El Amo de Kreacher

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Orion Black no recibió a su hijo en la Plataforma 9 ¾ con un abrazo o una sonrisa. Ni siquiera un hola. Cuando Sirius llegó al lado de su padre, Orion lo tomó del brazo y lo llevó a la zona de Apariciones y, usando una Aparición doble, lo llevó a casa en el Numero 12, Grimmauld Place sin nada más que un asentimiento. Aparecieron en el escalón más alto de las escaleras de la puerta principal de la casa y Sirius miró alrededor mientras su padre abría la puerta. El parque de afuera estaba cubierto de nieve y los faros de luz habían sido decorados con guirnaldas y luces de navidad.

Las otras casas de la calle de Grimmauld Place estaban como en las cartas de navidad, cada puerta con una corona navideña o muérdago. En comparación, la casa de los Black era tan oscura y fría como su padre.

La puerta se abrió y Sirius se giró para encarar la húmeda y oscura casa. Hacía frío adentro, como siempre, pero ahora, acostumbrado a la calidez y la luz de Hogwarts, parecía mucho peor. Sirius se mantuvo de pie en el marco de la puerta mientras su padre se adentró en la oscuridad de la casa en el instante en que la puerta se cerró con un estruendo tras él sin siquiera decir una palabra.

Sirius frotó sus manos para generar calor y se agachó para dejar su mochila en el suelo.

La casa estaba en silencio.

Dejando el equipaje detrás para que Kreacher lo subiera a su habitación, Sirius comenzó a subir las escaleras. Cada paso que daba hacía eco en las pareces. Hizo una mueca de dolor con cada crujido de la madera hasta que alcanzó el segundo piso, donde estaba la biblioteca de su madre. Se pausó en la puerta.

-¿Hola? ¿Madre? –Llamó, pero no recibió respuesta- Soy yo... Sirius... Vine a casa para navidad.

No estaba seguro de lo que esperaba. Una gran fiesta sorpresa, pensó con sarcasmo.

Hubo un crujido en uno de los escalones y se dio la vuelta para encontrar al viejo y gris Kreacher parado ahí, sus sucios trapos atados a sus hombros como una toga. El viejo elfo domestico tenía pelo creciendo en sus orejas de murciélago y sus ojos estaban muy abiertos y saltones. Miró a Sirius fijamente, la nariz arrugada en desaprobación.

-Estás en casa.

Sirius levantó la mirada, siguiendo el sonido de la voz para encontrar a Regulus, inclinándose sobre el barandal del piso de arriba. Su cabello estaba más alborotado que antes y un poco más largo. Regulus bajó las escaleras, deteniéndose frente a Kreacher, mirando a Sirius con una mirada de desconfianza en sus ojos.

-Ella pensó que no vendrías.

-¿Madre?

-Sí.

-¿Por qué no vendría? –Preguntó Sirius- Es navidad, por supuesto que vendría.

Regulus aún no parecía convencido, pero sonrió de todas formas.

-Entonces, cuéntame de Hogwarts.

Sirius sonrió, lanzando un brazo alrededor de los hombros de su hermano.

-Oh, Reg Es como siempre pensamos que sería. ¡Es maravilloso! –miró a Kreacher- Ve a recoger mi mochila, elfo, y llévala a mi habitación. Te esperaremos ahí.

Kreacher dudó, mirando a Regulus, como preguntando si realmente tenía que cumplir la orden.

Regulus dijo: -Ve, Kreacher, haz lo que él diga.

-Sí, amo Regulus –respondió Kreacher obedientemente, chasqueando sus dedos y desapareciendo.

Sirius frunció el ceño. -¿Qué le pasa a Kreacher?

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora