Una Audiencia Para Volar

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El tiempo en Hogwarts pasó más rápido de lo que lo hacía en cualquier otro lugar en Gran Bretaña, James estaba muy seguro de eso. ¿Cómo era posible que ya era jueves por la tarde después y hora de otra lección de vuelo sin que el tiempo estuviese alterado en el castillo? No podía creer que ya había estado en Hogwarts por una semana entera, parecía sólo ayer que estaba tachando los días de su calendario, esperando el día en el que pudiese estar a bordo del Expreso de Hogwarts. Por otro lado, sentía como si conociera a Sirius Black y Remus Lupin de toda su vida. El tiempo pasaba rápido y lento a la vez en Hogwarts.

Caminaban por los terrenos del castillo, siguiendo a Lily Evans y el pequeño Peter Pettigrew pisándole los talones, corriendo para estar al mismo nivel que ellos, balbuceando con nerviosismo sobre como esperaba volar mejor en esta lección. Madame Hooch esperaba sola en el pasto en el mismo lugar donde habían volado la última vez y cuando ellos se acercaron, ella los guió hacia el campo de Quidditch, diciendo que la clase de hoy tendría lugar ahí ya que ellos tendría (y lo dijo con un tono de molestia) público.

-¿Público? –Preguntó Lily, confundida- ¿Quién querría venir a vernos volar?

-La mitad de la escuela, al parecer –contestó Madame Hooch.

James y Sirius intercambiaron miradas emocionadas y bajaron corriendo la colina que los distanciaba del campo.

Dentro, James sitió como su cuerpo entero se estremecía por la emoción. Las gradas crecían a su alrededor, los aros plantados de punta a punta en el gran campo. Respiró hondo el olor del césped recién podado y el ligero olor de palomitas de maíz de las gradas. Miró alrededor y vio que otros estudiantes ya estaban peleando por las escobas, esperando conseguir una de las mejores escobas de la escuela antes que cualquier otro.

No era mentira que había muchas personas en las gradas. Mirando a su alrededor, James vio a Alice y Derek Bell al frente, acompañados de otros miembros del equipo de Gryffindor. Habían otros que supuso eran jugadores de Ravenclaw y Hufflepuff. Sintió un nervioso nudo en su estomago y se volteó a mirar a Remus, quien estaba de pie frente a él escogiendo su escoba.

-¿Por qué crees que estén aquí? –preguntó.

Remus se encogió de hombros. –Para verte pavonear, supongo.

Ese era exactamente el pensamiento que había hecho a James ponerse nervioso y preguntar.

No consiguió una escoba demasiado buena, pero era mejor que algunas de las más dañadas, como la que terminó tomando Severus Snape, quien corrió al campo después de todos los demás, seguido de Madame Hooch, quien les hizo señas para alinearse y los ordenó a elevar sus escobas. James podía sentir todos los ojos de las gradas sobre él y su estomago dio un vuelco por los nervios. Esta era. Esta era su oportunidad. Era como si tuviese sus pruebas privadas para entrar al equipo, su momento para brillar sin nadie con quien competir, excepto por esa revoltosa multitud que ni siquiera sabía cómo volar. Miró a un lado y vio que Peter Pettigrew se había colocado más cerca de él, como si intentase espiar su secreto para volar y James rió para sí mismo.

-A mi silbato, deben volar unos diez pies y volver –ordenó Madame Hooch. James tomó su escoba y la puso entre sus piernas, listo para patear el suelo y elevarse.

¡Fiiit!

Se elevó al instante, más de veinte pies en el tiempo que le tomó a los otros se tambalearon a los diez pies exigidos, e hizo un círculo en el aire antes de hacer un aterrizaje perfecto. Hubo algunos aplausos desde las gradas y James sonrió al mismo tiempo que Sirius le alzó el pulgar a modo de aprobación. Lily rodó los ojos y miró a Alice Bell, una de los pocos que no estaban aplaudiendo, quien se encogió de hombros como si no viera nada especial en eso.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora