Tanz mit mir

251 21 1
                                    

- Baila conmigo. – Esas palabras eran sinónimo de un fuerte sonrojo y vergüenza.

- Tráeme algo que beber y tal vez lo piense.

- Vamos, la noche aún es joven y quiero que bailemos. – Revoloteó sus preciosos ojos para convencerlo, un par de risas masculinas dejando oír detrás de ella. – Por mí.

- Pero te pisaré los pies. – El ambiente del club era extraño, luminoso y decadente, pero liviano y festivo, una combinación muy extraña.

- No lo harás, no es la primera vez que lo hacemos. – Él miró hacia el techo, tratando de pensar en alguna excusa mejor y más creíble.

Nada llegó a su mente.

De mala manera, se puso de pie, intentando no caer al suelo mientras Murdoc se burlaba de él sacando la lengua, Russel negando y cerrando sus ojos, disfrutando de la suave música que inundaba el lugar.

Ella le tomó una mano, tirándolo hasta la pista de baile, él no muy convencido aún sobre el tema, la joven sonriendo con alegría mientras meneaba sus caderas al ritmo de la canción pegadiza que sonaba. Él buscó la forma de seguirla sin dejar que su torpeza la humillara, recordando levemente los movimientos que ella previamente le había enseñado, sin embargo, todo parecía una receta perfecta para el desastre hasta que la canción se convirtió en una lenta melodía que apuró a todas las parejas a unirse, ella abrazándose rápidamente a su cuello mientras él pasaba sus manos grandes por su espalda hasta detenerlas en su cintura.

Sintió como sus pies cobraban seguridad, dejándose llevar por ella, una gran sonrisa creciendo en su rostro, ella guiándolo para que pudiese hacerlo bien, sus cuerpos deslizándose suavemente por todo el lugar, girando y jugueteando a ser los únicos en toda la tierra solo por unos segundos.

La canción terminó, negándose a soltarla y bailando nuevamente con ella, saltando con ella en brazos, escuchando gritos y risas de los demás bailarines.

- Toochi.

- Dime.

- Bésame. – Se separó un poco, sintiéndose mareado por la emoción, sin embargo, hizo caso, bajando su cabeza hasta que sus labios se presionaron con los de ella.

- Te amo. – Los ojos verdes de ella se iluminaron; a pesar de llevar varios años de novios, aún podía ver ese mismo calor y sorpresa en la mirada de ella que había visto la primera vez que se había declarado.

- También te amo. – Le dio la vuelta para abrazarla por la espalda, moviendo al compás de la melodía que resonaba en los altoparlantes.

Ella era su adoración.

Día A Día ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora