre legeremancia –contestó ella- Quería estar a la par contigo. Ya tú has leído mucho sobre eso y yo no, así que... No quería estar atrasada –cerró el libro- En realidad es un tema muy interesante –añadió, volteándose a mirarlo al mismo tiempo que él se sentaba junto a ella.
Severus sonrió. Le gustaba ser el centro de un tema interesante. Eso significaba que él tenía su completa e inquebrantable atención por un tiempo y eso le haría más fácil convencerla de tener esas pequeñas reuniones clandestinas donde él podría estar a solas con ella.
-Es bastante interesante –concordó él, asintiendo animadamente.
Lily cruzó sus piernas y preguntó: -Severus, ¿vas a leer mi mente?
-Esa es la idea –contestó él
Ella hizo una mueca moviendo sus labios hacia un lado. -¿La estás leyendo en este momento? –preguntó ella. Él negó con la cabeza- ¿De verdad?
-De verdad –dijo él- Aún no se cómo leer la mente de nadie, ¿recuerdas? Eso es lo que vamos a descubrir juntos. Cómo puedo controlar esta cosa.
Lily preguntó: -Así que... ¿que tu leerás mi mente una vez que puedas?
-¿Quieres que lo haga? –preguntó él.
Ella negó con la cabeza.
-¿Por qué no?
-Porque –respondió Lily- Tengo secretos y cosas –se encogió de hombros, sus mejillas tornándose del tono más sutil de rosado.
La voz de Severus sonaba herida. -¿Secretos? ¿Cosas que no me dices?
Lily rió. –Pues claro, Sev. Todas las chicas tienen secretos. ¡Montones y montones de secretos!
-¿Incluso a mí, tu mejor amigo?
-¡Así es como somos! –Dijo Lily con una sonrisa- Además, no es como si tú no tuvieses secretos.
Por supuesto que Severus tenía secretos que ella no sabía. Tenía millones de secretos que nadie sabía, en realidad. Tenía el secreto del Señor Tenebroso apareciendo en el fuego de la sala común de Slytherin. Tenía secretos sobre su familia, sobre los días más oscuros de su niñez, cuando su repugnante padre muggle había tratado a su madre como basura. Pero su mayor secreto era la manera en que se sentía cuando estaba a solas con Lily, como en ese momento, sentados tan cerca que sus rodillas se tocaban. No podía permitirse pensar sobre cómo sería si Lily se enterara.
-No –dijo- No los tengo.
Lily rodó los ojos. –Mentiroso –le acusó- Todo el mundo tiene secretos.
-¿Entonces qué estás diciendo, Lily? ¿Qué no quieres seguir ayudándome? –demandó Severus, frunciendo el ceño.
-No, quiero ayudarte –dijo Lily- Sólo... promete que no leerás toda mi mente. Sólo las primeras cosas que encuentres y te detienes, ¿de acuerdo?
-De acuerdo –respondió Severus.
-Muy bien –dijo Lily, sonriendo contenta- Entonces, ¿cómo hacemos esto?
Severus había estado planeando ese momento por algún tiempo. Desde que le había pedido que lo ayudara con el proyecto, había estado imaginando ese momento. Se aclaró la garganta y se sentó con la espalda recta.
-Bueno, primero creo que es importante empezar una conexión.
-¿Conexión?
Él asintió. –Sí. De mi vida y tu vida.
Sus ojos se abrieron como platos. -¿Cómo hacemos eso?
-Tomándonos de la mano –contestó Severus. Extendió su palma hacia ella y su corazón se aceleró cuando ella posó su cálida y suave mano sobre la suya, fría y sudada. Se había estado muriendo por tocarla de nuevo. Respiró profundo, tratando de controlar lo acelerado de su corazón, porque estaba seguro de que incluso si ella no podía escuchar las palpitaciones de su corazón, podría sentir su pulso acelerado en las venas de sus manos.
-¿Y ahora qué? –preguntó ella, mirándolo benignamente.
-Ahora... -Severus trató de recordar que otra cosa decía el libro- Bien, supongo que tienes que... algo así como empujar tus pensamientos hacia mí.
Lily pensó por un momento. -¿Cómo puede alguien empujar sus pensamientos? –preguntó.
-No lo sé –admitió Severus- Tal vez se trate de concentración. Tal vez imagina que tus pensamientos se traspasan por nuestras manos, o algo así.
-De acuerdo –Lily arrugó su nariz y se concentró bastante.
Severus se concentró también, tratando de leer su mente. Cerró sus ojos para evitar distraerse por lo bonita que era ella.
-¿Sientes algo? –preguntó Lily.
La única cosa que él podía sentir era la cutícula en el dedo anular de la mano derecha de Lily clavándose en su palma y su corazón aún acelerado por la sensación de su mano en la suya. Él trató de abrir los ojos de su mente, pero todo lo que pudo ver era la imagen mental del color dorado de las uñas de Lily, brillantes como galeones. Alice Bell le había enseñado un encantamiento para pintar sus uñas de cualquier color: Purpura y azul, dorado y rojo de todos los tonos.
-Aún no –le respondió Severus.
Se sentaron así por un momento en el suelo de la biblioteca, cara a cara y tomados de la mano, antes de que Lily rompiera el silencio:
-¿Severus?
Él sabía lo que ella iba a decir, pero no por haber leído su mente ni nada parecido. Su estomago había gruñido varias veces en la última media hora, y él sintió sus dedos comenzar a ponerse temblorosas en sus manos.
-Severus, estoy hambrienta. Es hora de la cena.
Era un milagro que Madame Pince no había ido a correrlos del lugar. Él dejó ir sus manos a regañadientes, y asintió.
-Sí, deberíamos ir a comer –concordó.
-Podemos volverlo a intentar el sábado –dijo ella, pensando que el mal humor de Severus era por la falta de resultados más que porque su tiempo juntos estaba terminando. Posó las manos en sus hombros.
-Lo harás genial –dijo ella- Sólo necesitamos más práctica, eso es todo –Lily sonrió- Pronto, estarás leyendo la mente de todo el mundo –se levantó- No te desanimes.
Severus asintió.
Lily sonrió. –De acuerdo, ya está decidido. Te veré el sábado. Seguiré leyendo estos libros –añadió, tomando los libros- y veré si puedo encontrar una mejor manera de practicar.
-De acuerdo –dijo Severus. Pero le gustaba la forma en la que estaban practicando, con resultados o no, era grandioso poder estar así de cerca de Lily.
-Bueno... Adiós –dijo Lily y se alejó con los libros balanceados en sus brazos para echarles un vistazo a todos y salir de la biblioteca en dirección a la cena.
Severus se sentó en silencio en la sección de Oclumancia por un momento, mirando atentamente las pilas de libros que lo rodeaban. Corrió sus dedos por una estantería polvorienta y cerró los ojos. Si se sentaba muy quieto y en silencio, ahora que el olor de Lily no lo estaba distrayendo, podía escuchar suspiros en su mente: Como si estuviese tan lejos que apenas pudiera escucharlos, a gran distancia.
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Los Merodeadores: Primer Año
AléatoireLunático. Colagusano. Canuto. Cornamenta. Sus aventuras fueron leyenda en Hogwarts. Pero también hay historias no contadas, historias que sólo ellos conocen. Acompáñalos y descubre la verdadera historia de Los Merodeadores de Hogwarts. ...