Mapa a Media Noche

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Como si el clima hubiese esperando hasta Halloween para enfriarse y asaltar el castillo, los chicos se despertaron el primero de noviembre para encontrar que los terrenos de Hogwarts habían sido revestidos durante la noche con una fina capa de nieve. Ni siquiera lo suficiente para cubrir el césped. Acordaron que, luego de su doble case de Defensa, irían afuera durante su hora libre para el almuerzo y tener una guerra de nieve. Pero cuando la clase de Defensa terminó, la nieve se había derretido por el sol de la tarde.

-Estúpidas clases –se quejó James, reacomodando sus gafas con el ceño fruncido en decepción- Siempre arruinando la diversión de las cosas.

Incluso cuando caminaron a través del terreno para ir a su clase de Herbología, no encontraron suficiente nieve para una pelea, aunque Sirius se las arregló para lanzar una bola de nieve del tamaño de una bludger a Peter Pettigrew, quien se estremeció cuando la nieve chocó y corrió por la parte de atrás de su túnica.

-Tenemos que escaparnos de la sala común esta noche y así podemos trabajar en nuestro mapa –sugirió Sirius silenciosamente mientras trabajaban en extraer pus de un bubotubérculo. Miró alrededor a los otros chicos con una sonrisa ansiosa.

-Sí –concordó James- Te lo he dicho, tiene que haber más en el tercer piso. Nunca encontramos el corredor que se conecte en el centro, como el que Filch usa a veces. Tiene que haber alguna puerta o giro que no hemos visto.

Remus miró muy fijamente al Bubotubérculo.

-Tal vez no deberíamos salir en la noche –dijo.

-¿Asustado por Filch? –demandó Sirius.

Remus negó con la cabeza.

-No, sólo no creo que sea una buena idea. James y tú ya han tenido suficientes castigos y Merlín sabe qué pasará si McGonagall los encuentra fuera el dormitorio a mitad de la noche.

James se encogió de hombros.

-Tendremos detención con ella y unos cuantos puntos menos para Gryffindor. ¡En lo que estamos trabajando es a beneficio de las futuras generaciones de Gryffindor! –Dijo animado- ¡Vale la pena perder algunos puntos!

Remus se encogió de hombros.

-Sólo no creo que sea una buena idea, es todo.

-Entonces quédate en el dormitorio –dijo Sirius.

Remus no contestó.

Peter habló con nerviosismo, claramente viendo su oportunidad para ser mejor que Remus por una vez:- No creo que sea una idea tan terrible –dijo, mirando a Remus con una mirada de disculpa, antes de dar una rebelde a Sirius y James.

-Bueno, está bien –dijo Sirius, pensando que tener a Peter de compañía sería una excelente carnada si necesitaban algún escape de emergencia.

-Tú nos acompañarás y Remus puede quedarse en la sala común como un estúpido.

-No soy un estúpido –dijo Remus con molestia- ¡Sólo no me encanta la idea de romper las reglas y terminar expulsado! –bajó la mirada a su Bubotubérculo y cuando la campana sonó sentenciando el final de la clase, se levantó y se alejó, dejando a los otros tres atrás mientras que se apresuraba por salir de los invernaderos.

Sirius rodó los ojos.

-¿Desde cuándo es Remus tan correcto? –le preguntó a James al mismo tiempo que entregaban a la profesora Viridi la jarra de pus que habían extraído.

-No sé –respondió James encogiéndose de hombros.

Cuando llegaron a la sala común, Remus no parecía estar por ningún lado y Sirius supuso que se había escondido para estar solo. Tomo el rollo de pergamino que habían estado usando para el mapa, una nueva hoja para cada piso y empezó a recortar más horas de la misma medida para los próximos pisos que recorrerían esa noche. Mientras tanto, James y Peter hicieron un poco de tarea antes de la cena.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora