Pétalos II

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Stuart se estaba comportando de una forma muy diferente a usual y eso tenía muy preocupada a Noodle.

Había aguantado su curiosidad por una semana, sin embargo, no podía seguir soportando la actitud fría y aparentemente desinteresada de 2D.

- Toochi. - Le llamó, Stuart tocando una melodía velozmente, sorprendiendo a la guitarrista con su habilidad en el teclado.

- Dime. - No la miró, sus ojos atentos al movimiento de sus dedos sobre las teclas blancas y negras.

- Toochi, mírame. - Suplicó, él haciendo caso y viendo el rostro de la mujer, mostrándole una sonrisa extraña, sin alma. - ¿Qué te está pasando, Stuart?

- ¿De qué hablas? - Hasta sus palabras sonaban vacías, cosa que exasperó aún más a la japonesa.

- Hace una semana que pareces un robot, ya no juegas videojuegos, ni ríes ni te asustas cuando ves a Murdoc borracho, ya no eres el mismo 2D de siempre.

- ¿Tú crees?

- Sí. - Los miró suspicaz, tratando de sonsacarle lo que parecía ocultar, sin embargo, él simplemente volvió a sonreír calmadamente.

- Tu imaginación te está pasando la cuenta, Noodle, yo estoy mejor que nunca. - "Noodle", la había llamado "Noodle" nuevamente, nada de dulce o cariño o pequeño amor. - Ahora, si me dejas, quiero seguir trabajando.

- Pero Toochi...

- Mejor voy a mi habitación. - Susurró, levantándose de su lugar y dejando sola a la guitarrista.

Noodle se sintió completamente sola; jamás, desde que conocía al cantante, se había comportado de esa forma tan poco cordial con ella y eso la mataba lentamente.

Tenía un novio, cierto, pero él no conocía ni la décima parte de lo que 2D sabía de ella; con el cantante nunca tuvo que fingir una sonrisa o buscar una excusa fuera de contexto para huir, no, con Stu siempre había encajado como una pieza de un rompecabezas exótico donde cada vez las piezas cambiaban de posición y forma, pero ellos siempre habían cambiado para estar juntos.

No podía imaginar que era lo que había pasado con el hombre de pelo azul, sin embargo, no podía dejar de pensar que era culpa de Murdoc, quizá el hombre verde había amenazado al cantante con alguna de sus estupideces con respecto a la mujer.

Se mordió el labio, gruñendo un par de maldiciones en voz baja, segura que si descubría que Murdoc tenía las manos metidas en el asunto, ella misma se encargaría de castrarlo.

______________

Murdoc sopló el humo de su cigarrillo felizmente, moviendo un dedo al son de viejas canciones de Chuck Berry, inhalando con lentitud para repetir el proceso, perdido en su propio mundo de gozo espiritual.

Se lamió los labios con suavidad cuando abrió los ojos y vio a la única mujer de su banda parada delante de él. Ella ni siquiera se había tomado la deferencia de golpear la puerta, pero no podía culparla, había ocasiones en que él mismo se comportaba maleducadamente, casi siempre cuando estaba involucrado cierto hombre de pelo azul, así que él perdonaba su falta.

- Quiero saber que le hiciste a Toochi. - La voz de Chuck cambio por la de Ritchie Valens cantando La Bamba.

- No sé de que hablas, niñita. - Se hizo el desentendido, observando a la de japonesa.

- Sí lo sabes, Stuart se ha estado comportando muy raro últimamente.

- Cariño, D es raro. - Musitó, acomodando su espalda en el sofá, aplastando el cigarrillo en un cenicero cercano. - Aunque eso ya es noticia vieja.

- No, él es un hombre dulce y cariñoso, tal vez un poco asustadizo, pero jamás el bloque de hielo que ha estado en casa estos días.

- Eso... Stuart me hizo jurarle que no te diría nada. - Cerró los ojos y bostezó.

- ¿De qué demonios hablas?

- Ya te lo dije, juré no decirlo y ni todo el oro del mundo me obligará a decírtelo.

- Dímelo o no verás nuevamente la luz del día. - Amenazó, acercándose peligrosamente al bajista.

- ¿Qué más da? Tú tienes novio, concéntrate en él y deja de molestar al inútil que ya bastante a tenido que pasar por tu culpa.

- ¿Q-que le pa-pasó a Stu?

- Ya te dije que...

- Un juramento jamás ha significado algo para ti, así que no vengas con idioteces.

- Está bien, pero solo lo hacía por mantenerte a salvo a ti, mocosa malagradecida. - Buscó con una mano una botella de wiski para beber directamente de ella antes de continuar. - Él idiota estaba enfermo.

- ¿Enfermo? ¿De qué?

- De amor. - Rio sin ganas, sabiendo que Noodle se sentiría muy mal por lo que él tenía que decir. - Enfermo de amor por ti, china.

- ¿Qué? ¿De mí?

- ¿Te suena el término hanahaki desease?

- Sí, es escupir pétalos de flores por un amor no correspondido.

- He ahí la madre del cordero, Noodle, Stuart estaba contagiado de eso porque tú no le correspondías el amor que él sentía por ti.

- No te creo, Toochi se me hubiera declarado si...

- La desesperación es la peor consejera, en especial si la persona que amas se desvive de amor por otro. - Tomó un sorbo más de su botella, Noodle aguantando las lágrimas para evitar llorar. - Tenía dos opciones: declararse o quitar la fuente de la infección, aunque lo último podía quitarle su capacidad de sentir emociones humanas.

- ¿Q-qué fue lo que eligió?

- ¿Qué crees tú? - Suspiro, dejándose caer para mirar el techo de su habitación. - Hasta cierto punto, lo admiro, se sacrifico para tú fueses feliz con tu novio.

- ¿Hay alguna forma de deshacer el desastre que hicieron los dos? - Murdoc arrugó el entrecejo, no muy seguro de lo que ella quería decir. - ¿Hay algo que permita que Stuart vuelva a ser el mismo de antes?

- ¿Para qué? ¿Para que sufra por ti?

- Yo...

- No digas que amas al tarado. - Un par de lágrimas descendieron por las mejillas de la japonesa, confirmando lo dicho por el bajista. - Por Amón, ¿entiendes lo que 2D hizo por ambos? ¿sabes que casi se muere cuando le quité esa estúpida flor del pecho?

- Quiero a mi Toochi.

- Pues tienes que acostumbrarte al nuevo, porque no creo que te guste la forma que hay para recuperarlo.

- Dime que es y yo lo haré.

- Bueno, ya que insistes, tienes dos opciones: Volver a infectar a 2D, aunque debería volver a la mesa de operaciones y la otra es...es que le recuerdes el amor que te tenía y corresponderlo.

- ¿Eso debo hacer?

- Si te parece, me gusta más el Faceache como tu novio que el que tienes hora. - Bostezó nuevamente y cerró los ojos, relajándose para dormir. - Ahora vete, estoy muy cansado y necesito mi sueño reparador.

Noodle obedeció, yendo a su cuarto, arrodillándose para luego recostarse en su futón, su gato saltando a su lado para acurrucarse con ella.

No sabía que hacer, sin embargo, de algo estaba segura: Recuperaría a Stuart costara lo que costara.

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