Uno Bueno

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Peter parecía determinado a no dormir esa noche. James y Sirius yacían en sus camas, escuchándolo parlotear hasta que, finalmente, se calmó. Incluso entonces continuó despierto por otra hora, pretendiendo estar dormido, obviamente consciente de algún modo de que los chicos planeaban salir sin él. Finalmente, Sirius escuchó la respiración de Peter minimizarse y caer en un rítmico patrón de sueño. Sirius se levantó para echarle un vistazo y estar seguro de que no había nada emocionante en la cama de Peter. Satisfecho de que se hubiese dormido, Sirius le hizo seña a James para que lo siguiera, y ambos salieron de sus camas y caminaron sin producir sonido alguno escaleras abajo a la sala común de Gryffindor, cerca del fuego.

Una rápida mirada alrededor confirmó que eran los únicos aún despiertos, todos los demás estaban dormidos, y la sala común estaba sólo para ellos. Sirius miró a James con ansias.

-Descubrí lo que pasa con Remus, por qué se pierde cada mes y por qué se pone tan sospechoso –James elevó una ceja con interés- He pensado en eso y... Lo descubrí, James. Estoy seguro de eso.

James se había acercado más mientras la voz de Sirius oba bajando de tono al final de la oración. Esperó manteniendo la respiración a que Sirius continuara, pero no lo hizo. El silencio reinó entre ellos.

-¿Vas a decirme o sólo vas a alardear sobre tu cerebro superior? –preguntó James, una vez que el momento se había extendido por lo que pareció una eternidad.

Sirius respiró profundo. –Bueno, Es sólo que es una gran... una gigante... una seria... acusación y... -frotó su rostro con sus palmas- Muy bien. Obviamente ellos lo tienen todo bajo control de alguna forma. No sé como exactamente. Aunque Dumbledore está en eso, así que...

-¿En qué? –demandó James, interrumpiendo los balbuceos de Sirius.

-¡Shhh! –siseó Sirius. James había sido más ruidoso de lo que pretendía y ambos se sentaron sin moverse, mirando a la puerta de los dormitorios, casi esperando que todos los otros Gryffindors bajaran a la sala común. Pero todo se mantuvo en silencio. Sirius se inclinó incluso más cerca, bajó su voz incluso más bajo, hasta que las palabras que dijo después salieron como un suspiro: -Es un hombre lobo.

Un escalofrío recorrió la columna de James ante las palabras. Retrocedió, mirando a Sirius con violentos y perturbados ojos, sus fosas nasales dilatadas. Parecía inseguro de cómo reaccionar y Sirius se preguntó si tal vez hubiese sido mejor no decirle su descubrimiento.

James pareció incluso más perplejo, si era posible.

Era algo absurdo de pensar: ¡Un hombre lobo bueno! Los niños magos crecían escuchando cuentos sobre hombres lobos en sus parques. Hubo muchos momentos en los que los primos mayores de Sirius (incluyendo a Lucius Malfoy) habían puesto pesadillas en las mentes de los más pequeños de la familia al contarles sobre los hombres lobo en las reuniones familiares. Les contaban historias sobre el viejo Fenrir Greyback, quien supuestamente era el hombre lobo más malvado del mundo, con grandes y feroces ojos rojos, que se alimentaba de niños como ellos y usaba sus huesos para limpiarse los dientes de los restos de sus tendones y venas. Los hombres lobos eran lo que los niños magos más temían, más que nada en el mundo.

El mismo Sirius había sufrido varias pesadillas gracias a las historias de Lucius y, juzgando por la expresión en el rostro de James, él también las había sufrido.

La única cosa a la que los niños magos temían más que a los hombres lobo era tal vez los gigantes, pero los gigantes no habían bajado de sus montañas en siglos, haciendo a los hombres lobos un peligro mucho más inminente.

Los Merodeadores: Primer AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora