Discusión del Estatus de Sangre

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Remus se sentaba apretado contra la pared en su compartimiento en el Expreso de Hogwarts, sus rodillas tocando su pecho, un libro balanceándose sobre ellas, intentando leer. Los otros ocupantes del compartimiento gritaban ruidosamente, saltando y lanzando cajas de Grajeas Bertie Bott de Todos los Sabores y pretendiendo que era una snitch que tenían que atrapar mientras se turnaban para ser el Buscador, saltando de banca en banca y gritando. Remus ya se había cambiado de compartimiento una vez y quería hacerlo de nuevo, pero no quería terminar siendo conocido como el chico que visitó todos los compartimientos del tren en la primera hora de viaje. Podría haberse quedado en el primer compartimiento sin ningún problema, si lo tuviese permitido. Estaba ocupado por unos cuantos chicos de séptimo año que estaban hablando por lo bajo en su banco mientras Remus se sentaba en su puesto, quieto. Pero luego un primo de uno de los chicos había entrado junto con una chica que le sonrió tímidamente a Remus, y el chico lo corrió del compartimiento. Así que Remus anduvo por el tren hasta que encontró un compartimiento medio vacío en el fondo del pasillo, donde dos revoltosos chicos estaban sentados. Se habían presentado como James y Sirius y le preguntaron a Remus si le interesaba el Quidditch, y ya que Remus no lo hacía, lo ignoraron desde entonces, eligiendo jugar ese ruidoso intento de Quidditch, solo parando para comprar dulces del carrito.

Los nervios se estaban comiendo a Remus vivo y su ansiedad solo estaba creciendo con cada brinco que James y Sirius daban a su alrededor. Se esforzó para mantener su mente enfocada en lo que estaba leyendo, sus ojos seguían moviéndose en la misma oración una y otra vez. Admitía que estaba más asustado por los efectos de su... eh, condición... más que por el año escolar. Remus era un buen chico, al menos sabía eso sobre sí mismo, y no estaba nervioso sobre hacer nuevos amigos por ninguna otra razón más que por su "problema" mensual que lo mantendría fuera de vista por varios días cada mes.

Su madre le había advertido mucha veces sobre ser muy, muy cuidadoso mientras estaba en la escuela, de recordar los riesgos que envolvía la licantropía y que Dumbledore tenía sus ojos puestos en él.

-Recuerda de ir directo con el director en el instante en que llegues a Hogwarts –le dijo Hope repetidas veces mientras lo ayudaba a empacar su baúl la noche anterior- Dumbledore ha hecho arreglos para ti que ayudaran a controlar tu condición.

Siempre era a su "condición" que se referían, nunca llamando a Remus directamente como hombre lobo. Decir esas palabras en la casa de los Lupin ocasionaría una exclamación de Hope y una mirada severa por parte de Lyall.

-Hombre lobo es un término maldito, hijo –diría Lyall con firmeza cada vez que las palabras aparecían- Tú no eres un verdadero hombre lobo. Eres un muchacho muy bueno para eso. Tú nunca morderías a alguien. Pero... supongo... solo para estar a salvo.

Habían pasado siete años desde que Remus había sido mordido por Fenrir Greyback en el patio de su cabaña, y desde ese día Lyall y Hope habían dedicado su vida a mantener la condición de Remus como un secreto. Lo escondieron del resto del mundo durante las noches de luna llena, escondiéndolo en un refugio debajo del garaje, que olía a pintura fresca y polvo.

-Es la única manera, hijo –había dicho Lyall a modo de disculpa mientras llevaba comida para sustanciar a Remus y encerrarlo hasta que la luna se escondiera.

Cuando Remus recibió su carta de Hogwarts ninguno de ellos podía creerlo. Lyall había estado seguro de que había sido alguna clase de error. Seguramente Dumbledore no sabía. Pero Dumbledore sí que lo sabía. Dumbledore simplemente no compartía la creencia de que los hombres lobos podrían ser más peligrosos en Hogwarts que cualquier otra persona mágica lo era.

-Solo mientras se tomen ciertas precauciones –había dicho cuando la familia había ido a reunirse con él en mayo. Cuando Lyall se había preocupado por los otros estudiantes de Hogwarts, Dumbledore había dicho:- No se preocupe, Sr. Lupin, yo me encargaré de los detalles y tendremos un muy placentero año –sonrió a Remus y guiñó uno de sus viejos y azules ojos.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora