Enfermera

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Noodle frunció el ceño mientras un ruido lejano se dejaba es cuchar, una pesada puerta enrejada abriéndose mientras un gendarme con un arma enorme apuntando hacia el techo miraba hacia el frente como si fuese una estatua de mármol.

- ¡Visita para prisionero #24602, presente! – Gritó el gendarme con voz chillona, Noodle tapándose un oído.

La mujer traspasó la entrada, observando a su alrededor hasta que encontró a un prisionero que le pareció sumamente conocido.

- Pero miren quien se digno a venir a ver al pobre de su líder. – Murmuró Murdoc con voz ronca, mostrándole una pequeña sonrisa orgullosa.

- Solo quería ver que tan mal estabas.

- No es precisamente el palacio de Buckingham, pero he sabido adaptarme a mi nueva realidad y al hecho de que ustedes hayan preferido reemplazarme en vez de sacarme de aquí.

- Tú hiciste lo mismo conmigo. – Masculló, el bajista arqueando una ceja antes de responder.

- Técnicamente eras tú misma, era lo que tú hubieses sido de no haber sido "salvada" por ese sujeto que te envió con nosotros. – Apoyó las manos sobre el mesón, mirando a los demás presos que hablaban con sus amigos y familiares, hasta le pareció ver que un par desaparecía hacia las bien ponderadas áreas de visitas conyugales. – Pero ustedes no me hicieron el favor de crear un ciborg como lo hice yo, no, lo que hicieron fue traer al primer inútil verde que pudieron conseguir, un estúpido cabecilla de una banda de mequetrefes que jamás han vencido a un trío de niñitas de preescolar.

- Creí que era tu amigo.

- Sabes como trato a mis amigos. – Hizo una pausa para luego mirar a la guitarrista a los ojos. - ¿Y tu noviecito?

- ¿Quién? ¿2D? – Murdoc asintió. – Está en cama, salió con Ace y Russel y se contagió de resfriado.

- ¿Y en vez de estar aprovechándote de un tarado aún más enfermo de lo normal vienes donde mí? Oh, dulzura, no sé si sentirme halagado o reírme de ti.

- ¿Por qué?

- Eres bonita e inteligente, Noodle, pero aún así no te das cuenta de que puedes jugar un poco con el jodido de Stuart mientras está en cama.

- No entiendo. – Murdoc hizo un gesto burlón.

- Creo que sabes que una fantasía sexual masculina recurrente es ver a una enfermera sexi y que ella cuide del hombre. – Ella se sonrojó, sin embargo, asintió rápidamente. – Noodle, Noodle, Noodz, en este minuto podrías estar recibiendo una inyección del buen Stu.

- Está enfermo.

- ¿Y eso qué? No es necesario estar en los cinco sentidos para pasar un buen rato. – Pasó su lengua por sus labios de manera sugerente, la japonesa estremeciéndose de asco. – Solo le bajas los pantalones al idiota y le "pruebas la temperatura" con la boca, eso es muy...

- ¡Cállate! – Ordenó en voz baja, Murdoc riendo de buena gana.

- Recuerda, solo tienes que ponerte algo caliente bajo el delantal de enfermera y Stu se olvidará hasta de sus migrañas. – Un grito en el altavoz de la sala de visitas anuncio el fin de la jornada, ordenando a los prisioneros a volver a sus celdas bajo la amenaza de recibir una buena golpiza de no hacer caso. – Solo...haz lo que te digo. – Murdoc se puso de pie, saliendo de la sala sin siquiera despedirse de la mujer, caminando rápidamente para evitar toparse con ciertas "hermanas" que estaban muy interesadas en él.

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Stuart se dio vuelta en el futón, tratando de encontrar la posición correcta para que su espalda no le doliese, tosiendo levemente para luego sorber sonoramente.

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