Día A Día Contigo

Padre (Segunda Parte)

Un fuerte estremecimiento lo sacó de su profundo sueño, removiéndose ante el peso que había caído en su cama, abriendo perezosamente los ojos para ver un rostro sonriente acercarse al suyo.

- ¡Papá! – Gritó su hija mayor, lanzándose a abrazarlo sin dejar siquiera que se sentara en el colchón.

- Ray ¿qué sucede? – Apretó el pequeño cuerpo de la niña, escuchando su suave risa, recordándole a su esposa cuando tenía la edad de ella.

- ¡Feliz día! – Volvió a gritar eufórica, Stuart notando de repente que su compañera de todos los días no estaba a su lado.

Un pequeño ruido le llamó la atención, un niño aferrando una bandeja temblaba, su esposa a su lado, acariciándole el hombro.

- Ve donde papá, Stu. – Escuchó que Noodle murmuraba a su hijo menor, él sonriendo temeroso.

- Oh, vamos, Harold, papá se morirá de hambre si tú no le traes comida. – Reclamó la niña, 2D sorprendiéndose ante lo elocuente que era Rachel a sus 10 años.

- Deja a tu hermano en paz, Ray. – Ella estrechó los ojos, mirando a su hermano de 5 años caminar con paso indeciso, estirando las manos para ofrecer lo que había preparado con ayuda de su madre.

- Rold preparó el jugo, mamá hizo los panqueques y los huevos y yo hice el café. – Explicó Rachel rápidamente, alcanzando una mano de su hermano para ayudarlo a subirse a la cama, el pequeño Pot pasando sus diminutas manos por el cuello de su padre, besándole una mejilla con cariño.

- F-fe-feliz di-día, papá. – Tartamudeó, Noodle acercándose y uniéndose a su familia.

El cantante besó el pelo de sus tres amores, dos cabezas azules y una de un oscuro tono púrpura acurrucándose contra el pecho del hombre.

- El próximo año seremos cinco. – Murmuró la guitarrista, sonriendo al ver la expresión de sorpresa de su marido.

- ¿Cómo...? – Fue interrumpido por sus hijos que le reclamaban para que comiera, Rachel cortando los panqueques para darle de comer como si fuera un bebé, Stu Jr. asegurándose de no tirar el vaso de jugo, su esposa riendo, abrazándolo con amor.

¿Acaso él, Stuart Pot, podía ser más feliz?