Los Merodeadores: Primer Año

Fin de Año

Las detenciones eran lo peor. Los estudiantes de Gryffindor de primer año se sentaban en escritorios en la oficina de McGonagall con libros abiertos frente a ellos, sin permiso de hablar o pasarse notas. James duraba una enorme cantidad de tiempo mirando fuera de la ventana o enfrente de su escritorio a la cortina de cabello rojo que caía sobre la espalda de Lily cuando ella se inclinaba a tomar apuntes de algo que había leído en el libro. Ciertamente tampoco tenían alguna razón para estudiar.

El final del año escolar se acercaba, lo que significaba exámenes en cada clase, y los chicos pasaron gran parte del último mes estudiando hechizos que pudieron haber sido útiles durante su duelo en el bosque, más que para lo que los profesores daban en clases. Como consecuencia, Peter se había convertido en una víctima de los nervios, recitando parte de la información de los libros sin importar la hora que fuese, o donde estuviesen en el castillo. Incluso a mitad de la noche era frecuentemente despertado por Remus mandándolo a callar, ya que había estado recitando ingredientes de pociones en sus sueños.

Moody continuó enseñando Defensa Contra las Artes Oscuras por el resto del año, y los estudiantes de Slytherin seguían quejándose al respecto en el Gran Comedor. Lucius Malfoy aún miraba a Bilius Weasley con ojos entrecerrados y el pelirrojo le devolvía la mirada. El equipo de Quidditch de Ravenclaw consiguió ganar contra Slytherin en su último partido, logrando conseguir la delantera en la Copa de las Casas, lo que ponía bastante felices a todos en la escuela, especialmente a Gwen, la capitana del equipo de Ravenclaw. Había sido seleccionada como uno del equipo, como le contó ella a Remus durante la última reunión del Club Slugh a principios de junio, celebrando el final de los exámenes.

El Gran Comedor estaba decorado en bronce y azul en el banquete de final de año, y las tres mesas de las casas celebraron cuando anunciaron oficialmente la victoria de Ravenclaw. Todos, excepto los de Slytherin, estaban complacidos con la noticia.

Nada más fue dicho sobre la noche en el bosque con el Señor Tenebroso, aunque Lily continuara implorándole a Sirius que hablara con Dumbledore en cada oportunidad que tenía. Lily no era exactamente amiga de los chicos, pero al menos lograron tener una relación más estable a la que tuvieron a principios de año, cuando Lily se había rehusado a hablar con cualquiera de ellos. Incluso fue de gran ayuda para Peter durante los exámenes.

Durante el último día en Hogwarts, el sol brillaba en los terrenos y calentaba el césped, y los chicos salieron para disfrutar la luz del sol. Se posaron a los pies del lago, debajo del árbol donde habían hecho su picnic bajo la lluvia. James estaba lanzando rocas al lago mientras Peter soñaba despierto con la comida de su madre, la cual estaría disfrutando en menos de un día. De los chicos, James y Peter esperaban ansiosos el verano mientras Remus y Sirius lloraban su proximidad.

-Es terriblemente solitario en casa –dijo Remus- No tengo amigos allá. Los extrañaré a todos.

-Igual yo, compañero –dijo Sirius- Incluso los elfos domésticos me detestan en casa.

Remus frunció el ceño.

-Mis padres me tienen miedo cuando la luna llena se acerca –suspiró y arrastró un palillo contra la arena, dibujando algo sin forma. Forzó una sonrisa sin gracia- Estar solo es parte del paquete de ser un hombre lobo, ¿saben? Estoy acostumbrado a eso, supongo –suspiró de nuevo.

-Puedes escribirme si quieres –sugirió Sirius.

Remus sonrió con pesar.

-Lo haría, pero los hombres lobo carecen de pulgares oponibles.

-Entonces escríbeme cuando ya no seas un lobo –Remus rió por lo bajo.

Al día siguiente, Bilius Weasley llamó a la puerta de los chicos temprano en la mañana para recordarles que era el día de irse y todos tenían que dejar sus cosas en el dormitorio para ser llevadas a la estación de Hogsmeade en el tren de vuelta a Londres. James le dio un codazo a Sirius para llamar su atención y lo apartó del grupo durante el desayuno.