Test II

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Un ruido proveniente desde la puerta interrumpió el beso que ambos disfrutaban, Murdoc entrando mientras gruñía, Ace y Russel detrás de él, hablando sobre el pronto regreso del pandillero a su tierra natal, no sin antes hacerle una fiesta de despedida como se lo merecía.

Noodle respiró agitada, Stuart poniendo sus manos sobre sus rodillas y manteniéndose tenso, observando un punto fijo en la pared frente a él, casi obsesionado con ese punto.

- ¿Qué les pasa a ustedes dos? – Murdoc chasqueó sus dedos frente al vocalista, sacándolo de su trance, 2D levantando la vista y temblando ante la imagen del anciano bajista.

- D hizo un test sobre funciones escolares y salió como consejero escolar. – Dijo la japonesa rápidamente, el hombre mayor agachándose y observándola fijamente.

- ¿Hizo el test en tu boca? Porque la tienes hinchada y roja, además de que Stuart está sonrojado, niña. – Noodle se sorprendió por la capacidad de observación del bajista, levantándose de golpe para dejar a los hombres solos en la sala.

2D quiso seguirla, sin embargo, se contuvo, sabiendo muy bien que, si daba un paso en falso con Noodle, Russel le quebraría sus huesos, siendo rematado de paso por Ace, quien había adquirido un cariño casi fraternal por la guitarrista, y por Murdoc, quien se desquitaría por quitarle su lugar como líder de la banda. Con todo eso como escusa, se quedó en el sofá, saboreando sus labios para buscar el gusto de la boca de la única mujer de la banda.

Por su parte, Noodle se dejó caer en su futón enfadada con los chicos de la banda por su intromisión, si fuese por ella, en ese momento estaría disfrutando del cantante entre sus piernas, pero no, en cambio estaba frustrada.

Apartó un mechón de pelo que le cubría un ojo, una idea colándose en su cerebro, si ella quería jugar a ser una niña ingenua en brazos de un adorable y sexi hombre mayor, su consejero escolar.

Se levantó y buscó su teléfono, abriendo el navegador, buscando una tienda especialista en muebles de oficina y otra en uniformes escolares, además de buscar elementos para decorar una oficina: libreros, cuadros, papeles varios. Sonrió perversa, sabía que había una pequeña habitación en el desván que nadie quería ocupar por lo estrecha, pero para lo que tenía en mente serviría.

Solo tenía que esperar el momento indicado para atraer al pequeño Stu a su telaraña para disfrutar juntos de su pasión sin preocuparse de nada más.

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