-¡Nunca jamás vamos a terminar este bendito mapa! –se quejó Sirius dos noches después de que los chicos tuvieron su encuentro con Lily en la sala común. Había pasado más de la mitad del mes de enero y, a pesar del hecho de que habían usado la capa de invisibilidad (gracias al papá de James) durante dos semanas, aún no habían terminado el mapa.
Sirius se lanzó en su capa y se estiró en ella, brazos y piernas extendidas como una estrella de mar gigante.
-La ambición de mi vida.... Nunca completamente realizada...
-¿Hacer un mapa de Hogwarts es la ambición de tu vida? –preguntó James, abriendo la gaveta de su mesita de noche y sacando la snitch que Sirius había robado de los vestuarios del campo y la pulió con la manga de su túnica. Levantó una ceja hacia Sirius.
-Pronto estará terminado –dijo Remus pacientemente. Doblaba cuidadosamente el pergamino que estaban usando para el mapa- Sólo tomará algo de tiempo, es todo. Roma no fue construida en un día.
-No puedes comparar nuestro mapa con Roma –dijo Peter.
-Es cierto –concordó Sirius, sentándose- Nuestro mapa es mucho más importante.
-¿Más que Roma? –demandó James, riéndose por lo bajo- Estás loco.
Sirius hizo ademán de apuñalear su corazón.
-Me has matado, Potter –dijo- Me has matado con tu actitud desinteresada –se lanzó al colchón de nuevo y pretendió convulsionar, como si estuviera sufriendo gravemente.
James rodó sus ojos.
-Eres la persona más dramática que he conocido –declaró.
A pesar de las quejas de Sirius, el mapa estaba avanzando muy bien. Los chicos habían trabajado tediosamente en añadirle nueva información, y resultó haber muchos más corredores y salones de clases en el cuarto piso de lo que ellos esperaban y eso los retuvo. Eso y la manía de James de seguir a Filch y la señora Norris cada vez que los encontraban por el castillo con la esperanza de que Filch usara alguno de los pasadizos secretos, pero sólo descubrieron un pasillo escondido que conectaba como un atajo un corredor de otro en el ala de Transfiguraciones.
Sirius comenzaba a ponerse ansioso y no solamente por el mapa, sino también por la cercanía de la luna llena, manteniendo siempre un ojo sobre Remus, y esperando confirmar su teoría del hombre lobo. Desde que tuvo su plática con James, Sirius había continuado contando los días hasta la próxima luna llena el 28 de enero.
-Se ve cansado todo el tiempo, ¿no lo has notado? –le susurró a James una tarde mientras Remus se retiró de su pequeño grupo de estudio para ir a la cama.
James, aún refutando la teoría de Sirius, se encogió de hombros.
-No lo sé, amigo, tal vez está trabajando demasiado.
-Pero mira, está dejando su tarea sin terminar –argumentó Sirius- No es algo que él haría.
James se encogió de hombros.
-Dejar la tarea sin terminar no es exactamente una definición para identificar un hombre lobo, ¿o sí?
Pero ni siquiera James pudo negar que el rostro de Remus estaba más pálido y su personalidad más irritable la tarde del 27. Nadie podría negarlo. Remus apenas hablaba, y en la mañana del 28, en el momento en que bajaron para el desayuno, parecía muy enfermo. Se sentaron en la mesa de Gryffindor, en la larga banca, y Remus reposó su mejilla en su antebrazo, inclinado en la mesa.
-¿No vas a comer? –preguntó Peter, sacudiendo un pedazo de bizcocho con mermelada a la nariz de Remus.
-No tengo hambre –balbuceó Remus.
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Los Merodeadores: Primer Año
RandomLunático. Colagusano. Canuto. Cornamenta. Sus aventuras fueron leyenda en Hogwarts. Pero también hay historias no contadas, historias que sólo ellos conocen. Acompáñalos y descubre la verdadera historia de Los Merodeadores de Hogwarts. ...