La Mente de Lucius Malfoy

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La mañana de Halloween llegó con la grandeza que uno espera de un día festivo. No había clases ya que era domingo, pero todo el mundo estaba despierto temprano y en la sala común de Slytherin había un alboroto.

Los estudiantes gritaban y reían, jugándose unos con otros y hablando sobre el banquete. Los estudiantes mayores le contaban a los de primer año sobre las velas flotantes y las calabazas encantadas que llenaban el ambiente alrededor de las mesas del Gran Comedor. Habían gritos, chillidos de emoción y estruendos de risas mientras los estudiantes hablaban y compartían cada detalle sobre todo lo que sabían sobre las festividades del día... y fue un gran alivio para Severus Snape que todo el mundo estaba tan ocupado en la sala común para notar lo extraño que era que él siguiera en el dormitorio, dormido profundamente, finalmente capaz de silenciar su mente ahora que sus compañeros de dormitorio se habían ido.

-Severus –llamó una voz fría y él gruñó- Severus, despierta.

Sus ojos se abrieron un poco para encontrar a Lucius Malfoy sentando en la cama próxima a la suya, ojos verdes mirándolo fijamente, rostro serio.

-¿Qué sucede? –preguntó Severus, detestando a Malfoy por haber interrumpido su único momento para relajarse. Alejó el libro que había estado leyendo cuando se quedó dormido.

Lucius se puso de pie al otro lado de la habitación, apoyándose sobre uno de los escritorios. Ojeó las notas de uno de los chicos y las echó a un lado, volviendo a mirar a Severus.

-El Señor Tenebroso tiene curiosidad sobre tu...-pausó, buscando la palabra adecuada- eh, talento.

-¿Mi talento? –preguntó Severus.

-La legeremancia –respondió Lucios.

El libro en el regazo de Severus repentinamente pareció pesar una tonelada.

Algo dentro de él soltó chispas y por alguna razón, aunque no supo por qué, sintió que Lucius no necesitaba saber que había estado estudiando su tan llamado "talento" durante la noche, y que se estaba haciendo más fuerte en eso cada día

-¿Qué hay sobre eso? –preguntó Severus en un tono desafiante.

-Bueno, como recuerdas de la noche que el Señor Tenebroso habló con nosotros a través de la red Flu, él desea saber dónde aprendiste tan interesante habilidad –Lucius estudiaba la punta de su varita, como los vaqueros en esas viejas películas del oeste estudiaban sus pistolas. Severus había visto esas películas con su padre, mucho tiempo atrás, cuando su padre aún hacía un esfuerzo por mantener la imagen de que eran una familia normal- Después de todo –dijo Lucius, aún mirando su varita fijamente, no a Severus- es una habilidad bastante inusual para que un mago tan joven, sin experiencia y mestizo como tú la posea.

Severus sintió el nerviosismo empezar a meterse en su piel. Rápidamente calculó sus opciones: decir la verdad o decir una mentira. Pero, ¿Cuál mentira? ¿Qué tanta verdad?

Fue cuidadoso de mantener su contacto visual con Malfoy, evitando todos los elementos clásicos del lenguaje corporal que pudiesen delatarlo.

Dijo lentamente: -No lo aprendí, siempre lo he tenido –se encogió de hombros como si fuese la cosa más simple del mundo. Miró a Lucius fijamente con lo que esperó fuese una expresión inocente y transparente.

Lucius alzó una ceja.

-¿Siempre? –preguntó

-Siempre.

Lucius lo consideró por un momento y bajó su varita, lo que Severus tomó como Lucius bajando la guardia. Se dio la vuelta y Severus pensó que estaba a punto de salir de la habitación, por lo cual estaba agradecido, cuando repentinamente Lucius se volteó.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora